La receta del FMI para asegurar un crecimiento con inclusión social
Por Félix Jiménez
El 14 de noviembre pasado el FMI dio su «aprobación» a los controles de capital, argumentando que «la globalización financiera puede inducir a crisis financieras y a movimientos de divisas económicamente desfavorables». Y hace solo ocho días —el 26 de diciembre— recomendó públicamente emprender un conjunto de reformas para asegurar crecimiento con inclusión social en nuestro país.
Ollanta Humala dice que la economía no está en «piloto automático». No se da cuenta que su equipo económico neoliberal está exacerbando la vulnerabilidad de la economía ante shocks externos adversos. Ollanta Humala no toma en cuenta lo que implica tener una economía que importa bienes manufacturados por un monto que supera notablemente la producción manufacturera interna.
El 14 de noviembre pasado el FMI dio su «aprobación» a los controles de capital, argumentando que «la globalización financiera puede inducir a crisis financieras y a movimientos de divisas económicamente desfavorables». Y hace solo ocho días —el 26 de diciembre— recomendó públicamente emprender un conjunto de reformas para asegurar crecimiento con inclusión social en nuestro país.
Mi experiencia con las misiones del FMI
¿Ha cambiado el FMI? La recomendación del
uso de impuestos y otras restricciones a la entrada de capitales para evitar la
apreciación de nuestra moneda, es una medida sensata para un país con un escaso
desarrollo industrial y con exportaciones predominantemente primarias. Asimismo,
proponer un crecimiento con inclusión social es sugerir un cambio en el estilo
de crecimiento, dejar el estilo de crecimiento extractivista para optar por un
crecimiento inclusivo. Pero cuidado, el FMI no ha cambiado. ¿No es está acaso recomendando
recortes fiscales a los países endeudados de la periferia europea para salir de
la crisis?
Soy de los que piensan que el FMI y el
Banco Mundial fueron los responsables de la «década perdida» por casi todos los países latinoamericanos
endeudados en los años ochenta. Estas mismas instituciones participaron de
distintas maneras en la renegociación de la deuda que, en el caso de Perú, significó
la acumulación de sus servicios en la primera década de este siglo hasta alcanzar
un promedio de 3.5% del PBI. Eran los años del gobierno de Alejandro Toledo,
quien había ofrecido incrementar los gastos en educación y los sueldos de los
maestros. El país gastaba más en servicios de la deuda externa que en educación.
Tuve la oportunidad de participar en
reuniones con miembros de la misiones del FMI en los primeros años del gobierno
de Toledo y recuerdo que escuché asombrado su recomendación de reducir los gastos
fiscales para generar un superávit primario de 1.5% del PBI. Este absurdo era
indispensable según el FMI para lograr la estabilidad macroeconómica y cumplir
con los acreedores de la deuda externa. Es importante recordar que Fujimori dejó
una economía en recesión y un déficit fiscal de cerca del 3% del PBI.
Cuestioné tajantemente esta política
recesiva del FMI; y, en su lugar, propuse iniciar el prepago de la deuda
externa y reperfilar sus servicios, desarrollando un mercado de deuda interna
en soles, junto a otras medidas. La idea era
bajar el peso de los servicios de la deuda a menos de 2% para liberar recursos
y destinarlos al aumento de los gastos en educación y salud. (Las contribuciones que hice durante mi paso por el MEF en
los años 2001 a 2004 pueden verse en mi libro Reglas y Sostenibilidad de la Política Fiscal, publicado por el
Fondo Editorial de la PUCP).
Las
propuestas ideológicas del FMI
El
FMI no ha renunciado a sus propuestas ideológicas. Sigue patrocinando el libre
comercio para países como el nuestro, desconociendo la experiencia histórica de
los países desarrollados. También sigue creyendo en el libre movimiento de
capitales, solo que ahora sostienen que este requiere «un determinado umbral de
desarrollo institucional financiero y de gobierno que los países emergentes no
lo tienen».
Por
otro lado, el FMI afirma que la significativa inestabilidad financiera mundial
se debe a la política de acumulación de reservas que adoptaron en la última
década muchos países emergentes, como el Perú. El FMI no reconoce que esta
política les permitió a estos países enfrentar la volatilidad del tipo de
cambio y la pérdida de competitividad de sus exportaciones no tradicionales. Como
dice K. P. Gallagher «a pesar de la abundante evidencia académica y de la
experiencia de los países en contrario, el FMI sigue obstinadamente aferrado a
la idea de una eventual liberalización de la cuenta de capitales».
Y,
¿qué reformas nos recomienda para asegurar un crecimiento con inclusión social?
El FMI recomienda «aumentar la competitividad mediante la valorización del
capital humano y el mantenimiento de la flexibilidad del mercado de trabajo;
eliminar cuellos de botella en infraestructura; optimizar el clima de negocios
para fomentar la inversión y la innovación; y mayor desarrollo del mercado de
capitales para facilitar la inversión y una mejor asignación de los ahorros».
El
FMI sigue postulando aumentar la competitividad abaratando el costo del trabajo
y desmantelando los estándares regulatorios y tributarios para mejorar el
«clima de negocios». Sobre el tema de la infraestructura no hay texto alguno
donde el FMI lo relacione con la expansión de los mercados internos y la
política industrial. Por último, hay que mencionar que el FMI era reacio al
desarrollo del mercado de deuda pública en soles, requisito indispensable para
desarrollar el mercado de capitales en el país. Me temo que el FMI sea el
promotor de la compra y venta de bonos por instituciones financieras y empresas
extranjeras en el mercado local; lo cual solo acrecienta la vulnerabilidad de
dicho mercado.
A
modo de conclusión
Ollanta Humala dice que la economía no está en «piloto automático». No se da cuenta que su equipo económico neoliberal está exacerbando la vulnerabilidad de la economía ante shocks externos adversos. Ollanta Humala no toma en cuenta lo que implica tener una economía que importa bienes manufacturados por un monto que supera notablemente la producción manufacturera interna.
Comentarios