Facilitación del comercio II
Por Carlos Alonso Bedoya
Hemos visto que el dogma del libre comercio hace que el Mincetur se dedique casi a exclusividad a la negociación de TLCs, y descuide todo lo relacionado con hacer fácil el comercio exterior, es decir tener como objetivo central la superación de las barreras no arancelarias de los productos peruanos de exportación no tradicional como las fitosanitarias y todas aquellas restricciones internas como las de infraestructura, tecnología, financiamiento, etc.
Incluso, en su afán por “abrir mercados” (más que todo en el papel), descuidan el cumplimiento de los propios calendarios de desgravación de los acuerdos suscritos. Es el caso de China por ejemplo.
Además, existe otra verdad absoluta del partido que gobierna hace años el Perú (el partido tecnócrata) centrada en que son los “sobrecostos laborales” los que dificultan la competitividad. En esta línea, los supuestos enemigos del subsidio, han establecido subsidios nocivos para la competitividad del país.
El mejor ejemplo es el subsidio a los agroexportadores mediante la Ley 27360, promulgada en los últimos días del régimen fujimorista y refrendada nada menos que por José Chlimper, empresario agroexportador, que fue ministro de Agricultura en los días más descompuestos de Fujimori.
Esta ley establece un subsidio basado fuertemente en los trabajadores. Un régimen laboral bastante por debajo del de la actividad privada (T.U.O. del D. Leg. 728) e incluso que el de la microempresa, por el cual se establecen jornadas acumulativas, salarios bajos que incluyen la compensación por tiempo de servicios y las gratificaciones, o sea las licuan. Asimismo, menores aportes a la seguridad social, además de menos beneficios sociales como vacaciones y otros. El despido y la contratación en extremo libre con lo que en la práctica impiden la libertad sindical, y los más abusivos, desconocer derechos a las trabajadoras que se embarazan.
Tremendo subsidio. Esto no lo tienen nuestros empresarios vecinos en Chile, pero allí se facilita el comercio de otras maneras. Hay mejor infraestructura y condiciones para exportar. No cargan en el lomo del trabajador la competitividad, confundiéndola con rentabilidad a corto plazo y basándola no en productividad sino en explotación. Y a pesar que los accionistas angurrientos por la maximización de utilidades de las agroexportadoras que operan aquí defienden a capa y espada este régimen, y pagan abogados para que hagan lobby en el Congreso y logren la ampliación de la vigencia de una ley que se dio con carácter temporal, hay varios gerentes y gente seria que sabe que ese subsidio es dañino.
Primero porque esconde ineficiencias empresariales y segundo porque puede ocasionar daños a la productividad e impide la calificación laboral que en el largo plazo es lo que hace a un país competitivo de verdad.
Hemos visto que el dogma del libre comercio hace que el Mincetur se dedique casi a exclusividad a la negociación de TLCs, y descuide todo lo relacionado con hacer fácil el comercio exterior, es decir tener como objetivo central la superación de las barreras no arancelarias de los productos peruanos de exportación no tradicional como las fitosanitarias y todas aquellas restricciones internas como las de infraestructura, tecnología, financiamiento, etc.
Incluso, en su afán por “abrir mercados” (más que todo en el papel), descuidan el cumplimiento de los propios calendarios de desgravación de los acuerdos suscritos. Es el caso de China por ejemplo.
Además, existe otra verdad absoluta del partido que gobierna hace años el Perú (el partido tecnócrata) centrada en que son los “sobrecostos laborales” los que dificultan la competitividad. En esta línea, los supuestos enemigos del subsidio, han establecido subsidios nocivos para la competitividad del país.
El mejor ejemplo es el subsidio a los agroexportadores mediante la Ley 27360, promulgada en los últimos días del régimen fujimorista y refrendada nada menos que por José Chlimper, empresario agroexportador, que fue ministro de Agricultura en los días más descompuestos de Fujimori.
Esta ley establece un subsidio basado fuertemente en los trabajadores. Un régimen laboral bastante por debajo del de la actividad privada (T.U.O. del D. Leg. 728) e incluso que el de la microempresa, por el cual se establecen jornadas acumulativas, salarios bajos que incluyen la compensación por tiempo de servicios y las gratificaciones, o sea las licuan. Asimismo, menores aportes a la seguridad social, además de menos beneficios sociales como vacaciones y otros. El despido y la contratación en extremo libre con lo que en la práctica impiden la libertad sindical, y los más abusivos, desconocer derechos a las trabajadoras que se embarazan.
Tremendo subsidio. Esto no lo tienen nuestros empresarios vecinos en Chile, pero allí se facilita el comercio de otras maneras. Hay mejor infraestructura y condiciones para exportar. No cargan en el lomo del trabajador la competitividad, confundiéndola con rentabilidad a corto plazo y basándola no en productividad sino en explotación. Y a pesar que los accionistas angurrientos por la maximización de utilidades de las agroexportadoras que operan aquí defienden a capa y espada este régimen, y pagan abogados para que hagan lobby en el Congreso y logren la ampliación de la vigencia de una ley que se dio con carácter temporal, hay varios gerentes y gente seria que sabe que ese subsidio es dañino.
Primero porque esconde ineficiencias empresariales y segundo porque puede ocasionar daños a la productividad e impide la calificación laboral que en el largo plazo es lo que hace a un país competitivo de verdad.
Comentarios