Petroperú: ¿La privatización incompleta?
Por Humberto Campodonico
Para fortalecer a Petroperú, lo primero es dotarla de un plan integral que contemple por lo menos estas tres medidas: 1) vuelta a la explotación de petróleo en Talara y en el Lote 64; 2) que se modernice la Refinería de Talara, y 3) Buen Gobierno Corporativo (que ya rige en Petroperú) y que la empresa “flote” una parte de sus acciones en la Bolsa para incorporar al Directorio a inversionistas minoritarios.
Este fortalecimiento no será inmediato porque durante años estuvo en el fondo del pozo. El objetivo de Fujimori fue privatizarla y avanzó bastante: vendió sus lotes petroleros, la principal refinería, sus grifos, su flota naviera, etc.
En 1998, ante los resultados desastrosos, la suspendieron, pero amarraron a la empresa: no podía contratar gente (hoy la edad promedio es 57 años), redujeron al máximo sus inversiones; no recupera el crédito fiscal por la exoneración del IGV en la Amazonía (S/. 200 millones anuales); ha pagado S/. 450 millones de multas por el IGV –cuestionadas por la empresa– en las ventas de turbo en los últimos dos años. Y así.
Con la empresa en la última lona, cuando se plantea repotenciarla, los críticos le atribuyen los deméritos propiciados por ellos. Que no paga buenos sueldos, que no tiene geólogos, que sus utilidades son bajas, etc. Los cronistas de la profecía autocumplida quieren culminar la privatización incompleta de Fujimori para herir de muerte al gobierno. ¿Tan difícil es darse cuenta?
Pero, oh sorpresa. A pesar de ello, Petroperú es la primera empresa en ventas (por eso, muy codiciada). Talara ha ganado la Medalla de Oro de la Calidad en el 2012 otorgada por la SNI. Y Talara no es un conjunto de “fierros viejos” (leyenda que repite PPK): fue “rankeada” por Solomon Associates dentro del 15% superior de las refinerías mundiales en el 2011 por la excelencia de sus unidades, mantenimiento y eficiencia.
Pero Talara necesita reducir el azufre en los combustibles –es un mandato legal– para reducir la contaminación y las enfermedades respiratorias, lo que ahorra gastos de salud por US$ 120 millones anuales que se deben reconocer como parte de los flujos financieros de la empresa. Tiene, también, toda la ingeniería lista y validada, que incluye el aumento de capacidad y la mejora tecnológica para procesar crudos pesados más baratos.
Petroperú ha conseguido el Lote 64 (55 millones de barriles de reservas probadas), sin pagar un centavo pues no fue devuelto a Perupetro sino entregado a Petroperú en el 2012. Y debiera recuperar los lotes de Talara, que siempre fueron de la empresa. Estamos hablando de decenas de millones de dólares anuales.
Así, con renta petrolera y refinería ampliada, todo está listo para el despegue. Ese es el punto de partida de su evaluación y no la situación de hoy. La empresa otorgará un buen retorno a las inversiones, ya que producirá el petróleo que la hará rentable. Hoy solo refina petróleo –cuyo margen es bajo–. La modernización de Talara tiene que venir de la mano con los lotes petroleros. Ese es el quid de la cuestión.
Los 700.000 barriles diarios y los dos millones diarios que producen Ecopetrol y Petrobras fueron la clave de sus éxitos en las Bolsas de Bogotá y São Paulo. Además, la entrada de inversionistas minoritarios al Directorio reducirá la injerencia política: no aceptarían, por ejemplo, el recorte de sus dividendos porque el MEF dice que “no se puede” recuperar el IGV en la Amazonía.
Estas políticas fueron aprobadas por el anterior directorio y continuadas después, con sus añadidos y mejoras. Claro, faltan otras: una re-ingeniería empresarial y fortalecer la gerencia de producción (re-creada en el 2012), así como las finanzas internacionales.
Pero, sobre todo, se necesita claridad en que su fortalecimiento es una política de Estado para garantizar la seguridad y el abastecimiento energético, la regla en toda la región (solo aquí se plantea el absurdo de que lo mejor es importar el 100% de los combustibles). Por eso el gobierno, y también Petroperú, debe explicarla públicamente, así como el financiamiento de Talara y los lotes petroleros.
Sucede, sin embargo, que esa coherencia no existe desde el inicio. Menos aún ahora, lo que se aprecia en la anulación del Plan Quinquenal de la empresa, 24 horas después de que fuera publicado. En esa incoherencia se apoyan los “cronistas” de argumentos ya obsoletos en política petrolera.
Esta política de Estado debe ser implementada y cuenta, además, con el apoyo mayoritario de la opinión pública y del pueblo de Talara (que ya se indigna por las marchas y contramarchas). Y la coherencia solo depende de la voluntad política.
