El tipo de cambio y el crecimiento exportador
Por Félix Jiménez
Llama la atención, por decir lo menos, que economistas de distintas posiciones ideológicas recién estén expresando su preocupación por la notable caída del tipo de cambio real multilateral o, lo que es lo mismo, por la notable apreciación de nuestra moneda respecto de la canasta de monedas de nuestros socios comerciales. Lo que más sorprende es que tanto el MEF como el BCR, que hasta hace poco se mostraban indiferentes ante la creciente apreciación monetaria, han iniciado la búsqueda y aplicación de un conjunto de medidas para evitar una mayor caída del tipo de cambio real.
Desde agosto del 2006, cuando Alan García puso como presidente del BCR a Julio Velarde, el tipo de cambio real multilateral inició su caída sistemática: de julio de 2006 a diciembre de 2012, se redujo en 14.9%.
Un tipo de cambio real estable y competitivo abarata las exportaciones con valor agregado y contenido tecnológico, al mismo tiempo que encarece las importaciones. Pero desde julio de 2006 ha ocurrido lo contrario: se han encarecido nuestras exportaciones no-tradicionales y se han abaratado las importaciones.
Los límites del crecimiento exportador
Los neoliberales apostaron por los mercados externos en detrimento de los mercados internos. Alineados con la globalización que tendía a incrementar la importancia relativa de los mercados externos, adhirieron a la estrategia de aprovechamiento del mercado mundial mediante el impulso de las exportaciones, de la inversión extranjera directa y de los flujos de capital internacional.
Para acrecentar la participación de nuestras exportaciones en el mercado mundial, los neoliberales se apoyaron en el aumento de la competitividad mediante la reducción de los costos por unidad producida. El principal instrumento de esta reducción fue la flexibilización del mercado laboral, las restricciones al aumento de los salarios y las limitaciones al derecho de sindicalización y huelga por parte de los trabajadores. De otro lado, para atraer inversiones extranjeras, se recurrieron a las privatizaciones, a las concesiones favorables al capital extranjero en servicios de alta tecnología y en el sector minero, a las congelaciones tributarias y otras medidas que menoscabaron la soberanía nacional.
La crisis internacional de 1998-1999 fue LA PRIMERA indicación de que el crecimiento exportador, liderado no por los productos mineros sino por los productos no-tradicionales, enfrentaba como límite no solo el estancamiento de nuestros principales socios comerciales, es decir, el estancamiento de su capacidad de compra, sino también la mayor productividad y grado de industrialización de otros competidores que como la China acrecentaban a mayor velocidad su participación en los mercados internacionales.
La crisis internacional de 2008-2009 y su consecuencia, el largo estancamiento económico de los principales países industrializados, han convertido en insuperables,para el modelo exportador, a los dos límites señalados anteriormente. Peor aun cuando ya no se puede ganar más competitividad abaratando el costo del trabajo. En estas condiciones, la caída del tipo de cambio real que hasta hace un año no era motivo de preocupación de las autoridades económicas, ha pasado a ser un tema de urgente atención.
La naturaleza del mercado cambiario
La caída del tipo de cambio real no es un fenómeno reciente. Es importante recordar que durante el gobierno de Alejandro Toledo, es decir, de julio de 2001 a julio de 2006, el tipo de cambio real multilateral aumentó en 7%. El equipo económico de este período estaba convencido que un tipo de cambio real, estable y competitivo, era el principal instrumento para diversificar la economía. No es casual que durante ese gobierno se dio impulso a las exportaciones no tradicionales. Pero, desde agosto del 2006, cuando Alan García puso como presidente del BCR a Julio Velarde, el tipo de cambio real multilateral inició su caída sistemática: de julio de 2006 a diciembre de 2012, se redujo en 14.9%.
En un mundo de economías abiertas y en el que se han descartado los aranceles como instrumento de diversificación productiva, el tipo de cambio real es uno de los instrumentos idóneos para estimular la industrialización: un tipo de cambio real estable y competitivo abarata las exportaciones con valor agregado y contenido tecnológico, al mismo tiempo que encarece las importaciones. Pero desde julio de 2006 ha ocurrido lo contrario: se han encarecido nuestras exportaciones no-tradicionales y se han abaratado las importaciones.
Algunos economistas dicen que aunque todavía no es claro que el tipo de cambio se «esté alejando de sus fundamentos», es preciso «atacar flujos específicos de capitales» para detener su caída. Estos economistas razonan con el enfoque de equilibrio de flujos, incapaz de explicar la volatilidad del tipo de cambio. Esta volatilidad tiene que ver con una nueva realidad caracterizada por una creciente movilidad internacional de capitales, por la integración de mercados financieros y el mayor reconocimiento al papel de las expectativas en la toma de decisiones de los inversionistas que operan en los mercados financieros.
El enfoque del mercado de activos es el más apropiado para explicar lo que ocurre con el tipo de cambio en esta nueva realidad. El tipo de cambio se comporta como el precio de un activo financiero. Por lo tanto, se determina por las condiciones de equilibrio de stocks existentes de activos financieros, sus ajustes se producen con extrema rapidez ante la llegada de nueva información y está dominado por las expectativas acerca de su valor futuro. En estas condiciones, el mercado cambiario es dominado por la especulación. Se especula tanto al alza como a la baja del tipo de cambio.
A modo de conclusión
No se puede decir entonces que el tipo de cambio depende solo de sus fundamentos, sino también de los valores de estos fundamentos esperados por los especuladores. La extrema volatilidad del mercado hace, por lo tanto, indispensable la intervención de la autoridad monetaria.
