Carlos Monge: "La gran minería no genera ningún tipo de desarrollo rural"
En la siguiente entrevista, Carlos Monge, Coordinador Regional de America Latina de Revenue Watch Institute, analiza el concepto de desarrollo rural que maneja el actual gobierno, así como la necesidad de que la pequeña agricultura sea una de las palancas para lograr el desarrollo rural. También insiste en que la gran minería no se propone hacer ningún tipo de desarrollo rural en el país, y que los lobbys mineros, en la actualidad, están impidiendo la promulgación de una ley de ordenamiento territorial.
Entrevista de Ricardo Marapi
Este año 2013 ha sido bautizado
por el gobierno como el “Año de la Inversión para el Desarrollo Rural y
la Seguridad Alimentaria”, lo cual nos lleva a preguntar ¿qué entiende
el gobierno sobre desarrollo rural?
Yo no he escuchado, de
parte del gobierno, una especie de gran definición conceptual: «esto es
lo que entiendo por rural, esto es lo que entiendo por desarrollo, y en
consecuencia esta es mi política supra, grande, orientadora sobre
desarrollo rural». A mi me ilustra más bien lo que el gobierno está
haciendo. Y lo que veo en relación con el mundo rural ─no solamente
agrario, sino el mundo rural de manera más amplia─ es que hay una
política sectorial agraria que ha estado fuertemente centrada en la
promoción de la mediana y gran agricultura de exportación en la costa.
Ha seguido la inercia de anteriores gobiernos…
Sí, de acuerdo. Incluso tu lo ves en la
selección de los últimos tres ministros: Miguel Caillaux, que ha sido
presidente de Conveagro pero que es un líder de medianos
agroindustriales costeños; Luis Ginocchio, un conocedor de la
agricultura costeña y de la plataforma agroexportadora del norte; y
ahora Milton von Hesse, un técnico que viene del MEF…
¿Y el perfil de estos tres ministros que te da a entender…?
Me da la impresión de que ha habido una
continuidad por la consolidación de la plataforma agroexportadora
costeña. Y el caso emblemático es Olmos. Que un Ministerio de
Agricultura con cuadros progresistas, con gente que viene de la
izquierda, y con mucha cercanía con Conveagro, haya dejado que ocurriera
lo de Olmos, en mi opinión, fue una barbaridad. Olmos es un proyecto
diseñado para reconcentrar tierra, donde premias al que compra más y no
había ningún espacio para promover el acceso a pequeña y mediana
propiedad. En mi opinión, los perfiles de las personas y las políticas
más significativas tienen que ver con la continuidad.
¿Ha habido un excesivo apoyo a la agricultura industrial en desmedro de la pequeña agricultura?
No digo que
la descarten ─porque creo que también se debe tener una plataforma
agroexportadora exitosa, ojalá democratizada, ojalá no tan concentrada─
pero que por lo menos le presten mayor o igual atención a los problemas
de inversión, crecimiento económico, desempeño, y productividad de la
sierra andina, de la sierra campesina empobrecida. Yo veo un Ministerio
de Agricultura muy costeño. Y ahí no está ni la mayor ni la peor
pobreza. Ahí no están los gravísimos problemas estructurales del
minifundio, de la interculturalidad, de la complejidad de la geografía.
Veo un ministerio centrado en costa que no tiene un gran liderazgo, ni
un gran discurso, ni una gran apuesta en relación a la sierra. Sin
embargo, lo que sí veo en políticas para la sierra es una incesante y
enérgica promoción de una gran minería en el espacio andino, y, por otro
lado, la promoción de programas de lucha contra la pobreza.
¿La
pequeña agricultura continúa siendo la actividad económica que servirá
de palanca para superar la pobreza rural? ¿O el actual gobierno está
concibiendo otras actividades económicas?
En la práctica, lo que el gobierno está
haciendo en ese mundo rural pobre, de pequeños productores parceleros,
comunitarios, quechuahablantes, es promover la minería y focalizar los
programas sociales. Yo no veo que esté haciendo una apuesta por esa
pequeña agricultura comunal, familiar, parcelaria. Esa es mi crítica.
