Los planes de estímulo financian un amplio repunte en los mercados
Los inversionistas dejaron atrás su creciente preocupación sobre un abrupto final de la racha alcista de los mercados financieros e inyectaron el lunes nuevos recursos en activos como acciones estadounidenses e internacionales, oro, petróleo y bonos basura.
El Promedio Industrial Dow Jones escaló 203,52 puntos, un 2,03%, para llegar a 10.226,94, su cierre más alto en 13 meses y su segunda alza de 200 puntos en tres jornadas. Los futuros del oro perforaron la barrera de los US$1.100 por vez primera y el dólar, que se ha visto afectado por las bajas tasas de interés y los temores de presiones inflacionarias en EE.UU., reanudó su descenso frente al euro y cerró en US$1,4988 por euro en Nueva York tras superar brevemente el nivel de US$1,50 por euro. Las bolsas en todo el mundo también subieron.
Uno de los motores de la escalada que ha beneficiado a una amplia gama de activos son los billones de dólares de estímulo financiado con deuda que los gobiernos y bancos centrales del mundo han inyectado en sus economías, en su empeño por combatir la recesión.
El dinero apuntala las ganancias de las empresas, aumenta el atractivo de la renta variable y, puesto que las compañías no pueden utilizar todos los fondos de modo productivo, también van a parar a los mercados financieros.
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Las enormes ganancias, sin embargo, no han saciado el apetito de los inversionistas. Por grande que sea, el auge que ha tenido lugar a partir de marzo se ha producido en un contexto marcado por el escepticismo. Los gestores de fondos sienten que deben hacer apuestas arriesgadas para mantenerse a la par del mercado, pero que no están conformes con lo que están viendo.
"Creo que en algún momento esto va a acabar mal, pero los buenos tiempos podrían continuar por un rato", dice Gordon Fowler, que ayuda a administrar US$17.000 millones como director de inversión de la Glenmede Trust. A Fowler le preocupa el alza de la deuda fiscal. "No creo que saldremos pacíficamente de lo que constituye un nivel insosteniblemente alto de deuda", insiste.
De todos modos, añade, en sus portafolios prevalecen las inversiones más arriesgadas, como las acciones, los bonos basura y las materias primas porque de ahí provendrán las ganancias en el futuro inmediato.
Aunque puedan estar surgiendo nuevas burbujas en los mercados, la historia sugiere que existe un lapso prolongado entre el momento cuando los expertos identifican las burbujas y el momento en que estallan. Aunque el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, advirtió en 1996 sobre la "exhuberancia irracional" del mercado bursátil, las acciones no colapsaron hasta 2000. Asimismo, aunque algunos expertos alertaron de la formación de una burbuja inmobiliaria en 2005, esta no se empezó a desinflar hasta el año siguiente.
Los inversionistas, en todo caso, no parecen tener mayores inconvenientes en apostar a activos en los cuales no creen. Pero aunque los compradores no crean realmente en las inversiones que están realizando, esperan que haya otro comprador más adelante.
Ed Yardeni, estratega de inversión de Yardeni Research, cuenta que ha visitado a gestores de fondos de pensiones, de inversión y de cobertura en Boston, Chicago y Londres en las últimas dos semanas y que la mayoría no está muy satisfecha con sus inversiones.
"Todavía hay mucho temor de que todo esto se pueda revertir rápidamente", dice Yardeni. Entonces, ¿por qué asumen el riesgo? "No pueden permitirse quedar al margen del mercado alcista", explica Yardeni.
Las bolsas también se han beneficiado de las declaraciones de los gobiernos de que seguirán inyectando dinero en la economía global. La semana pasada, la Reserva Federal de EE.UU. reiteró su compromiso con las tasas de interés "excepcionalmente bajas" por "un período extendido".
Durante el fin de semana, los ministros de Finanzas y presidentes de los bancos centrales de las economías desarrolladas y en desarrollo prometieron, tras concluir la conferencia del Grupo de los 20 en Escocia, implementar más políticas de estímulo.
El dólar, mientras tanto, se vio perjudicado por un informe del Fondo Monetario Internacional que sugirió que sigue teniendo un valor fuerte. El FMI también indicó que, debido a las bajas tasas de interés de EE.UU., el dólar se ha convertido en la moneda en que los inversionistas se endeudan para luego venderla e invertir en valores extranjeros. La práctica, conocida como carry trade, contribuye a la debilidad del dólar e impulsa las inversiones internacionales.
Algunos creen que los temores por el repunte del mercado son exagerados. Señalan que las acciones habían caído a sus niveles más bajos en 12 años en marzo, antes de empezar a repuntar. Si el estímulo produce una recuperación económica real, dicen, la escalada bursátil tiene sentido.
Otros analistas, sin embargo, creen que se podría avecinar una corrección de corto plazo.
En los últimos tres días de negociación, el volumen total de transacciones en acciones en la Bolsa de Nueva York estaba muy por debajo del promedio para el año, de 5.780 millones, algo que sugiere que el impulso puede ir en declive.
Además, aunque el Dow Jones sigue 28% a la baja respecto a su máximo de 2007, ha avanzado 56% desde su mínimo de marzo. Otros indicadores, como el Standard & Poor's 500 y el Índice Compuesto Nasdaq, no han regresado a sus máximos recientes.
Ajustado por la inflación, el oro alcanzó US$2.291,55 para equiparar su récord de 1980. Su precio se ha cuadruplicado desde 2001, cuando se cotizaba por debajo de los US$260.
La debilidad del dólar ha contribuido a la demanda por alternativas como el oro, el petróleo y el cobre y a los inversionistas les preocupa que si la divisa estadounidense toca fondo, esos mercados podrían verse afectados.
AUTOR : E.S. Browning
FUENTE : WALL STREET JOURNAL
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