Qali Warma una vez más
Por Pedro Francke
La crítica a la mala focalización del programa ha perdido piso. Eso está bien, porque este programa debe ser universal y así se busca que sea. No hay “filtraciones” porque todo niño y niña tiene derecho a una buena educación y una buena salud. Ojalá este reconocimiento de universalidad se extienda a la salud pública y al cuidado de la primera infancia (0 a 5 años) y se terminen con los absurdos discursos de focalización que todavía se repiten para esas prioridades sociales.
Falta resaltar que ya no se está entregando papillas a los niños menores de 3 años, edad en la que se genera la desnutrición crónica y hay mucha anemia. Los indicadores nutricionales son realmente preocupantes y no están mejorando como deberían. Hace falta un programa efectivo de nutrición infantil.
Debatir sobre un programa social no está mal. No se trata de tirar al niño con el agua sucia, sino de mejorar el cuidado infantil. En este debate sin duda se han cruzado los intereses políticos poco santos del Apra y el fujimorismo, pero sin la presión ciudadana seguiríamos pagando alimentos preparados intoxicando niños. Algo bueno ha salido de este debate.
Hasta el Presidente Humala se ha lanzado a defender Qali Warma. ¿Tiene razón?
Por un lado, el gobierno ha resaltado que ahora se da de comer a más estudiantes, más días al año, con un menú más variado que es más aceptado por los niños y niñas: eso está muy bien. Resalta con la poca cobertura y baja calidad que tenía este programa con Fujimori, Toledo y Alan García, cuando muchos de los escolares a quienes les llegaba no lo comían porque les repetían siempre el mismo insípido producto.
Por un lado, el gobierno ha resaltado que ahora se da de comer a más estudiantes, más días al año, con un menú más variado que es más aceptado por los niños y niñas: eso está muy bien. Resalta con la poca cobertura y baja calidad que tenía este programa con Fujimori, Toledo y Alan García, cuando muchos de los escolares a quienes les llegaba no lo comían porque les repetían siempre el mismo insípido producto.
El gobierno ha reconocido que los problemas de intoxicación se originan
en la contratación a empresas de desayunos y almuerzos ya preparados,
sistema que antes no se usaba y es más caro. Al cortar esos contratos,
que abastecían al 30% de niños, existe un reconocimiento implícito de
que copiar el sistema chileno de alimentos preparados fue una mala
decisión, como dijimos al comienzo de este debate. Tratar de defender el
programa diciendo que son “apenas” 400 niños intoxicados, como se
afirmó en alguna columna periodística, es claramente contrario a los
derechos de los niños cuando esos riesgos a su salud eran perfectamente
evitables.
La crítica a la mala focalización del programa ha perdido piso. Eso está bien, porque este programa debe ser universal y así se busca que sea. No hay “filtraciones” porque todo niño y niña tiene derecho a una buena educación y una buena salud. Ojalá este reconocimiento de universalidad se extienda a la salud pública y al cuidado de la primera infancia (0 a 5 años) y se terminen con los absurdos discursos de focalización que todavía se repiten para esas prioridades sociales.
Falta resaltar que ya no se está entregando papillas a los niños menores de 3 años, edad en la que se genera la desnutrición crónica y hay mucha anemia. Los indicadores nutricionales son realmente preocupantes y no están mejorando como deberían. Hace falta un programa efectivo de nutrición infantil.
Debatir sobre un programa social no está mal. No se trata de tirar al niño con el agua sucia, sino de mejorar el cuidado infantil. En este debate sin duda se han cruzado los intereses políticos poco santos del Apra y el fujimorismo, pero sin la presión ciudadana seguiríamos pagando alimentos preparados intoxicando niños. Algo bueno ha salido de este debate.
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