Reservas probadas, probables, posibles...



Ayer se publicaron los nuevos estimados sobre las reservas de gas de Camisea, que tanta controversia han generado últimamente, y que, seguramente, seguirán generando, pues el tema es extenso y complejo. Así, se ha anunciado que, según la última evaluación, el volumen de reservas se habría elevado a entre 11.2 y 18.6 TCF (Trillones de Pies Cúbicos), con lo que estarían largamente asegurados el abastecimiento interno y la viabilidad de la exportación.

Al respecto vale la pena hacer algunos comentarios para ver cómo la controversia sobre Camisea está aún muy lejos de haberse solucionado. En primer lugar está la cuestión de cuáles son realmente las reservas existentes, y aquí debe distinguirse entre reservas “probadas”, “probables” y “posibles”:

•Probadas: aquellas reservas estimadas sobre las cuales hay una real y razonable certeza de que son recuperables (explotables) comercialmente.

•Probables: hay menos seguridad de que sean recuperables comercialmente (usualmente un 50% de probabilidad de que se concrete el volumen estimado).

•Posibles: hay alto riesgo e incertidumbre (la probabilidad de que lo estimado se concrete puede ser tan baja como 10%).

Es decir, reinterpretando la estimación de reservas en Camisea tenemos que probadas o “seguras” hay supuestamente 11.2 TCF, y lo demás son no probadas; que ojalá se concreten, pero que también puede que no se den. No se trata de ser aguafiestas, pero igual hay que tener mucho cuidado con los “Don Óptimos”. ¿Recuerdan cómo en los 70 y 80 se creía que en la Selva Norte había un mar de petróleo y que Venezuela sería chancay de a medio al lado del Perú? Al final, todo fue promesas, pues hasta ahora no la vemos.

Otra observación a hacer es sobre la transparencia de las estimaciones de reservas, pues se han barajado las cifras más contradictorias y caprichosas. Así, llama la atención cómo en el 2009 Pluspetrol anunciaba con bombos y platillos que las reservas probadas de Camisea eran 14.1 TCF. ¿Extraño no? ¿Cómo se explica que un año después una consultoría independiente encuentre, que, en el mejor de los casos, las reservas probadas solo son 11.2 TCF? ¿Se evaporó la diferencia?

Lo anterior refleja cómo en este tema de las estimaciones de reservas las cifras, y los intereses detrás de ellas, varían ampliamente, y por ello es urgente que se establezcan procedimientos regulares y transparentes para la estimación y la verificación de las reservas, no solo de Camisea, sino de cualquier otra explotación hidrocarburífera en el país.

Y finalmente, debe mencionarse la cuestión del abastecimiento interno. La exportación del gas se justifica afirmando que el abastecimiento del mercado nacional está “asegurado para los próximos 20 años”. ¡Qué bacán! ¿Pero, y después? ¿Qué garantías de abastecimiento tendremos, si no se encuentran nuevas y sustanciales reservas? Cambios al contrato original de Camisea rebajaron la obligación de los inversionistas de asegurar el abastecimiento interno antes de exportar a solo 20 años, contados a partir de la firma del contrato, y ahora estamos viendo las consecuencias. Así, como vemos, más allá de las sonrisas y anuncios, en lo que corresponde a Camisea algo aún huele mal, y no es precisamente el gas.

AUTOR : Armando Mendoza ;Economista
FUENTE : ACTUALIDAD ECONOMICA DEL PERU

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