Tributación: igual que en 1995



En el Perú, los ingresos tributarios del gobierno central han sido en promedio el 13.3% del PBI en el periodo 1970-2009, lo que nos ubica debajo del promedio de América Latina de 17.5% del PBI, según CEPAL. Una característica central son sus fuertes fluctuaciones (efecto serrucho).

Así, en 1980 se alcanzó el pico más elevado con 18% del PBI (coyuntura de altos precios de los minerales y del petróleo y el apoyo a las exportaciones no tradicionales). Pero en 1989, durante el primer gobierno de Alan García, se llegó al punto más bajo: solo 8.1% del PBI.

Dice el ex jefe de la Sunat Luis Alberto Arias en un reciente libro: “El congelamiento del tipo de cambio, los subsidios a los combustibles y la hiperinflación contribuyeron a erosionar las bases tributarias de un sistema tributario ‘petrolizado’ y altamente dependiente de los impuestos al comercio exterior. Adicionalmente, una administración tributaria débil poco pudo hacer para evitar el desplome” (1).

En 1991, con la eliminación de la hiperinflación y la creación de la Sunat se logra una recuperación, hasta 1997. Pero la reforma tributaria de esos años trae consigo un cambio central: se aumentan los impuestos indirectos (el IGV y los impuestos selectivos al consumo) y disminuye la carga de los impuestos directos (se elimina el impuesto al patrimonio, que si bien recaudaba poco tenía un importante componente de equidad).

Como se sabe, los impuestos indirectos tienen un carácter regresivo, pues son pagados por igual por ricos y pobres. Pero para los segundos, la carga sobre su salario es mucho mayor que para los primeros.

En 1998 comienza otro ciclo descendente que hace caer la recaudación al 12.1% del PBI en el 2002 “como consecuencia de la crisis económica y de las exoneraciones y beneficios tributarios concedidos en los últimos años del gobierno de Alberto Fujimori. Fue particularmente negativo el beneficio de doble depreciación de activos deducible de las utilidades para las empresas que se reorganizaran (DS 120 94 EF)” (Arias, ídem).

Desde el 2003 hay una mejoría constante, llegando al 15.6% en el 2008 (ayudó el “boom” de precios de las materias primas y las reformas administrativas de la Sunat: detracciones, retenciones y percepciones). Sin embargo, en el 2009, la presión tributaria ha caído al 13.5% del PBI (por la crisis internacional), lo que nos coloca en el mismo nivel que en 1995.

Con respecto al impuesto a la renta (incluyendo, ojo, a empresas y personas naturales), en los años 2007 y 2008 su recaudación superó el 6% del PBI, batiendo el récord de 1980. A ello contribuyó el aumento del IR de las empresas mineras. Sin embargo, debido a la crisis del 2008 y del 2009, el IR ha descendido al 5.3% del PBI. Agreguemos que el cobro de un impuesto a las sobreganancias mineras y petroleras habría permitido elevar significativamente el IR del 2006 al 2008.

Para terminar, el Perú tiene, como constante, uno de los niveles de recaudación más bajos de la Región, en buena medida debido a la evasión y elusión tributaria –tanto del IGV como del IR de las empresas (2)–, lo que nos dice que es necesaria una profunda reforma tributaria integral, tema sobre el que volveremos en un próximo artículo.

(1) Luis A. Arias, La tributación directa en América Latina. El caso de Perú, CEPAL, 2009.

(2) Ver “Evasión tributaria en el Perú”, Cristal de Mira, 24/10/09.

AUTOR : HUMBERTO CAMPODONICO
FUENTE : CRISTAL DE MIRA

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