Mi plan para los activos tóxicos de los bancos

La economía estadounidense y buena parte del mundo enfrentan retos extraordinarios y para enfrentarlos se seguirán necesitando acciones extraordinarias.

Ninguna crisis como la actual tiene una sola o simple causa, pero como país nos endeudamos mucho y permitimos que nuestro sistema financiero asumiera niveles de riesgo irresponsables. Estas decisiones han causado un sufrimiento enorme y buena parte de los daños ha caído sobre los estadounidenses comunes y corrientes y los dueños de pequeños negocios que fueron cautelosos y responsables. Esto es fundamentalmente injusto y los estadounidenses están, con razón, furiosos y frustrados.

La profundidad del descontento público y la gravedad de esta crisis requieren que cada política que implementemos sea sometida a la prueba más seria: determinar si ayudará a que nuestro sistema financiero vuelva al negocio de proveer crédito a familias trabajadoras y negocios viables, además de contribuir a prevenir crisis futuras.

En las últimas seis semanas, hemos implementado una serie de iniciativas financieras a lo largo del Programa de Recuperación y Reinversión, para ayudar a sentar la base financiera de una recuperación económica. Lanzamos un amplio programa para estabilizar el mercado inmobiliario animando tasas hipotecarias más bajas y facilitando la refinanciación para millones de personas para que eviten las ejecuciones hipotecarias. Establecimos un nuevo programa de capital para proveer a los bancos con una garantía en contra de una recesión más profunda. Al transmitir confianza de que los bancos tendrán un nivel de capital suficiente incluso si el escenario pinta peor de lo esperado, habrá más crédito disponible en la economía a tasas más bajas, haciendo menos probable que el empeoramiento de la economía al cual temen se haga realidad.

Hemos dado inicio a un nuevo programa de préstamo con la Reserva Federal, dirigido a los mercados de titularización, críticos para los préstamos al consumidor y los pequeños negocios. La semana pasada anunciamos medidas adicionales para apoyar los préstamos a los pequeños negocios al comprar directamente valores respaldados por préstamos de La Agencia Federal para el Desarrollo de la Pequeña Empresa.

En conjunto, las medidas tomadas por la Reserva Federal en los últimos meses y estas iniciativas lanzadas por este gobierno ya están empezando a hacer la diferencia. Ayudaron a reducir las tasas de interés hipotecarias a niveles históricamente bajos. Tan sólo este mes, vimos un incremento de 30% en el refinanciamiento de hipotecas, lo que significa que millones de estadounidenses están aprovechando la caída en las tasas. Esto es bueno para los dueños de casas y bueno para la economía. El nuevo programa conjunto de préstamos con la Reserva Federal generó cerca de US$9.000 millones de titularizaciones la semana pasada, más que en los últimos cuatro meses combinados.

Sin embargo, el sistema financiero como un todo aún trabaja en su recuperación. Muchos bancos, aún aquejados por sus malas decisiones de préstamos están restringiendo el crédito. Los precios de mercado para muchos activos en manos de instituciones financieras, los llamados activos de legado, son inciertos o están deprimidos. Con estas presiones afectando los resultados de los bancos, el crédito sigue siendo un bien escaso y el que está disponible acarrea un alto costo para los prestatarios.

Hoy (lunes) estamos anunciando otra pieza crítica de nuestro plan para incrementar el flujo de crédito y expandir la liquidez. Nuestro nuevo Programa de Inversión Publico-Privado establecerá fondos para proveer un mercado para los préstamos de legado y los valores que actualmente agobian al sistema financiero.

El Programa de Inversión Publico-Privado comprará préstamos ligados a bienes raíces a bancos y valores del mercado en general. Los bancos tendrán la habilidad de vender paquetes de préstamos a fondos dedicados y los inversionistas competirán por la oportunidad de participar en esos fondos y tomar ventaja de la financiación suministrada por el gobierno.

Los fondos establecidos bajo este programa tendrán tres características esenciales: Primero, usarán recursos del gobierno en la forma de capital del Departamento del Tesoro y financiación de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC) y la Reserva Federal para movilizar capital de los inversionistas privados. Segundo, el Programa de Inversión Publico-Privado se asegurará que los participantes del sector privado compartan los riesgos tanto como los contribuyentes y que los contribuyentes compartan las ganancias de estas inversiones. Estos fondos estarán abiertos a los inversionistas de todo tipo, tales como fondos de pensiones, para que así una amplia gama de estadounidenses pueda participar.

Tercero, los inversionistas del sector privado establecerán el valor de los préstamos y los valores comprados bajo el programa, los cuales protegerán al gobierno contra pagos excesivos por esos activos.

