La pobreza y la edad




Las cifras de pobreza promedio en el Perú son importantes
para tomarle la temperatura a la economía pero tales cifras no bastan
para orientar la política social. La conversión de ingreso en calidad de
vida depende de muchos factores, entre ellos la discapacidad, pero
también la edad.


Acoplamiento de desventajas por tercera edad

Las capacidades de las personas consisten en lo que ellas
pueden hacer o ser en la vida. Aunque esas capacidades dependen de
cuánto ingreso se tiene, también dependen de otros factores. Uno de
ellos es la edad o la salud. Dificultades en salud y limitaciones de
ingreso, como sabemos bien, se “acoplan” y unas agravan a las otras.


Como señala Sen en La idea de la justicia:
“Las desventajas para competir, como la edad, la discapacidad o la
enfermedad, reducen nuestra habilidad para ganar un ingreso. Pero
también hacen más difícil convertir ingreso en capacidad, puesto que una
persona mayor, más discapacitada o más enferma puede necesitar más
ingreso (para asistencia, tratamiento o prótesis) para realizar las
mismas actividades (incluso si esa realización fuera, en efecto, posible
en absoluto).” (286)
Los
ancianos debieran ser económicamente hablando menos pobres para vivir
lo más parecido posible a los que son más jóvenes que ellos.


Las cifras dicen lo contrario. En las cifras publicadas por
el INEI, hay un salto en pobreza cuando se llega a 60 o más años de
edad. La incidencia de la pobreza en personas entre 55 y 59 años es
24.6%, la incidencia entre 60 a 64 es 24.6% y entre 65 a 69 sube a 30.4%
y se mantiene a ese nivel con 29.5% a los 70 años o más. La tercera
edad requiere una política especial.


De modo similar, la pobreza de ingreso se convierte a menudo
en desnutrición y ésta, a su vez, puede dificultar la obtención de
empleo y de ingreso. “Así, la pobreza real (desde el punto de vista de
la privación de capacidad) puede fácilmente ser mucho más intensa que lo
que podemos deducir de los datos.” (Sen 2010: 286).


Desventajas de largas consecuencias: infancia

Algo parecido sucede aunque por distintas razones con los
niños y niñas. En este caso, a la fragilidad propia de la edad y al
riesgo de no sobrevivir se suman los efectos a menudo irreversibles
sobre la capacidad cognitiva y de resistencia a la enfermedad así como
la fuerza física de las personas. Lo que no se hace por ellos y ellas a
esas tempranas edades a menudo se arrastra para siempre.


Las cifras de pobreza del INEI indican una clara desventaja
para los infantes. Mientras el promedio de incidencia de pobreza en el
Perú se estima en 34.8%, la del grupo de edad entre 0 y 4 años en 48.9%.
Similar es la cifra, 48.0% para quienes tienen de 5 a 9 años. La
pobreza excepcional para el Perú persigue también la vida de los
escolares más allá de la primaria pues entre 10 y 14 años la incidencia
es 45.4%.


Así, se genera un círculo vicioso por ese acoplamiento entre
la pobreza de ingreso y la capacidad de desempeñarse en la vida, cosa
que refuerza la desventaja en ingreso.


Prioridad de políticas

En esas edades, la pobreza de ingreso es más grave que en
otras en un doble sentido: porque hay mayor incidencia y porque hace más
daño a las capacidades tanto presentes para desenvolverse en la vida
como es el caso de los ancianos, como para lograr en el futuro una
ocupación que permita vivir con lo que se gana y para desempeñarse en
ella de manera adecuada. Son más pobres aquellos a quien más daño hace
la pobreza. Se requiere una política especial que tome en cuenta tales

AUTOR :
Javier M. Iguíñiz Echeverría
FUENTE : ACTUALIDAD ECONOMICA
desventajas.

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