Complacencia en país



Las cifras de pobreza han mostrado que, a pesar del estancamiento de la producción económica durante el 2009, su incidencia ha seguido bajando, aunque a un ritmo menor que en años anteriores. Es comprensible la positiva reacción que ello ha causado en quienes pensaban en lo peor pues creían que, en realidad, la economía había caído en términos absolutos en su nivel de actividad. Acostumbrados a grandes retrocesos como durante las crisis de décadas antepasadas, y con expectativas bajas en el avance contra la pobreza resultante del crecimiento, cualquier progreso nos resulta buena noticia. Pero debemos evitar la complacencia sobre la situación y la expectativa de que la economía resolverá todo.

Una cosa es mejorar y otra estar bien


El nivel de algunos indicadores nos lleva a recordar que una cosa es mejorar y otra estar bien. Ciertamente, quien ha logrado bajar su fiebre de 40 a 39 ha mejorado pero no está bien. Pasa algo parecido cuando vemos las cosas socialmente. En efecto, hay asuntos como la nutrición infantil en los cuales mejorar es totalmente insuficiente. Sobre todo cuando se trata de carencias que tienen repercusiones de largo plazo para las personas afectadas. En esos casos, como la desnutrición o la anemia, la única noticia verdaderamente positiva es la erradicación del problema.

En anemia, demasiado cerca de Haití


La situación que muestran los indicadores sobre esos problemas en el Perú es terrible pues no solo estamos muy lejos de dicha erradicación sino que nos aproximamos en la desgracia a países con mucho menos recursos económicos que nosotros.

La prevalencia de desnutrición crónica (talla/edad) de acuerdo con UNICEF 2008 (cifras son generalmente de años anteriores al 2008 aunque próximos) ubica al Perú con 24%. Esa tasa nos coloca muy lejos de Chile (1%) y de Argentina (4%) y al mismo nivel que Haití (24%), junto a países más pobres en términos del poder de compra del PIB pér cápita como Ecuador (23%), Bolivia (27%) o Honduras (25%). Las cifras de Haití son obviamente anteriores al terremoto.

La prevalencia de anemia en niños peruanos menores a 5 años registra una cifra de 50.4% Esta cifra está lejos del 1.5% de Chile y el 17% de Nicaragua y nos coloca cerca del 65.8% de Haití. Algo parecido sucede con la anemia en menores de 2 años pues, con 66.0%, nos parecemos más a Haití con 83.3% que a Chile con 8.8%. También es similar la anemia en embarazadas, alcanzando nuestra anemia a 42.7% de las embarazadas, lejos del 11.6% de Chile, por encima del 32.9% de Nicaragua y muy cerca del 50.3% en Haití.

En general, felizmente hay avances en todos los países, pero en el Perú ocurren desde niveles muy altos. Demasiado lejos de Chile, demasiado cerca de Haití.

Cuestión de interés

De las comparaciones anteriores se puede intuir que el nivel del producto per cápita no es ni necesario ni suficiente para atacar en serio ciertos problemas. Nicaragua, solo a manera de ejemplo, es económicamente mucho más pobre que el Perú pero ha logrado bajar la situación de anemia hasta registrar índices mucho menores que los nuestros. Es, pues, cuestión de prioridad, no de recursos.

AUTOR : Javier M. Iguíñiz Echeverría Profesor del Departamento de Economía de la PUCP

FUENTE : ACTUALIDAD ECONOMICA DEL PERU

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