Se viene el TPP
Por Carlos Alonso Bedoya
Desde que el ALCA fue derrotado en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en el 2005, gracias a la oposición de Brasil, Venezuela y Argentina, los países alineados a Washington –entre ellos Perú-, empezaron a negociar Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y entre ellos. Fue en realidad una estrategia bilateral para meter al ALCA en la región por la ventana.
Si bien México (1994) y Chile (2004) habían sido los precursores en estos acuerdos, tras la muerte del ALCA empezaron a proliferar.
Es que Brasil y su Mercosur no pudieron atraer del todo a la CAN y no pasaron del ACE del 2003.
La fresa en el helado fue la Alianza del Pacífico del 2011, que amarra en buena cuenta todos los TLC bilaterales que tiene Estados Unidos en la región, a través de cuatro países: Perú, Chile, México y Colombia, armando el ALCA en toda la costa oeste de América, salvo por Ecuador.
Ahora las cartas están echadas. Bolivia y Ecuador se van para el Mercosur, la CAN camina a la extinción. El ALCA del Pacífico está vivita y coleando, y la Unasur está partida en dos.
Pero el golpe geoestratégico mayor está por darse con el aún poco famoso TPP, que no concita el interés del gran público, pero debería.
El acuerdo trasnacional conocido por sus siglas TPP (Trans Pacific Partnership), o Alianza Transpacífica, es el más reciente proyecto neoliberal encabezado por la hegemonía estadounidense.
Más de doce países bañados por el Océano Pacífico, entre ellos los latinoamericanos Chile, Perú y México, pretenden acordar gran parte de los temas que han sido rechazados en rondas multilaterales de comercio.
Temas como los derechos trasnacionales sobre la propiedad intelectual de las comunicaciones, de las medicinas, de la producción alimentaria industrial.
También sobre las inversiones y los tribunales privados donde se pueda condenar a los países que se les ocurra implementar políticas a favor del interés general o regular a los capitales extranjeros, entre otros temas.
El TPP, con sus 29 capítulos se ha venido negociando hasta ahora en 15 rondas donde funcionarios de gobiernos y de grandes trasnacionales determinan los contenidos de manera casi secreta. Lo que ya es un problema.
Lo poco que se conoce del TPP ha sido posible gracias a la filtración de capítulos de inversiones y de propiedad intelectual y a los análisis de especialistas como el mexicano Alejandro Villamar.
Para Villamar, la incorporación de Canadá y México a las negociaciones del TPP, responde a la estrategia de cubrir flancos débiles como el espacio latinoamericano. De ahí la preparación del bloque neoliberal de la Alianza del Pacífico que en su última reunión de diciembre del 2012, en Cali, Colombia, trabajó en una agenda similar a la del TPP.
Sin embargo, hoy empiezan a conocerse sustanciales discrepancias entre países negociadores. Según informa Villamar, Australia y al parecer Chile enarbolan oposición a propuestas de Estados Unidos sobre propiedad intelectual y patentes.
Estemos atentos. Algo tendrían que decir los gremios de trabajadores y las organizaciones sociales de América Latina.
Desde que el ALCA fue derrotado en la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en el 2005, gracias a la oposición de Brasil, Venezuela y Argentina, los países alineados a Washington –entre ellos Perú-, empezaron a negociar Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y entre ellos. Fue en realidad una estrategia bilateral para meter al ALCA en la región por la ventana.
Si bien México (1994) y Chile (2004) habían sido los precursores en estos acuerdos, tras la muerte del ALCA empezaron a proliferar.
Es que Brasil y su Mercosur no pudieron atraer del todo a la CAN y no pasaron del ACE del 2003.
La fresa en el helado fue la Alianza del Pacífico del 2011, que amarra en buena cuenta todos los TLC bilaterales que tiene Estados Unidos en la región, a través de cuatro países: Perú, Chile, México y Colombia, armando el ALCA en toda la costa oeste de América, salvo por Ecuador.
Ahora las cartas están echadas. Bolivia y Ecuador se van para el Mercosur, la CAN camina a la extinción. El ALCA del Pacífico está vivita y coleando, y la Unasur está partida en dos.
Pero el golpe geoestratégico mayor está por darse con el aún poco famoso TPP, que no concita el interés del gran público, pero debería.
El acuerdo trasnacional conocido por sus siglas TPP (Trans Pacific Partnership), o Alianza Transpacífica, es el más reciente proyecto neoliberal encabezado por la hegemonía estadounidense.
Más de doce países bañados por el Océano Pacífico, entre ellos los latinoamericanos Chile, Perú y México, pretenden acordar gran parte de los temas que han sido rechazados en rondas multilaterales de comercio.
Temas como los derechos trasnacionales sobre la propiedad intelectual de las comunicaciones, de las medicinas, de la producción alimentaria industrial.
También sobre las inversiones y los tribunales privados donde se pueda condenar a los países que se les ocurra implementar políticas a favor del interés general o regular a los capitales extranjeros, entre otros temas.
El TPP, con sus 29 capítulos se ha venido negociando hasta ahora en 15 rondas donde funcionarios de gobiernos y de grandes trasnacionales determinan los contenidos de manera casi secreta. Lo que ya es un problema.
Lo poco que se conoce del TPP ha sido posible gracias a la filtración de capítulos de inversiones y de propiedad intelectual y a los análisis de especialistas como el mexicano Alejandro Villamar.
Para Villamar, la incorporación de Canadá y México a las negociaciones del TPP, responde a la estrategia de cubrir flancos débiles como el espacio latinoamericano. De ahí la preparación del bloque neoliberal de la Alianza del Pacífico que en su última reunión de diciembre del 2012, en Cali, Colombia, trabajó en una agenda similar a la del TPP.
Sin embargo, hoy empiezan a conocerse sustanciales discrepancias entre países negociadores. Según informa Villamar, Australia y al parecer Chile enarbolan oposición a propuestas de Estados Unidos sobre propiedad intelectual y patentes.
Estemos atentos. Algo tendrían que decir los gremios de trabajadores y las organizaciones sociales de América Latina.
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