Parece que en la imaginación del gobierno, el desarrollo rural de las
zonas pobres y, por tanto, la superación de la pobreza, no va a venir de
la agricultura misma sino de un cheque del Programa Juntos, con su Cuna
Más, su Pensión, su Beca, es decir, la suma de todos los programas.
Ciertamente ahora cuentan con técnicos más calificados y con más respeto
por la dignidad de las personas. Los equipos que ahora manejan el MIDIS
no manosean la dignidad de las personas, con los niveles del
clientelismo que había durante Fujimori, e incluso también con Toledo y
García. Pero, finalmente, lo que veo es harta minería y harto programa
social, y poca política que saque al campesino de la pobreza a partir de
su condición de ser campesino. Yo creo que la única salida de la
pobreza ─que sea sostenible, permanente y con dignidad─, es que el
campesino sea exitoso en el mercado. Así de simple. Cuando un campesino
pueda vender sus carnes, sus lanas, su fibra, su artesanía, sus papas,
sus quinuas en el mercado ─sin necesidad de un cheque mensual que lo
sostenga, como colgado de los pelos, encima de la línea de la pobreza─,
entonces yo creo que ahí va haber inserción social.
¿Para
caminar hacia este anhelado desarrollo rural, la pequeña agricultura
tiene que ser necesariamente la palanca? ¿Por qué no puede serlo también
la gran minería?
No, porque la gran minería plantea tres
problemas fundamentales. El primero es que la gran minería compite por
la tierra ─y sobre todo por el agua─ con esa misma población campesina,
parcelera, comunera. La gran minería, en algunos casos, destruye fuentes
de agua al hacer tajo abierto en las praderas altoandinas. Y, en muchos
casos, contamina el agua que no consume, devuelve aguas contaminadas o
tira relaves. Entonces, hay un primer problema de que la minería compite
con la agricultura en el tema de acceso a ciertos recursos. En segundo
lugar, la minería genera poco empleo directo, y no se puede reconvertir a
600 mil pobladores de Cajamarca en trabajadores mineros. No hay manera.
La minería grande y formal es una operación muy intensiva en capital,
que requiere mano de obra calificada, que no puede ser provista por las
poblaciones locales. Y en tercer lugar, la gran minería tiende a no
abastecerse de los agentes económicos locales, es decir, tiene poco
contenido local, porque hasta la comida la traen de afuera. El Estado no
tiene ninguna política para promocionar que las empresas mineras
compren en los mercados locales. Cero políticas al respecto.
¿Crees
que las actuales políticas del gobierno están dirigidas a una
convivencia entre la gran minería y la agricultura en determinadas
zonas?
Creo que el gobierno apunta por la gran
minería porque es fuente de renta, esa es la razón principal. Una fuente
de renta que le va a permitir sostener sus programas sociales, porque
en la concepción del gobierno la lucha contra la pobreza pasa,
fundamentalmente, no por el Ministerio de Agricultura ni por el
Ministerio de la Producción, sino por el MIDIS. Pero al final están
repartiendo plata y eso requiere un presupuesto. ¿Te acuerdas de la
frase del presidente Humala?: «Conga garantiza la gran transformación».
Bueno, Conga es la fuente de renta para los programas sociales y eso es
lo que él quiso decir. Yo no sé si el gobierno sabe cuán compatible es
ese gran proyecto minero con la pequeña agricultura. Su visión
fundamental es: «necesitamos meter el paquete de 56 mil millones de
dólares de inversión minera porque esa es la renta que nos va a permitir
atender la pobreza». Esa es su compresión de lucha contra la pobreza y
todo lo demás es secundario.
Hace
unas semanas se firmó un convenio entre el Ministerio de Agricultura y
el Ministerio de Energía y Minas para buscar una buena relación o
convivencia entre la pequeña agricultura y la minería. ¿Esto qué
implica?
El mismo término “convivencia” me
preocupa. Es como que están juntos y no se tocan, no es una relación
mutuamente beneficiosa. Creo que es un gesto político más que algo real.
