Después de la herencia peruana en la UNASUR



Hay una repetida presencia peruana en la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), y la más reciente es su ratificación al tratado constitutivo de esa unión. Con esa medida se termina legitimando un proyecto que es muy diferente al propiciado por Lima cuando en 2004 apostó a crear una Comunidad Sudamericana de Naciones. Es que en la UNASUR nada es lo que parece.

Se dice que esta unión es algo nuevo. Pero en realidad es parte de un camino iniciado en el año 2000 por Brasil con LA PRIMERA cumbre de jefes de Estado de América del Sur. También se dice que la unión es la alternativa al libre comercio y los TLCs. Pero la verdad es que durante muchos años apuntó a un área de libre comercio dentro de América del Sur, una especie de TLC continental, que supuestamente permitiría negociar de mejor manera frente a gigantes como los EE.UU. y los europeos.

Se dice que la UNASUR, en cambio, es un proceso de integración. Pero en realidad ese objetivo era mucho más claro bajo la perspectiva peruana de la Comunidad Sudamericana de Naciones. Allí se analizaban dos problemas claves: las asimetrías económicas y comerciales entre los países (por ejemplo, las naciones pequeñas frente al gigante brasileño), y las vías para lograr una convergencia. Aquel propósito integracionista se redujo sustancialmente cuando la comunidad fue reconvertida en UNASUR en 2007.

Dicen que es una “unión” de países, pero en realidad es una mesa de diálogo político. La idea de una “unión” fue siempre promovida por el presidente Hugo Chávez, implicando profundizar aún más a la Comunidad Sudamericana. Pero en un raro enroque, Brasil aceptó usar la palabra “unión”, pero a cambio logró imponer la estructura y funcionamiento de un foro político.

Brasil por un lado quería desmarcarse de otros foros, como el Grupo de Río y especialmente las cumbres Iberoamericanas (donde España le opacaba), y contar con su propia mesa de concertación sudamericana. Pero por otro lado, siempre buscó que el liderazgo no le obligara a pagar los costos económicos y comerciales de una verdadera integración (como le sucede a Alemania en la Unión Europea). El gobierno brasileño nunca aceptó una integración con acuerdos vinculantes supranacionales. La salida era, por lo tanto, usar el nombre de “unión” pero enfocándolo como una mesa de diálogo y coordinación presidencial.

AUTOR : EDUARDO GUDYANAS
FUENTE : DIARIO LA PRIMERA

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