Las AFP y el capitalismo asistido
Por Alberto Adrianzen
Para las AFP, bancos y empresas, todo, para los pensionistas, las propinas. Las AFP nunca pierden, sino sus “clientes”.
A finales de la década de los setenta se empleó la palabra “capitalismo asistido” para explicar la crisis de los llamados Estados populistas. La idea es que los estos Estados entraban en crisisno solo por el excesivo gasto que hicieron para favorecer al sector moderno (trabajadores, clases medias urbanas y empresarios nacionales insertos en redes de clientelismo), sino también por la imposibilidad de solucionar -como señala Juan Carlos Portantiero- la tensión entre las demandas sociales (una mejor distribución de ingresos, trabajo, derechos e igualdad) que estos mismos Estados habían propiciado y la existencia del llamado “capitalismo asistido”.
Esto es, uno que contaba con “una malla de seguridad que el Estado brindaba a los capitalistas privados con mayor presión corporativa” para continuar con el proceso de acumulación y que se expresaba en subsidios directos, exenciones tributarias políticas proteccionistas como un “salvataje corporativo de los riesgos de las competencia”.
La crisis y el posterior ajuste fiscal, empleando muchas veces gobiernos dictatoriales, fue la manera en que el capitalismo y los neoliberales resolvieron esta tensión para dar inicio a un nuevo ciclo de acumulación.
En este proceso los que “pagaron el pato”, como de costumbre, fueron los trabajadores: se les flexibilizó el mercado laboral; se les bajaron los ingresos; se les liquidó, aquí en el Perú, lo poco que había de sindicalismo; y se les eliminaron derechos laborales y sociales con el absurdo argumento de que eran un sector privilegiado frente a los millones de informales, como si los empresarios no lo fueran.
También fueron desmantelados los subsidios a la industria nacional y el Estado, además de achicarse, terminó por ser el gran ausente. La idea de que el mercado se autorregulaba, que había que abrir la economía, que las crisis económicas eran consecuencia del intervencionismo estatal y que los trabajadores eran unos privilegiados, terminó por ganar adeptos e imponer un régimen autoritario y un nuevo sentido común.
Sin embargo, me parece que es necesario, una vez más, discutir la tesis del capitalismo asistido que sería la otra cara del llamado Estado populista o, si se prefiere, una suerte de populismo invertido que favorece a los grandes empresarios.
Hemos pasado de “subsidiar” a los trabajadores e industriales nacionales (se puede hablar de mejorar la distribución del ingreso) a subsidiar a los grandes capitalistas y al capitalismo para construir un mercado oligopólico que es una manera de resolver su crisis de acumulación ampliando mercados, aumentado el control del capital sobre la sociedad, y descargando los costos de este proceso sobre los hombros de los trabajadores y del conjunto de la sociedad. Mientras ellos se hacen más ricos, la sociedad se hace más desigual, incrementando su pobreza relativa respecto a los ricos.
Un buen ejemplo lo tenemos en los datos recientes del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) respecto al crecimiento del ingreso en el 2013. Según este organismo, los ingresos de los peruanos casi se estancaron durante ese año ya que el ingreso mensual real por habitante creció 0.8% el año pasado. En el área urbana no subió más que un sol. Ello, cuando la economía creció 5,6% durante ese año (Gestión: 20/05/14).
Otro buen ejemplo son las famosas Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP) que demuestran que el “capitalismo asistido” existe y que goza de protección y de buena salud en el país. Los informes publicados por el Instituto de Defensa Legal (IDL) no dejan la menor duda.
En realidad las AFP, que fueron creadas luego del golpe de 5 de abril de 1992, es otra forma capitalismo asistido. Como sabemos, las AFP es una forma de “ahorro forzoso” que nos promete una jubilación decorosa. Así, los afiliados a este sistema depositamos mensualmente un porcentaje de nuestro sueldo, más una comisión (la más alta de la región) a cambio de una pensión para nuestra vejez.
El problema está en que las AFP, cuyos dueños son los bancos, le prestan nuestros dineros a las empresas cuyos dueños son también los mismos bancos. Como informa el IDL: “En 2012, las tres entidades crediticias que poseían una AFP (Scotia, BBVA Banco Continental y Banco de Crédito) absorbieron el 78.23% de las inversiones del fondo sector bancario”.
Pero hay más. Si comparamos la tasa de rentabilidad o ROE (que es la rentabilidad de la empresa obtenida en relación a su capital) de las AFP y de los bancos con la rentabilidad de los futuros pensionistas, veríamos que las diferencias son abismales.
Para las AFP, bancos y empresas, todo, para los pensionistas, las propinas. Las AFP nunca pierden, sino sus “clientes”, y la aversión al riesgo, tan propio del espíritu empresarial, no existe. Son unos rentistas. Sería bueno saber cuánto gana un director de AFP y cuánto recibe un pensionista para darnos cuenta dónde está el secreto.
Además,los futuros pensionistas son unos convidados de piedra. Vivimos en la ignorancia respecto a qué hacen con nuestro dinero. Sería bueno que la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS)informea los usuarios en cuántas y en cuáles empresas las AFP han invertido y donde tienen un puesto en el directorio para darnos cuenta que todoes la misma marimoña, y cómo las AFP y los bancos dominan la economía peruana y de paso nuestras vidasy vejez, más aún ahora cuando los bancos han comprado los seguros médicos y las clínicas. Solo faltan que también nos entierren. Así nos contralarán desde que nacemos hasta que morimos.
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