El nuevo Programa de Inversión Publico-Privado inicialmente proveerá financiación por US$500.000 millones con el potencial de extenderla a hasta US$1 billón (millón de millones), lo cual es una parte sustancial de los activos ligados a bienes raíces originados antes de la recesión que en estos momentos están estancando nuestro sistema financiero. Con el tiempo, al proveer un mercado pata estos activos, que actualmente no existe, el programa ayudará a mejorar el valor de los activos, incrementar la capacidad de préstamo por parte de los bancos y reducir la incertidumbre sobre la escala de las pérdidas en los balances de los bancos. La habilidad para vender activos a este fondo hará más fácil para los bancos el recaudar capital privado, lo cual acelerará su habilidad para reemplazar las inversiones de capital suministradas por el Tesoro.

Este programa para lidiar con los préstamos y valores de legado forma parte de una estrategia amplia para resolver la crisis tan rápida y efectivamente como sea posible, con el menor costo para los contribuyentes. El Programa de Inversión Publico-Privado le conviene más al contribuyente que hacer que el gobierno compre directamente los activos a los bancos que aún operan y asuma una mayor participación de las pérdidas. Nuestra estrategia comparte el riesgo con el sector privado, apalanca eficientemente el dinero de los contribuyentes y genera competencia en el sector privado para determinar los precios de mercado para los activos que actualmente son ilíquidos. Simplemente esperar a que los bancos se deshagan de estos activos amenaza con prolongar la crisis en una manera similar a la experiencia japonesa.

Al avanzar, nosotros, como país, debemos trabajar juntos para encontrar el balance adecuado entre nuestra necesidad de promover la confianza pública y usar el dinero de los contribuyentes de manera prudente para fortalecer el sistema financiero. Esto, sin dejar de conservar la confianza de los participantes de mercado, quienes necesitan hacer su parte para conseguir que el crédito fluya a las familias trabajadoras ya los negocios —grandes y pequeños— en todo el país.

Esto requiere que aquellos que están en el sector privado recuerden que la ayuda gubernamental es un privilegio, no un derecho. Cuando las instituciones financieras vienen a nosotros en busca de ayuda monetaria directa, nuestro gobierno tiene la responsabilidad de asegurarse que estos fondos sean desplegados para expandir el flujo de crédito a la economía, no para enriquecer a los ejecutivos o a los accionistas. Estas provisiones necesitan ser diseñadas y aplicadas de tal manera que no desalienten la participación del sector privado en programas disponibles para estabilizar los mercados inmobiliarios, impulsar los mercados de crédito y librar a los bancos de los activos de legado.

No podemos resolver esta crisis sin hacer posible que los inversionistas asuman riesgos. Aunque esta crisis fue causada por los bancos que tomaron demasiados riesgos, el peligro es que ahora asuman muy poco. Al trabajar con el Congreso para implementar condiciones severas que impidan el uso incorrecto de la ayuda de los contribuyentes, necesitamos ser muy cuidadosos para no desalentar las inversiones que la economía necesita para recuperarse de la recesión. La ley le da a los empresarios responsables y a los inversionistas la confianza para invertir y crear trabajos en nuestro país. El compromiso de Estados Unidos de buscar políticas económicas que promuevan la confianza y la estabilidad se remonta al primer secretario del Tesoro, Alexander Hamilton, quien fue el primero en dejar en claro que cuando nuestro gobierno da su palabra, lo hace en serio.

Pese a todos los retos que enfrentamos, aún tenemos un sistema financiero diverso y resistente. El proceso de reparación tomará tiempo y el progreso será dispar, con períodos de estrés y fragilidad. Pero estas políticas funcionarán. Ya hemos visto que donde el gobierno ha suministrado apoyo y financiación el crédito está más disponible a costos más bajos.

Sin embargo, a medida que luchamos contra la crisis actual, también debemos comenzar el proceso de asegurar que una crisis como esta nunca se repita. Como ha dicho el presidente Obama, no podemos seguir sosteniendo a mercados del siglo XXI con regulaciones del siglo XX. Nuestro país merece poder elegir entre mejores opciones que o aceptar el daño catastrófico causado por un colapso como el de Lehman Brothers, o ser forzado a inyectar miles de millones de dólares de los contribuyentes en una institución como AIG para proteger a la economía en contra de esa escala de daños. La carencia de un régimen regulatorio moderno y apropiado y de autoridad de resolución contribuyeron a esta crisis y continuarán limitando nuestra capacidad de enfrentar crisis futuras hasta que implementemos reformas fundamentales.

Nuestra meta debe ser un sistema más fuerte que pueda proveer el crédito necesario para la recuperación y que también se asegure que nunca nos hallemos en este tipo de crisis financiera otra vez. Estamos actuando rápidamente para alcanzar esas metas y continuaremos haciéndolo hasta que lo hayamos logrado.

AUTOR :Timothy Geithner ; secretario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos
FUENTE : Wall Street Journal

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