Mi preocupación es que quieren sacar adelante proyectos ─tipo Conga o
Tía María─ a como dé lugar y sin importar el tema del agua que es
fundamental para la agricultura. Por otro lado, tampoco tienen ninguna
política que le diga, a esos mismos agricultores del valle Río Tambo o
de las cuencas de Celendín, que la mina les va a comprar o que
fomentarán un proceso de asociatividad, capacitaciones o asistencia
técnica. Eso no hay, no existe, ni forma parte de una política
gubernamental. Lo que sí hay es: «te impongo el proyecto minero», y lo
demás librado a la buena de Dios…
¿Necesitamos la gran minería para aspirar a un desarrollo rural integral?
No, para nada. Lo que el gobierno dice es
que la minería genera renta y con esa renta hacemos escuelas, vías de
comunicación, etc. Pero la minería, per se, no genera ningún
tipo de desarrollo rural, incluso en algunos casos lo perjudica.
Nosotros hemos investigado cómo, en muchos casos, la rentabilidad minera
se traduce en presupuesto municipal a través del canon; y el alcalde
─desesperado por gastar y con el afán de hacerse reelegir─ paga jornales
tres o cuatro veces más altos de los que paga la agricultura. Entonces
tienes problemas de falta de competitividad de la agricultura porque le
distorsionas el mercado de mano de obra por la vía de la obra municipal
en la infraestructura. Eso ya lo hemos documentado en varios casos en el
país. Hablemos claro: en primer lugar, la minería no se propone hacer
desarrollo rural. La minería podrá manejar un concepto de
responsabilidad social corporativa y preocuparse por el bienestar social
de su entorno ─en algunos casos más y en otros menos─, pero su objetivo
fundamental no es el desarrollo rural. En segundo lugar, no hay ninguna
política pública que busque una mejor articulación de la minería con su
entorno rural.
En
medio de este proceso de descentralización ¿los diversos gobiernos
regionales están acogiendo la actividad minera como parte de sus planes
de desarrollo?
Creo que hay de todo. Es difícil hablar
de “los gobiernos regionales” porque hay una enorme heterogeneidad.
Existen algunos como el de Cajamarca que se han tirado frontalmente en
contra, presionados por su base social. Y además Yanacocha es una mala
marca, tiene una mala imagen. Pero tienes casos como los de Moquegua y
Tacna donde los gobiernos regionales entran en la lógica de la
negociación, siempre en torno al agua, y buscando proteger a una base
social que es fundamentalmente agraria y que compite con la mina, o que
siente que la mina, más bien, compite con ellos por el agua. Entonces en
un caso un gobierno regional dice: «o sacamos Pasto Grande o no hay
Quellaveco»; y en otro caso un gobierno regional dice: «desaliniza agua
de mar, aunque bajes tu tasa de ganancia, o sino, no hay ampliación de
Cuajone y Toquepala». En ambos casos es un gobierno regional el que
ingresa al debate, aunque no tiene ninguna competencia, pero como actor
político entra al debate y pone en el centro del problema el tema del
desarrollo rural ─buscando proteger una dotación de agua para el
desarrollo rural─ y planteando soluciones creativas.
Sin
embargo, ¿no suena utópico plantear que se impida el ingreso de la gran
minería sabiendo la alta rentabilidad que en la actualidad tiene esta
actividad?
Bueno, puede sonar utópico pero en Costa
Rica ya lo hicieron. Ahí te prohíben la minería de tajo abierto; te
prohíben el uso de mercurio y cianuro; y apostaron por la pequeña y
mediana agricultura. Esas son sus bases de generación de empleo, de
ingresos públicos y de renta pública. Y Costa Rica es un país moderado,
tirando para conservador, nada izquierdista, casi una colonia
norteamericana, culturalmente hablando. Entonces, ¿por qué va a ser
totalmente utópico? Me parece más bien realista el pensar que no es
posible que el país siga absorbiendo todo un paquetón de inversiones
mineras. El gobierno debe bajar un poco el ritmo. Allí donde no se
puede, pues no se puede. Y más bien debe empezar a pensar qué se puede
hacer con esa pequeña y mediana producción. Por ejemplo, en el caso de
Cajamarca, ¿cuál ha sido la acción del gobierno ante el proyecto Conga?
Yo no veo un Ministerio de Agricultura interviniendo con la misma
energía para recuperar la ganadería lechera, las cuencas, la alfalfa.
Eso no hay. Solo es minería, minería, minería.
