Sí: Gas para Chile
Por Carlos Monge Salgado
El 26 de septiembre pasado, hablando sobre integración energética con el presidente Piñera de Chile en una reunión de la Alianza para el Pacífico en Nueva York, el presidente Ollanta Humala respondió a una pregunta sobre si Perú estaba dispuesto a vender gas a Chile: “Sí, pero depende de cuánto quiere pagar”.
Ya en una columna anterior en La Primera (“Lima, Talara, Camisea”, Agosto 2013) y antes en un artículo en El Tiempo de Piura (“La Haya, Chile y la Unidad Nacional”, Junio 2013) traté de llamar la atención sobre que la venta de gas a Chile fuese parte de una agenda energética secreta del gobierno peruano.
Hoy día, con las declaraciones del presidente Humala la cosa está ya más clara.
En realidad, para cualquiera que siguiese con alguna atención la evolución de las declaraciones oficiales sobre la estrategia energética nacional, esto se venía venir. De hecho, primero se proclamó la estrategia del gas para los pobres poniéndose el énfasis en el gasoducto del Sur como proyecto del estado nacional. Después el énfasis se puso en los proyectos petroquímicos privados en el sur como indispensables para darle rentabilidad al gasoducto y financiar así la distribución del gas a los más pobres, además de generar un polo de desarrollo en la costa sur. Y más tarde el discurso gubernamental giró sorpresivamente hacia el uso del gas para la termoeléctrica en el sur, abandonando el énfasis en la petroquímica.
Pareciera que desde el gobierno peruano –y seguramente ya en algún nivel de coordinación con un gobierno chileno necesitado de garantizar energía para el desarrollo de nuevos grandes proyectos mineros en el norte de su país- se ha venido cocinando una estrategia para orientar el gas de Camisea hacia este destino. Pero era una agenda mantenida en secreto hasta que el presidente Humala se fue de boca en NY y la hizo pública.
No importa que después los ministros respectivos de ambos países hayan tratado de aclarar que el tema no está en la agenda, no es inmediato, puede ser para después, etc. El tema ya está sobre la mesa y lo mejor es abordarlo francamente.
En mi opinión, la cosa es clara: el gas del sur del Perú debe ser para cambiar la matriz energética de los hogares, las pequeñas y medianas industrias y el transporte público y privado en el Perú. La prioridad no la pueden tener Repsol y sus negocios de exportación de gas ni las grandes empresas mineras en el norte de Chile.
Dice la canción “Si vas para Chile, te ruego viajero, le digas a ella, que de amor me muero”. El presidente Humala Ojalá parece estar tarareando una variante que dice así: “Sí. Gas para Chile. Te ruego viajero, le digas a las mineras, que con amor se lo entrego”.
El 26 de septiembre pasado, hablando sobre integración energética con el presidente Piñera de Chile en una reunión de la Alianza para el Pacífico en Nueva York, el presidente Ollanta Humala respondió a una pregunta sobre si Perú estaba dispuesto a vender gas a Chile: “Sí, pero depende de cuánto quiere pagar”.
Ya en una columna anterior en La Primera (“Lima, Talara, Camisea”, Agosto 2013) y antes en un artículo en El Tiempo de Piura (“La Haya, Chile y la Unidad Nacional”, Junio 2013) traté de llamar la atención sobre que la venta de gas a Chile fuese parte de una agenda energética secreta del gobierno peruano.
Hoy día, con las declaraciones del presidente Humala la cosa está ya más clara.
En realidad, para cualquiera que siguiese con alguna atención la evolución de las declaraciones oficiales sobre la estrategia energética nacional, esto se venía venir. De hecho, primero se proclamó la estrategia del gas para los pobres poniéndose el énfasis en el gasoducto del Sur como proyecto del estado nacional. Después el énfasis se puso en los proyectos petroquímicos privados en el sur como indispensables para darle rentabilidad al gasoducto y financiar así la distribución del gas a los más pobres, además de generar un polo de desarrollo en la costa sur. Y más tarde el discurso gubernamental giró sorpresivamente hacia el uso del gas para la termoeléctrica en el sur, abandonando el énfasis en la petroquímica.
Pareciera que desde el gobierno peruano –y seguramente ya en algún nivel de coordinación con un gobierno chileno necesitado de garantizar energía para el desarrollo de nuevos grandes proyectos mineros en el norte de su país- se ha venido cocinando una estrategia para orientar el gas de Camisea hacia este destino. Pero era una agenda mantenida en secreto hasta que el presidente Humala se fue de boca en NY y la hizo pública.
No importa que después los ministros respectivos de ambos países hayan tratado de aclarar que el tema no está en la agenda, no es inmediato, puede ser para después, etc. El tema ya está sobre la mesa y lo mejor es abordarlo francamente.
En mi opinión, la cosa es clara: el gas del sur del Perú debe ser para cambiar la matriz energética de los hogares, las pequeñas y medianas industrias y el transporte público y privado en el Perú. La prioridad no la pueden tener Repsol y sus negocios de exportación de gas ni las grandes empresas mineras en el norte de Chile.
Dice la canción “Si vas para Chile, te ruego viajero, le digas a ella, que de amor me muero”. El presidente Humala Ojalá parece estar tarareando una variante que dice así: “Sí. Gas para Chile. Te ruego viajero, le digas a las mineras, que con amor se lo entrego”.
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