Dos retos económicos




Dos son los grandes retos de largo plazo de la economía peruana actual: mantener el crecimiento económico y mejorar sustancialmente la distribución de ingresos.
El gobierno actual piensa que, para mantener el crecimiento, la prioridad es la exportación de productos primarios, como se ha visto claramente en los recientes debates y medidas en torno a la minería. Para el gobierno y sus aliados de la Confiep esto pasa por sacar del camino a una población reclamona, sin preocuparse ni por los problemas de la pobreza ni por la extrema concentración de la riqueza.
Esta estrategia de desarrollo tiene dos problemas centrales, que podrían conectarse de una manera trágica dentro de unos (¿pocos?) años. El primero es la insostenibilidad económica del crecimiento, en el caso (probable) de que dentro de un tiempo los precios de los metales empiecen a retroceder en el mundo. Ya sea porque la economía mundial entre en recesión, ya sea porque se desarrollen muchas nuevas minas en otros países, ya sea porque nuevos productos sustitutos aparezcan, este es un futuro probable. Al menos, así ha pasado en los últimos 150 años, y los metales no son lo mismo que el petróleo. A menudo, esas caídas de precios han sido abruptas, ya que los mercados no son para nada eficientes previendo el futuro.
Si estas ondas pueden significar un terremoto económico, su interacción con los conflictos sociales puede llevarnos a una catástrofe. Ya hoy, la presencia de la minería multiplica conflictos en diversas partes del país, debido a lo poco que esa riqueza se reparte hacia la población y a los nocivos efectos sociales y ambientales que genera en muchas partes. Pero esos conflictos se dan en un contexto en el que hay recursos del canon en los gobiernos y regionales y municipios, y en el que las propias empresas tienen recursos para invertir en las comunidades. Imagínense lo que puede pasar cuando centenas de obras o proyectos se paralicen porque el gobierno regional y los municipios se quede sin fondos, el gobierno central empiece a recortar los programas sociales y la llamada "contribución voluntaria" de las empresas desaparezca (solo tienen que hacerla para precios internacionales de los metales muy altos).
Hasta el momento, el Perú ha estado ajeno a los cambios que países vecinos ricos en materias primas, como Ecuador, Bolivia y Venezuela, han experimentado. En el Perú, una estructura económica algo más industrializada y diversificada, junto con el aplastamiento del movimiento social por la conjunción Sendero Luminoso – Fujimori, han hecho que vayamos por otro camino. Pero lo demanda social está allí, presente en la protesta callejera dispersa y en el ánimo de la gente.
Sí, claro: ya sé que hablar de terremotos socioeconómicos cuando no hemos tenido uno en varias décadas, parece fuera de lugar. No es simpático oír acerca de lo que nos puede mover el piso. Pero es mejor hacerlo, porque en buena parte el desarrollo se logra al prever riesgos y anticipar futuros indeseados, que no se van solo porque cerramos los ojos y enterramos la cabeza como el avestruz.

AUTOR  : Pedro Francke
FUENTE : GRUPO EDITORIAL BAJO LA LUPA

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