Entonces…
¿cuál es la visión de desarrollo que tiene el gobierno de Ollanta
Humala? o mejor dicho ¿tiene una visión de desarrollo rural?
Yo no creo que tenga una visión de
desarrollo rural. Creo que lo que ha tenido son ministerios con visiones
parciales. Creo que el Ministerio de Agricultura ha estado muy
concentrado en la agricultura de costa, eso es lo que sus cuadros
conocen, eso es lo que los ministros conocen. Creo que la sierra se la
han encargado al Ministerio de Energía y Minas y al MIDIS, y que ellos
vean como hacen. Yo no conozco un discurso central que me haya impactado
y que me diga que existe un conjunto de intervenciones del sector
público en comunicaciones, transporte, agricultura, trabajo, pequeña y
mediana empresa, destinadas a recuperar la competitividad de la pequeña
agricultura y crearle condiciones mínimas para salir adelante. No veo
eso.
¿De qué manera una Ley de Ordenamiento Territorial ayudaría a ver el camino para alcanzar ese desarrollo rural?
Ese tema es súper importante. La Ley de
Ordenamiento Territorial, si se hace bien, va a terminar de definir la
metodología y las competencias para hacer un proceso previo de
zonificación ecológica y económica. Eso es totalmente fundamental
porque, si se hace bien y de manera participativa, permitirá combinar
los saberes técnicos con los saberes populares para generar una suerte
de acuerdo, de consenso, de pacto social respecto de cuáles son los
recursos que hay en ese territorio y cuáles son los prioritarios; para
qué se deben usar; en qué partes del territorio y para quién; y por la
misma razón, cuáles son las cosas que no se pueden hacer.
¿Estamos
maduros, políticamente hablando, para ejercer una ambiciosa ley de este
tipo? Es decir, la madurez de actores sociales de una zona para
reunirse y tomar una decisión consensuada sobre el futuro económico de
su territorio…
Pero son madureces que también se
construyen. Es decir, no se debe tener un gobierno central que reaccione
con miedo cuando Cajamarca hace su zonificación. Por ejemplo, en el
gobierno anterior el ministro Brack la declaró ilegal porque no la hizo
él ni estuvo bajo su control, o porque le tuvo miedo, o porque las
mineras se quitaron del proceso y la denunciaron como una conspiración
comunista en contra de la inversión. ¡Y eso que el proceso fue
acompañado por la GIZ, por Dios! La GIZ es la misma que colabora con el
Ministerio de Agricultura, con la Defensoría del Pueblo, con el MEF y
con medio mundo. Pero no, la reacción no es de liderazgo. La reacción no
es de: «vengan, hagamos esto, encerrémonos una semana, juntemos a los
técnicos, veamos cuáles son las bases mínimas de acuerdo». Yo parto de
la premisa de que son madureces que se construyen en la búsqueda del
consenso, con la intencionalidad de sacar esto adelante. Siempre habrán
discrepancias, obviamente, en un proceso participativo. El conflicto es
parte de la vida social. Habrá intereses contrapuestos pero también
mecanismos institucionales para resolverlos. Pero yo sí creo que el
ejercicio mismo puede generar bases de consensos más grandes de lo que
podría aparecer a primera vista.
¿Y
cuál es la posición actual de los lobbys mineros sobre el ordenamiento
territorial? ¿Permitirán que salga una ley de este tipo?
Yo entiendo que su posición es que
«mientras menos mejor y si no hay una, muchísimo mejor». Y en algunos de
los debates, a uno de sus representantes le he escuchado decir: «el
único ordenamiento territorial que hay es el resultado de la exploración
que te dice si hay o no hay minerales». Es decir que, para ellos, la
única lógica de ordenamiento territorial es la rentabilidad de esa
inversión en el mercado. O sea, «si hay minerales y es rentable, esa es
una zona minera, y el resto son vainas. Eso del ordenamiento territorial
es un invento de los ambientalistas agitadores, ultras, extranjeros…».
Es decir que, para ellos, el destino de un territorio lo decide la
rentabilidad en el mercado de los recursos que contiene. Yo estoy
absolutamente seguro que el lobby minero está ahí, trabajando contra el
ordenamiento territorial y estoy seguro que tiene al MEF y al Minem de
su lado.
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