Para que el tipo de cambio aumente hay que controlar la entrada de capitales
Por Félix Jiménez
La libre movilidad de capitales es parte
fundamental de las políticas neoliberales que patrocinaron organismos multilaterales
como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por eso los controles de capital
fueron proscritos, por ejemplo en los TLC y otros tratados internacionales. Luego
de la crisis asiática y rusa de 1997-1998, algunos países cuestionaron la
citada proposición neoliberal controlando el flujo de capitales. La necesidad
de controles se hizo más evidente con la notable entrada
de capitales que siguió a la crisis financiera de 2007-2009, debido a que está exacerbando
la apreciación monetaria asociada al auge primario exportador de países como el
nuestro.
Por qué es importante mantener un tipo de
cambio más alto
En el mundo globalizado actual donde la
política arancelaria ha perdido importancia, el tipo de cambio no puede ser
dejado al arbitrio del libre mercado. Nuestros argumentos son conocidos por los
lectores de este diario.
Cuando el tipo de cambio se reduce, dadas
las tasas de inflación externas e internas, los bienes extranjeros se hacen
relativamente más baratos o los bienes nacionales se hacen relativamente más
caros. En otras palabras, un dólar más barato
estimula las importaciones, mientras que un dólar más caro (más soles
por dólar) abarata las exportaciones. Para decirlo de otra manera, las
importaciones baratas asociadas a un tipo de cambio bajo afectan a los
productores nacionales y, por lo tanto, al empleo; mientras que las
exportaciones baratas, asociadas a un tipo de cambio alto, estimula la
producción nacional y, por lo tanto, el empleo.
Pero no solo importa el nivel del tipo de cambio
(que sea alto o bajo), sino también sus fluctuaciones. En realidad las fuertes
entradas y salidas de capitales en un contexto de libre movilidad, complican
las decisiones de inversión privada nacional en los sectores de producción de
bienes comercializables internacionalmente.
Las decisiones de inversión suponen flujos de ingresos en un horizonte
temporal largo; por lo tanto, las fuertes fluctuaciones del tipo de cambio afectan
estas decisiones.
De otro lado, la apreciación monetaria
cuando ocurre en medio de una crisis internacional que implica una caída de la
demanda externa –como está ocurriendo ahora--, reduce la rentabilidad de la
producción manufacturera exportable y, en consecuencia, el empleo. Las empresas
privadas más afectadas con esta situación son las que tienen dificultades de
acceso al financiamiento y un casi nulo
poder de mercado (las pequeñas y medianas empresas que operan en los
sectores transables).
Hay entonces razones de carácter financiero
y productivo para adoptar una política cambiaria activa. Por un lado, el
aumento del tipo de cambio reduce los costos en dólares de las empresas y, por
otro lado, la depreciación de la moneda reduce la tasa de depreciación esperada
(porque el tipo de cambio se acerca al esperado) con lo cual se desincentiva la
adquisición de activos externos. El resultado es que esta política influye
positivamente en la rentabilidad de los sectores productores de transables y
protege el mercado nacional.
Tipo
de cambio competitivo y control de capitales
La
propuesta de desarrollo de una economía nacional de mercado abierta al mundo,
para ser viable en el escenario de la globalización actual requiere la adopción
de una política monetaria y cambiaria
autónoma. La apertura financiera y la
libre movilidad de capitales dificultan la administración de la tasa de interés
y el tipo de cambio real, dos precios relativos importantes que influyen en la
demanda de inversión privada.
Para
una buena administración de la economía nacional de mercado abierta al mundo, es
necesario tener la libertad de fijar una tasa de interés apropiada (la tasa de
interés del Banco Central), sin referencia a las tasas prevalecientes en el
resto del mundo. Y, para que esto sea
posible, se deben introducir controles drásticos al flujo internacional de
capitales como política complementaria a las intervenciones cambiarias
esterilizadas y de acumulación de reservas internacionales del Banco Central.
Pero,
para asegurar el objetivo de un tipo de cambio real estable y competitivo, el
Banco Central debe aplicar activa y adecuadamente su regla de intervenciones
esterilizadas. En otras palabras, las intervenciones deben estar orientadas no
solo a evitar significativas apreciaciones o depreciaciones monetarias, sino
también a asegurar un tipo de cambio que contribuya con la competitividad de la
producción industrial, agroindustrial y agrícola.
Estas
son las medidas para mantener la competitividad de la economía y su capacidad
de generación de empleos en el contexto de la globalización actual. La
pasividad frente al tipo de cambio atenta contra el proceso de desarrollo
no-extractivista, y contra los objetivos de generación de empleo, creación de
mercados e inclusión social.
A
modo de conclusión
El 14 de noviembre pasado el FMI dio su aprobación a los controles de capital, «legitimando el uso de impuestos y otras restricciones a los flujos financieros transfronterizos». De patrocinador de la liberalización financiera el FMI ha pasado a reconocer que «la globalización financiera puede ser perjudicial –puede inducir a crisis financieras y a movimientos de divisas económicamente desfavorables». ¿Qué dirán Castilla y Velarde de este «sorprendente giro» del FMI?
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