La caída del dólar: Enfermedad holandesa que tiene cura
Por Pedro Francke
En esta oportunidad coincidimos con PPK: la caída del precio del dólar viene afectando seriamente a nuestra economía. La razón es que quienes venden en el exterior lo hacen en dólares, y mientras más bajo sea el dólar en el Perú, tiene menos ingresos en soles. Pero al mismo tiempo sus costos están mayoritariamente en soles: salarios, energía, insumos e impuestos. De esa manera, con la caída del dólar su competitividad se reduce.
Para los mineros, ese efecto no es muy importante: el oro y el cobre tienen precios muy altos. ¿Qué impacto puede tener una caída del dólar del 10% para Tintaya si el precio del cobre ha subido 250%? Ninguno.
Para quienes venden afuera mangos o polos, la cosa es distinta. El dólar ya estuvo a 3,50 soles, así que hoy por el mismo producto con el mismo precio afuera, reciben una cuarta parte menos de ingresos, mientras dentro del país los costos han seguido subiendo.
El mismo problema lo tienen también los que venden dentro del Perú y deben competir con productos importados. Nuestra industria textilera, que produce hilos y telas está desapareciendo, porque la competencia del Asia trae productos a muy bajo precio. Un dólar más bajo abarata esos productos importados, mientras los costos internos suben, sacando de competencia a industrias que tienen décadas de existencia y que generan miles de empleos.
El problema no es solo para el hoy. Esta es la llamada “enfermedad holandesa”, cuya consecuencia es que disminuye las posibilidades de nuevos negocios que compitan internacionalmente. Así no se consigue un desarrollo económico sostenible, como lo establece un estudio internacional de Dani Rodrik de la Universidad de Harvard: los países que tienen tipos de cambio no competitivos crecen menos a mediano plazo.
¿Debemos permanecer impasibles ante esta situación?
Un remedio es la intervención del banco central. El BCR está comprando dólares y debe hacerlo más, pero además debe establecer medidas fuertes para que sea menos rentable traer dólares al Perú por unos pocos meses.
Otra medida necesaria es elevar los impuestos a las ganancias extraordinarias de las empresas mineras. Ollanta ofreció en campaña un impuesto a las sobreganancias, y terminó con un llamado “gravamen” que recauda apenas la quinta parte de lo prometido. Así, las empresas mineras siguen teniendo ganancias enormes, por lo cual los capitales vienen como locos a llevarse nuestro oro y nuestro cobre y especular financieramente; todos esos dólares ingresando a nuestra economía deprimen el tipo de cambio y restan competitividad a la industria, el agro y el turismo. Impuestos más altos a la minería desincentivarán un poco esas inversiones, dando un respiro al tipo de cambio y a los demás sectores económicos.
La enfermedad holandesa tiene soluciones. Es cuestión de defender con decisión el interés nacional y el desarrollo sostenible, y ponerse firmes ante los mineros y los reyes de las finanzas.
En esta oportunidad coincidimos con PPK: la caída del precio del dólar viene afectando seriamente a nuestra economía. La razón es que quienes venden en el exterior lo hacen en dólares, y mientras más bajo sea el dólar en el Perú, tiene menos ingresos en soles. Pero al mismo tiempo sus costos están mayoritariamente en soles: salarios, energía, insumos e impuestos. De esa manera, con la caída del dólar su competitividad se reduce.
Para los mineros, ese efecto no es muy importante: el oro y el cobre tienen precios muy altos. ¿Qué impacto puede tener una caída del dólar del 10% para Tintaya si el precio del cobre ha subido 250%? Ninguno.
Para quienes venden afuera mangos o polos, la cosa es distinta. El dólar ya estuvo a 3,50 soles, así que hoy por el mismo producto con el mismo precio afuera, reciben una cuarta parte menos de ingresos, mientras dentro del país los costos han seguido subiendo.
El mismo problema lo tienen también los que venden dentro del Perú y deben competir con productos importados. Nuestra industria textilera, que produce hilos y telas está desapareciendo, porque la competencia del Asia trae productos a muy bajo precio. Un dólar más bajo abarata esos productos importados, mientras los costos internos suben, sacando de competencia a industrias que tienen décadas de existencia y que generan miles de empleos.
El problema no es solo para el hoy. Esta es la llamada “enfermedad holandesa”, cuya consecuencia es que disminuye las posibilidades de nuevos negocios que compitan internacionalmente. Así no se consigue un desarrollo económico sostenible, como lo establece un estudio internacional de Dani Rodrik de la Universidad de Harvard: los países que tienen tipos de cambio no competitivos crecen menos a mediano plazo.
¿Debemos permanecer impasibles ante esta situación?
Un remedio es la intervención del banco central. El BCR está comprando dólares y debe hacerlo más, pero además debe establecer medidas fuertes para que sea menos rentable traer dólares al Perú por unos pocos meses.
Otra medida necesaria es elevar los impuestos a las ganancias extraordinarias de las empresas mineras. Ollanta ofreció en campaña un impuesto a las sobreganancias, y terminó con un llamado “gravamen” que recauda apenas la quinta parte de lo prometido. Así, las empresas mineras siguen teniendo ganancias enormes, por lo cual los capitales vienen como locos a llevarse nuestro oro y nuestro cobre y especular financieramente; todos esos dólares ingresando a nuestra economía deprimen el tipo de cambio y restan competitividad a la industria, el agro y el turismo. Impuestos más altos a la minería desincentivarán un poco esas inversiones, dando un respiro al tipo de cambio y a los demás sectores económicos.
La enfermedad holandesa tiene soluciones. Es cuestión de defender con decisión el interés nacional y el desarrollo sostenible, y ponerse firmes ante los mineros y los reyes de las finanzas.
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