Para fortalecer a Petroperú, lo primero es dotarla de un plan integral que contemple por lo menos estas tres medidas: 1) vuelta a la explotación de petróleo en Talara y en el Lote 64; 2) que se modernice la Refinería de Talara, y 3) Buen Gobierno Corporativo (que ya rige en Petroperú) y que la empresa “flote” una parte de sus acciones en la Bolsa para incorporar al Directorio a inversionistas minoritarios.
Este fortalecimiento no será inmediato porque durante años estuvo en el fondo del pozo. El objetivo de Fujimori fue privatizarla y avanzó bastante: vendió sus lotes petroleros, la principal refinería, sus grifos, su flota naviera, etc.
En 1998, ante los resultados desastrosos, la suspendieron, pero amarraron a la empresa: no podía contratar gente (hoy la edad promedio es 57 años), redujeron al máximo sus inversiones; no recupera el crédito fiscal por la exoneración del IGV en la Amazonía (S/. 200 millones anuales); ha pagado S/. 450 millones de multas por el IGV –cuestionadas por la empresa– en las ventas de turbo en los últimos dos años. Y así.
Con la empresa en la última lona, cuando se plantea repotenciarla, los críticos le atribuyen los deméritos propiciados por ellos. Que no paga buenos sueldos, que no tiene geólogos, que sus utilidades son bajas, etc. Los cronistas de la profecía autocumplida quieren culminar la privatización incompleta de Fujimori para herir de muerte al gobierno. ¿Tan difícil es darse cuenta?
Pero, oh sorpresa. A pesar de ello, Petroperú es la primera empresa en ventas (por eso, muy codiciada). Talara ha ganado la Medalla de Oro de la Calidad en el 2012 otorgada por la SNI. Y Talara no es un conjunto de “fierros viejos” (leyenda que repite PPK): fue “rankeada” por Solomon Associates dentro del 15% superior de las refinerías mundiales en el 2011 por la excelencia de sus unidades, mantenimiento y eficiencia.
Pero Talara necesita reducir el azufre en los combustibles –es un mandato legal– para reducir la contaminación y las enfermedades respiratorias, lo que ahorra gastos de salud por US$ 120 millones anuales que se deben reconocer como parte de los flujos financieros de la empresa. Tiene, también, toda la ingeniería lista y validada, que incluye el aumento de capacidad y la mejora tecnológica para procesar crudos pesados más baratos.
Petroperú ha conseguido el Lote 64 (55 millones de barriles de reservas probadas), sin pagar un centavo pues no fue devuelto a Perupetro sino entregado a Petroperú en el 2012. Y debiera recuperar los lotes de Talara, que siempre fueron de la empresa. Estamos hablando de decenas de millones de dólares anuales.
Así, con renta petrolera y refinería ampliada, todo está listo para el despegue. Ese es el punto de partida de su evaluación y no la situación de hoy. La empresa otorgará un buen retorno a las inversiones, ya que producirá el petróleo que la hará rentable. Hoy solo refina petróleo –cuyo margen es bajo–. La modernización de Talara tiene que venir de la mano con los lotes petroleros. Ese es el quid de la cuestión.
Los 700.000 barriles diarios y los dos millones diarios que producen Ecopetrol y Petrobras fueron la clave de sus éxitos en las Bolsas de Bogotá y São Paulo. Además, la entrada de inversionistas minoritarios al Directorio reducirá la injerencia política: no aceptarían, por ejemplo, el recorte de sus dividendos porque el MEF dice que “no se puede” recuperar el IGV en la Amazonía.
Estas políticas fueron aprobadas por el anterior directorio y continuadas después, con sus añadidos y mejoras. Claro, faltan otras: una re-ingeniería empresarial y fortalecer la gerencia de producción (re-creada en el 2012), así como las finanzas internacionales.
Pero, sobre todo, se necesita claridad en que su fortalecimiento es una política de Estado para garantizar la seguridad y el abastecimiento energético, la regla en toda la región (solo aquí se plantea el absurdo de que lo mejor es importar el 100% de los combustibles). Por eso el gobierno, y también Petroperú, debe explicarla públicamente, así como el financiamiento de Talara y los lotes petroleros.
Sucede, sin embargo, que esa coherencia no existe desde el inicio. Menos aún ahora, lo que se aprecia en la anulación del Plan Quinquenal de la empresa, 24 horas después de que fuera publicado. En esa incoherencia se apoyan los “cronistas” de argumentos ya obsoletos en política petrolera.
Esta política de Estado debe ser implementada y cuenta, además, con el apoyo mayoritario de la opinión pública y del pueblo de Talara (que ya se indigna por las marchas y contramarchas). Y la coherencia solo depende de la voluntad política.
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