¿Es el Perú? No, ¡Es Canadá!

 Por Carlos Monge Salgado


Un país quiere energía para seguir creciendo y un gobierno quiere exportar energía para seguir teniendo fuentes de renta. Pero en ese país se alzan voces de alerta: la concentración del interés en la extracción y exportación de energía está generando problemas que son más grandes que los beneficios obtenidos.
Por ejemplo: la extracción de esa energía consume enormes cantidades de agua, y hay el riesgo de contaminación de lo que queda del agua por el mal manejo de los deshechos de la extracción; su extracción es ineficiente pues se usa mucha energía para generar apenas un poco más; la concentración del interés de los científicos y los inversionistas en esa energía está haciendo perder el ritmo en la innovación y la inversión en otros sectores de la economía; la renta generada por la exportación de esta energía genera atraso cambiario y quita competitividad a otros sectores que agregan valor y generan empleo; el poder de los lobbies detrás de esas inversiones domina el Congreso y el Ejecutivo.

¿Se trata acaso del Perú y el asunto es el gas? ¿Se trata quizás de Argentina que está viendo cómo explota sus yacimientos de gas y petróleo de esquisto en Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, integrante de la Patagonia Argentina?

Pues no. No se trata ni del Perú ni de Argentina ni de algún país africano o asiático enfrentado a los dilemas de la llamada “maldición de los recursos”. Se trata nada menos que de Canadá y del debate en curso en ese país sobre la explotación de las llamadas Tar Sands (arenas bituminosas), la que constituye –junto con la explotación del petróleo o gas de esquisto- la nueva frontera en la extracción de energías fósiles.

Sucede que Estados Unidos está buscando bajar su dependencia de las importaciones de petróleo de otras partes del mundo y se ha dedicado a buscar alternativas internas, entre ellas explotar su gas y petróleo de esquisto, e importar de Canadá energía obtenida de las arenas bituminosas que ese país tiene en abundancia.

El debate inmediato en ambos países es sobre la construcción de un ducto para llevar esas arenas de Canadá a EEUU, pero el debate de fondo es sobre las consecuencias ambientales, económicas y políticas que esa apuesta tiene para el Canadá.

Y, por si acaso, las críticas no vienen de algún neocomunista disfrazado de ecologista, sino que se pueden encontrar en las respetables páginas del New York Times de la ciudad de Nueva York. (http://www.nytimes.com/2013/04/01/opinion/the-tar-sands-disaster.html?emc=eta1, agradezco a Eduardo Cáceres por haberme llamado la atención sobre este artículo).

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