Llama la atención, por decir lo menos, que economistas de distintas posiciones ideológicas recién estén expresando su preocupación por la notable caída del tipo de cambio real multilateral o, lo que es lo mismo, por la notable apreciación de nuestra moneda respecto de la canasta de monedas de nuestros socios comerciales. Lo que más sorprende es que tanto el MEF como el BCR, que hasta hace poco se mostraban indiferentes ante la creciente apreciación monetaria, han iniciado la búsqueda y aplicación de un conjunto de medidas para evitar una mayor caída del tipo de cambio real.
Desde agosto del 2006, cuando Alan García puso como presidente del BCR a Julio Velarde, el tipo de cambio real multilateral inició su caída sistemática: de julio de 2006 a diciembre de 2012, se redujo en 14.9%.
Un tipo de cambio real estable y competitivo abarata las exportaciones con valor agregado y contenido tecnológico, al mismo tiempo que encarece las importaciones. Pero desde julio de 2006 ha ocurrido lo contrario: se han encarecido nuestras exportaciones no-tradicionales y se han abaratado las importaciones.
Los límites del crecimiento exportador
Los neoliberales apostaron por los mercados externos en detrimento de los mercados internos. Alineados con la globalización que tendía a incrementar la importancia relativa de los mercados externos, adhirieron a la estrategia de aprovechamiento del mercado mundial mediante el impulso de las exportaciones, de la inversión extranjera directa y de los flujos de capital internacional.
Para acrecentar la participación de nuestras exportaciones en el mercado mundial, los neoliberales se apoyaron en el aumento de la competitividad mediante la reducción de los costos por unidad producida. El principal instrumento de esta reducción fue la flexibilización del mercado laboral, las restricciones al aumento de los salarios y las limitaciones al derecho de sindicalización y huelga por parte de los trabajadores. De otro lado, para atraer inversiones extranjeras, se recurrieron a las privatizaciones, a las concesiones favorables al capital extranjero en servicios de alta tecnología y en el sector minero, a las congelaciones tributarias y otras medidas que menoscabaron la soberanía nacional.
La crisis internacional de 1998-1999 fue LA PRIMERA indicación de que el crecimiento exportador, liderado no por los productos mineros sino por los productos no-tradicionales, enfrentaba como límite no solo el estancamiento de nuestros principales socios comerciales, es decir, el estancamiento de su capacidad de compra, sino también la mayor productividad y grado de industrialización de otros competidores que como la China acrecentaban a mayor velocidad su participación en los mercados internacionales.
La crisis internacional de 2008-2009 y su consecuencia, el largo estancamiento económico de los principales países industrializados, han convertido en insuperables,para el modelo exportador, a los dos límites señalados anteriormente. Peor aun cuando ya no se puede ganar más competitividad abaratando el costo del trabajo. En estas condiciones, la caída del tipo de cambio real que hasta hace un año no era motivo de preocupación de las autoridades económicas, ha pasado a ser un tema de urgente atención.
La naturaleza del mercado cambiario
La caída del tipo de cambio real no es un fenómeno reciente. Es importante recordar que durante el gobierno de Alejandro Toledo, es decir, de julio de 2001 a julio de 2006, el tipo de cambio real multilateral aumentó en 7%. El equipo económico de este período estaba convencido que un tipo de cambio real, estable y competitivo, era el principal instrumento para diversificar la economía. No es casual que durante ese gobierno se dio impulso a las exportaciones no tradicionales. Pero, desde agosto del 2006, cuando Alan García puso como presidente del BCR a Julio Velarde, el tipo de cambio real multilateral inició su caída sistemática: de julio de 2006 a diciembre de 2012, se redujo en 14.9%.
En un mundo de economías abiertas y en el que se han descartado los aranceles como instrumento de diversificación productiva, el tipo de cambio real es uno de los instrumentos idóneos para estimular la industrialización: un tipo de cambio real estable y competitivo abarata las exportaciones con valor agregado y contenido tecnológico, al mismo tiempo que encarece las importaciones. Pero desde julio de 2006 ha ocurrido lo contrario: se han encarecido nuestras exportaciones no-tradicionales y se han abaratado las importaciones.
Algunos economistas dicen que aunque todavía no es claro que el tipo de cambio se «esté alejando de sus fundamentos», es preciso «atacar flujos específicos de capitales» para detener su caída. Estos economistas razonan con el enfoque de equilibrio de flujos, incapaz de explicar la volatilidad del tipo de cambio. Esta volatilidad tiene que ver con una nueva realidad caracterizada por una creciente movilidad internacional de capitales, por la integración de mercados financieros y el mayor reconocimiento al papel de las expectativas en la toma de decisiones de los inversionistas que operan en los mercados financieros.
El enfoque del mercado de activos es el más apropiado para explicar lo que ocurre con el tipo de cambio en esta nueva realidad. El tipo de cambio se comporta como el precio de un activo financiero. Por lo tanto, se determina por las condiciones de equilibrio de stocks existentes de activos financieros, sus ajustes se producen con extrema rapidez ante la llegada de nueva información y está dominado por las expectativas acerca de su valor futuro. En estas condiciones, el mercado cambiario es dominado por la especulación. Se especula tanto al alza como a la baja del tipo de cambio.
A modo de conclusión
No se puede decir entonces que el tipo de cambio depende solo de sus fundamentos, sino también de los valores de estos fundamentos esperados por los especuladores. La extrema volatilidad del mercado hace, por lo tanto, indispensable la intervención de la autoridad monetaria.
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