Notas para leer el Plan La Gran Transformación (II): La propuesta de Democracia Republicana

 Por  FÉLIX JIMÉNEZ


Los dos primeros capítulos del Plan LGT corresponden al análisis crítico del «contexto político», pues es en este «contexto» que se configuran las instituciones económicas. El discurso va de la crítica a la propuesta. No se puede aspirar a una economía inclusiva si las instituciones políticas no lo son. Por eso también empezamos con una propuesta política.


La crisis de la democracia liberal

Las políticas del Consenso de Washington que se aplicaron en nuestros países en los últimos treinta años, deterioraron la legitimidad democrática en lugar de fortalecerla. Los regímenes «democráticos» optaron por la globalización y renunciaron a la autodeterminación nacional, acentuando la crisis de los sistemas de partidos y fomentando el abandono de los deberes del Estado en el ámbito público. Los que ejercen el poder se olvidan «de los principios éticos, igualitarios y equitativos que deberían regir en una democracia». Los procesos electorales se privatizan y los electores no tienen responsabilidad ciudadana, es decir, están lejos de ser ciudadanos activos.

Pero, el neoliberalismo con su propuesta de neutralidad y minimización del Estado, solamente acentuó la práctica clientelista y patrimonialista que caracterizó al Estado peruano desde la colonia. Hizo de la impostura el «principio vertebrador del poder», abriendo la puerta a la corrupción.

Por eso dijimos que «la disputa política en el Perú actual no es entre demócratas y las fuerzas del cambio que son motejadas de antisistemas. Es entre quienes utilizan la democracia para defender los intereses del gran capital nacional y transnacional, y los que creemos en una democracia republicana. Es la disputa entre los que defienden el pasado vergonzante y los que pugnan por el nacimiento de una patria nueva, de una comunidad política de ciudadanos libres e iguales, con un Estado independiente y soberano, respetuoso de los derechos humanos».

La propuesta de democracia republicana

El Plan propone instituir una democracia republicana de gobierno, con mecanismos explícitos de evaluación y control constitucional de los gobernantes. «Esta democracia no solo debe garantizar la separación de poderes y la vigencia plena de los derechos civiles, sociales, políticos y humanos, sino también la generación de condiciones materiales de existencia a los pueblos de la sierra y de la selva, excluidos, discriminados y maltratados desde la colonia. Este es el requisito para el ejercicio pleno de la libertad».

«La práctica de la evaluación y control constitucional de los gobernantes elegidos por el pueblo, impedirá que estos gobiernen en función de los intereses de minorías económicas que no tienen la legitimidad del voto popular. Con este ejercicio corrupto de la función de gobierno se perpetuaron la desigualdad y la desarticulación económica, social y política del país. Se requiere poner en práctica un modo de gobernar participativo sujeto a la Constitución, que penalice a los representantes de gobiernos inconstitucionales y establezca mecanismos de evaluación de los informes presidenciales con apego estricto a las normas constitucionales».

«El gobierno republicano, por definición, debe asegurar el ejercicio pleno de la libertad, dotando de condiciones materiales de existencia a todos los que carecen de ellas. Cambiará así el modo de hacer política restituyéndole el carácter de instrumento de la justicia. El resultado será el desarrollo de una verdadera sociedad civil (o la vida social civilizada) donde la libertad republicana se hace efectiva».

Las diferencias con los demócratas neoliberales

Como se comprenderá, nuestra propuesta es democrática; pero nuestra concepción de libertad es distinta a la liberal porque se inscribe en el pensamiento republicano. Para muchos neoliberales inspirados en la ideas de Isaiah Berlin, la libertad es una noción «negativa», es decir, es ausencia de interferencias o intromisiones por parte del Estado en la vida de cada uno los individuos. Por eso abogan por un Estado neutral frente a las actividades económicas de los individuos, y que debe limitarse a garantizar el ejercicio de esta libertad y sus consecuentes derechos.

En la concepción de republicana de la democracia, la libertad individual se asegura –como dicen Ayala y Martinez, citando Philip Petit, en Socialdemocracia y republicanismo cívico: el renacer de las ideas republicanas -- cultivando las virtudes políticas y consagrándose a una vida de servicio público». Esta concepción de libertad supone la ausencia de dominación. No se puede ser libre si estamos sometidos a la «voluntad arbitraria de otro». Por lo tanto, para ser libre hay que estar dotado de condiciones materiales de existencia.

A modo de conclusión

Para que la democracia republicana sea una realidad se requiere –de acuerdo con el Plan-- «transformar el Estado con una nueva Constitución para hacerlo descentralizado y participativo; promotor del desarrollo social y de los derechos sociales universales; regulador de la economía de mercado; promotor de la institucionalidad democrática y de una gestión gubernamental descentralizada en base a regiones transversales, y defensor de la soberanía nacional. Esta es la herramienta para construir una nación para todos, una comunidad de ciudadanos iguales en derechos y obligaciones. Es decir, desarrollaremos nuestra identidad nacional con respeto por la diversidad étnica y cultural, y fomentaremos la interculturalidad y la pluralidad».

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