Otro TLC, otra vez los argumentos equivocados
Por Pedro Francke
El Congreso peruano aprobó el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea sin mayor debate la semana pasada, cuando ya la mayoría de peruanos estábamos pensando en cómo pasar las fiestas. Seguramente más del 90 por ciento de los congresistas ni ha ojeado el Tratado que ha aprobado.
Otra vez salieron los argumentos simplones y simplistas, como el editorial de El Comercio del jueves pasado. Primero usaron el argumento tan trillado como absurdo de acusar, a quienes encuentran aspectos criticables en el TLC, de estar en contra de todo comercio internacional. Deformar las posiciones del adversario es la forma más cómoda pero también más manipuladora de debatir. Nadie propone un país cerrado al comercio. Además, por cierto, que ni Brasil, ni la mayoría de LatinoAmérica ni de los países en desarrollo, tienen un TLC con la Unión Europea o Estados Unidos, sin que por ello dejen de tener y promover su comercio internacional.
Una vez más, claro, se oculta que los TLCs son mucho más que tratados comerciales, y que entre sus disposiciones están privilegios hacia los inversionistas extranjeros como los que permiten a la abusiva y contaminadora DoeRun tener hoy el cuajo de enjuiciar internacionalmente al estado peruano por 800 millones de dólares luego de haber envenenado a los niños de La Oroya con plomo, buscando así que los peruanos paguemos por las indemnizaciones que un juez norteamericano bien puede otorgar a favor de las niñas y los niños peruanos.
Si proteger a las inversionistas extranjeros por encima de los nacionales, como hacen los TLCs, fuera tan bueno, ya lo habrían hecho China, India o Brasil: ellos se resisten a hacerlo.
Se oculta también que el TLC con la UE no asegura un “Libre” Comercio, siendo por ejemplo que si queremos exportar nuevos productos alimenticios basados en nuestra biodiversidad, deberemos pasar por un difícil y complejo proceso de aprobación de “Novel Foods” para poder llegar a los consumidores europeos.
Se insiste en que nuestros productores nacionales necesitan enfrentar más competencia. Pero mientras tanto, con la caída del dólar, nuestros exportadores no tradicionales pierden competitividad y nuestras empresas de textiles y confecciones enfrentan productos que entran más baratos. Mientras tanto, también, ni China ni India ni Brasil eliminan totalmente sus aranceles, manteniendo una defensa de la producción nacional.
El problema principal no es este TLC ni los anteriores. Es la ausencia total de un análisis y debate abierto sobre qué estrategia económica queremos desarrollar, qué país queremos tener y que políticas debemos aplicar. ¿Cuál es muestra política industrial? ¿Cómo queremos aprovechar nuestra biodiversidad? ¿Para qué y cómo queremos que venga inversión extranjera?
¿Cuándo veremos a nuestros congresistas analizando y discutiendo estas preguntas centrales antes de tomar decisiones trascendentales?
El Congreso peruano aprobó el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea sin mayor debate la semana pasada, cuando ya la mayoría de peruanos estábamos pensando en cómo pasar las fiestas. Seguramente más del 90 por ciento de los congresistas ni ha ojeado el Tratado que ha aprobado.
Otra vez salieron los argumentos simplones y simplistas, como el editorial de El Comercio del jueves pasado. Primero usaron el argumento tan trillado como absurdo de acusar, a quienes encuentran aspectos criticables en el TLC, de estar en contra de todo comercio internacional. Deformar las posiciones del adversario es la forma más cómoda pero también más manipuladora de debatir. Nadie propone un país cerrado al comercio. Además, por cierto, que ni Brasil, ni la mayoría de LatinoAmérica ni de los países en desarrollo, tienen un TLC con la Unión Europea o Estados Unidos, sin que por ello dejen de tener y promover su comercio internacional.
Una vez más, claro, se oculta que los TLCs son mucho más que tratados comerciales, y que entre sus disposiciones están privilegios hacia los inversionistas extranjeros como los que permiten a la abusiva y contaminadora DoeRun tener hoy el cuajo de enjuiciar internacionalmente al estado peruano por 800 millones de dólares luego de haber envenenado a los niños de La Oroya con plomo, buscando así que los peruanos paguemos por las indemnizaciones que un juez norteamericano bien puede otorgar a favor de las niñas y los niños peruanos.
Si proteger a las inversionistas extranjeros por encima de los nacionales, como hacen los TLCs, fuera tan bueno, ya lo habrían hecho China, India o Brasil: ellos se resisten a hacerlo.
Se oculta también que el TLC con la UE no asegura un “Libre” Comercio, siendo por ejemplo que si queremos exportar nuevos productos alimenticios basados en nuestra biodiversidad, deberemos pasar por un difícil y complejo proceso de aprobación de “Novel Foods” para poder llegar a los consumidores europeos.
Se insiste en que nuestros productores nacionales necesitan enfrentar más competencia. Pero mientras tanto, con la caída del dólar, nuestros exportadores no tradicionales pierden competitividad y nuestras empresas de textiles y confecciones enfrentan productos que entran más baratos. Mientras tanto, también, ni China ni India ni Brasil eliminan totalmente sus aranceles, manteniendo una defensa de la producción nacional.
El problema principal no es este TLC ni los anteriores. Es la ausencia total de un análisis y debate abierto sobre qué estrategia económica queremos desarrollar, qué país queremos tener y que políticas debemos aplicar. ¿Cuál es muestra política industrial? ¿Cómo queremos aprovechar nuestra biodiversidad? ¿Para qué y cómo queremos que venga inversión extranjera?
¿Cuándo veremos a nuestros congresistas analizando y discutiendo estas preguntas centrales antes de tomar decisiones trascendentales?
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