Renovando las noticias


La semana pasada, los rumores provenientes del mundo de los medios impresos eran copiosos: cien periodistas de la redacción de The New York Times serían indemnizados o perderían su trabajo si se rehusaran; recortes pronunciados en periódicos británicos; reducciones de personal en Condé Nast -ocho respetados editores despedidos en la revista Glamour -. En Estados Unidos y otras partes, existe la sensación de que la implosión tan vaticinada de las editoriales de noticias se está acelerando y ha alcanzado una suerte de masa crítica.

La directora de una prestigiosa escuela de periodismo, haciéndose eco de los sentimientos comunes entre sus padres, me dijo recientemente: "Estamos preparando a los alumnos para ingresar en una profesión que no existirá tal cual la conocemos para el momento en que se gradúen".

No hay manera de disfrazar la realidad: los lectores de diarios, en Occidente al menos, están envejeciendo; los lectores más jóvenes prefieren informarse online, donde los lectores, en realidad, pasan mucho menos tiempo leyendo noticias que los lectores de prensa impresa; y, más angustioso aún para la industria, la gente que estaba dispuesta a pagar por los diarios no quiere pagar por el mismo contenido en una pantalla.

Ahora bien, ¿esto significa la muerte de las noticias o su evolución? Pienso que estamos presenciando el nacimiento de algo nuevo.


Hay mucho que lamentar con la defunción del antiguo modelo de noticias. Tuve el honor de asistir al estreno de The Most Dangerous Man in America ( El hombre más peligroso de Estados Unidos ), el nuevo documental sobre Daniel Ellsberg y su osada revelación de Los Papeles del Pentágono -contra la voluntad del gobierno norteamericano- a The New York Times en el año 1971. En ese momento, los periódicos contaban con la atención del público y podían ser un moscardón poderoso. Si uno era el presidente Richard Nixon, no había manera de ignorar lo que aparecía en la tapa de The New York Times .


Las bendiciones de Internet son muchas, pero una víctima de nuestra segmentación en subculturas online es la pérdida de un punto central común. Es fácil para un presidente o primer ministro ignorar miles de sitios web; la multiplicidad de canales de distribución y voces online, paradójicamente, ha debilitado el poder de los medios para exigir responsabilidad de los líderes.


Sin embargo, la defunción del viejo modelo de noticias también ha tenido un efecto saludable. La relación de la gente con la figuras de autoridad -médicos, políticos, líderes religiosos o, por cierto, periodistas- ya no es sumisamente respetuosa. Pero esto implica que los periódicos, para sobrevivir, tendrán que abandonar su tono verticalista, su sensación de jerarquía de "nosotros decidimos qué es importante", y crear tipos más colaboradores de documentación y retroalimentación con los ciudadanos.


Esto no significa simplemente aceptar comentarios sobre un artículo que se publica online; implica crear más oportunidades para que los ciudadanos documenten, registren, ordenen y editen noticias desde sus propias comunidades. De esta relación de poder diferente entre editores y ciudadanos podría evolucionar una nueva forma, que potencialmente podría volverse tan poderosa como el periodismo tradicional, si no más.


En primer lugar, los medios de noticias online tendrán que hacer un enlace no sólo a fuentes, sino a cobertura en vivo, idealmente filmada por los ciudadanos. Yo he redactado columnas de opinión en colaboración con un colectivo de noticias en video de ciudadanos, el colectivo The Glass Bead (La cuenta de cristal). Existe una poderosa inmediatez a documentos que ofrecen hipervínculos a cobertura de veteranos que están siendo pisoteados en el suelo por policía montada en una manifestación durante los debates presidenciales en Estados Unidos o estudiantes que son asfixiados con gas en sus habitaciones durante la reciente cumbre del G-20. A medida que vayan siendo más los ciudadanos que se convierten en documentalistas, los periódicos online tendrán que editar su trabajo para reflejar la realidad a un nivel de urgencia visual que los nuevos lectores dan por sentado.


En segundo lugar, los medios de noticias tendrán que ser interactivos: deberían enseñarle regularmente a los ciudadanos, por ejemplo, a escribir columnas de opinión, de manera que los editores puedan recibir una cantidad verdaderamente diversa de presentaciones –bien documentadas, bien escritas y bien argumentadas- de gente de todos los estamentos sociales.

Para terminar, los ciudadanos deberían estar en condiciones de seguir editando una noticia. En Facebook, por caso, experimenté el asombroso potencial de publicar un comentario y luego invitar a mi “comunidad” a seguir la investigación y el debate. Con certeza, quedé expuesta a fuentes endebles, y los diarios del futuro deberían ayudar a los lectores a aprender qué es una buena fuente y qué es lo que requiere un buen periodismo ciudadano. Pero también he tenido muchas experiencias deslumbrantes ya que personas de todo el mundo y de todo contexto profundizan mi comprensión e investigación sobre cuestiones de tan amplio alcance como el derecho militar, las prácticas religiosas y la gripe porcina.

Con todo cambio de medio, existe un período de luto por el anterior. No pretendo poseer el Santo Grial del periodismo: un plan de negocios sustentable para el periódico del futuro. Pero sí sé que ese objetivo es mucho más factible de alcanzar si los periódicos toman en serio a sus lectores y los capacitan como documentalistas de sus propias comunidades y de sus propios movimientos. Si los editores de periódicos siguen simplemente haciendo cambios cosméticos, su barco elegante, elitista –y actualmente camino a hundirse- merecerá su destino.

AUTOR : Naomi Wolf;activista política y crítica social cuyo libro más reciente es Give Me Liberty: A Handbook for American Revolutionaries.

FUENTE : PROJECT SYNDICATE

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