Inflación, ¿sin segunda ronda?

 Por Humberto Campodonico




“El Presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, dijo que el alza de los precios de los productos básicos –en particular del petróleo y los alimentos– constituían presiones inflacionarias globales. Dijo que era esencial no permitir que se generalicen estas presiones para que no tomen la forma de efectos de segunda ronda” (MNI, 26/1/11).



Las declaraciones de Trichet forman parte de un debate en los países industrializados y también en los países emergentes (incluido el Perú) acerca del alza de precios de los productos básicos. ¿Es que llegará a constituir una espiral inflacionaria “de nunca acabar” como en la década del 70? En otras palabras, lo que se debate es si esta alza (1) se trasladará a los precios de otros bienes y servicios.
Uno de los temas que se analizan en detalle es el carácter de los productos que componen la canasta, separándola en dos grandes rubros: a) productos que responden principalmente a factores de oferta (como los productos básicos) y, b) productos y/o servicios que responden principalmente a presiones inflacionarias de demanda (como, por ejemplo, a un alza de salarios).  Así, por ejemplo, el Departamento de Trabajo de EEUU nos dice que, del 2000 al 2010, la variación anual de los precios de los servicios se ha mantenido estable hasta el 2008 (ver gráfico), habiendo incluso caído en el 2009 (año de la recesión). Por el contrario, los precios de los bienes más ligados a los productos básicos han tenido un comportamiento volátil (de “serrucho”), pero con fuerte tendencia al alza.
Dice Ben Bernanke, actual Jefe del FED de EEUU, que el efecto directo de los altos precios de la energía en el costo de vida a veces se le llama un efecto de primera ronda. La cuestión, dice Bernanke, es que este efecto puede amplificarse si los empresarios les trasladan a los consumidores, por ejemplo, el alza del precio de la energía y si, en respuesta, los trabajadores demandan un alza de salarios para compensar la pérdida de su poder adquisitivo (ver Energy and the Economy, 15/6/2006, www.federalreserve.org).  A su vez, estas alzas podrían incidir sobre las expectativas de los empresarios, lo que constituiría un factor de presión adicional para que aumente la inflación. Así, estos efectos indirectos del alza de precios de la energía en la inflación total son a veces llamados “efectos de segunda ronda” (Bernanke, ídem).
Hoy, la mayoría de los analistas dice que no habría “segunda ronda” debido a dos hechos clave en los países industrializados: los altos déficit fiscales, que están llevando a drásticos programas para su reducción (disminuyendo la demanda) y, de otro, al muy alto y persistente desempleo en EEUU y Europa, lo que tiene el mismo efecto. En el Perú y otros países de América Latina, la percepción es más o menos la misma: se afirma que el principal riesgo es la inflación “importada” y no por la demanda interna. Aun así, el BCR está elevando un poco sus tasas como una medida preventiva contra expectativas inflacionarias.
Pero el MEF de Benavides tiene otro enfoque: piensa que la inflación “importada” se combate con la reducción del IGV, o sea estimulando la demanda interna porque ahora la gente tendrá más dinero en los bolsillos (si bien esto es en teoría porque los precios de los bienes casi no bajan en mercados oligopólicos).  La cuestión es que la inflación de primera ronda ya nos está golpeando (fue 0.4% en enero). Habrá que ver si tendremos segunda ronda.

(1) No analizamos aquí las causas del alza de los precios de los productos básicos (problemas climáticos, aumento de la demanda, cultivo de biocombustibles, especulación financiera, etc.) lo que hemos hecho en otros artículos.

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