Merino elimina la petroquímica en Nuevo Gasoducto del Sur
Por Otra Mirada
Han pasado menos de 4 meses desde que, sorpresivamente, el Presidente Humala y el ministro de Energía y Minas, Jorge Merino decidieron dejar de lado en la práctica y, sin mayor explicación, el proyecto gasífero y petroquímico conocido como Gasoducto Surandino (GANSUR), para dar paso a un dudoso proyecto que se conoció como el Etanoducto costero.
Recordemos que durante toda la campaña electoral el entonces candidato Humala defendió la propuesta del GANSUR en tanto este proyecto no sólo significaba la llegada del gas a las casas y empresas de esa zona del país, sino también la instalación de un complejo petroquímico y parques industriales asociados que permitirían la industrialización del sur con este valioso recurso. Esta promesa fue ratificada, primero, durante la presentación en el Congreso del gabinete presidido por Salomón Lerner y, posteriormente, por el propio Ollanta Humala el 29 de marzo último cuando, rodeado de un conjunto de autoridades, colocaba simbólicamente el primero de los tubos que constituirían el GANSUR.
Sin embargo, sorpresivamente y sin explicaciones, durante el tradicional mensaje de 28 de julio, el presidente sacó de la manga el llamado Etanoducto Costero. Como dijimos en nuestro suplemento número 17, este nuevo proyecto significaba el descuartizamiento del GANSUR y el bloqueo de la posibilidad de industrialización del sur del país. El Poder Ejecutivo presentó el proyecto de Etanoducto sin los estudios mínimos técnicos, legales y económicos, que aseguraran su viabilidad. Peor aún, tampoco existían estudios que demostraran que el Etanoducto y el GANSUR eran compatibles entre sí. Como dijimos en Otra Mirada la construcción del primero significaba la muerte del segundo. Por ello iniciamos una campaña con la intención de dar a conocer los inconvenientes de este nuevo proyecto que atentaba contra el desarrollo del sur y de todo nuestro país.
Múltiples fueron las oportunidades en que diversos miembros del Ejecutivo, encabezados por el ministro Merino, buscaron desmentirnos, afirmando que tanto el Etanoducto como el GANSUR serían construidos. Sin embargo, un conjunto de actores de la sociedad civil, autoridades regionales y nacionales ponían esto en duda. El sur peruano se movilizaba a favor de la industrialización del gas peruano, así como de la industrialización que ofrecía el polo petroquímico contemplado en el GANSUR.
En las últimas semanas los intentos por sacar de cualquier manera el Etanoducto se multiplicaron. Así, en la madrugada del jueves pasado se incluyó en el proyecto de Presupuesto 2013 una disposición final que buscaba declarar de interés nacional el paquete de proyectos que acompañaban el Etanoducto Costero que venía impulsando el ministro Merino afanosamente. Sin embargo, este intento fue detectado a tiempo y un amplio grupo de parlamentarios se negó a aprobarlo y logró el retiro del mismo de la Ley de Presupuesto.
Tras su derrota, el ministro Merino acudió el último martes al Congreso y, así como sorpresivamente presentó el proyecto del Etanoducto hace 4 meses, anunció el fin de este. Sin reconocerlo, ha cambiado otros tres asuntos que se le objetaba. Anuló su propuesta de dos ductos –cañerías de 8 pulgadas para llevar gas a Cusco y a Puno, y señaló que sería de 24 pulgadas. Ha aceptado que el etano de los lotes 57,58 y 88 irá para la Petroquímica en el Sur. Y ha asumido que todos los peruanos aportaran al financiamiento, en la tarifa de electricidad, como hicimos con el gasoducto central y en los aportes de gobiernos regionales y locales.
Este tercer proyecto de Gasoducto del gobierno de Humala, el ministro Merino lo ha presentado a los sorprendidos parlamentarios también sin estudios. El proyecto Gasoducto Sur Peruano remplazaría al Etanoducto Costero y a sus ductos cañerías de 8 pulgadas, y en la práctica, supone, además, el fin del GANSUR impulsado por el consorcio privado Kuntur.
El nuevo proyecto supone la construcción del ducto en dos tramos. El Tramo I de Seguridad Energética, lo amplia de Malvinas hasta Anta; el Tramo II, para el nodo energético de la costa sur, va de Anta a Ilo. Los recursos financieros necesarios para el primer tramo del gasoducto (Malvinas –Anta) serían obtenidos a través de un aumento de las tarifas eléctricas en un 4%. El segundo tramo (Anta-Ilo) sería financiado por la garantía de compra del gas transportado que otorgarían un conjunto de nuevas centrales eléctricas cuyo costo asumirá, subsidiándolo, Electroperú.
Existen varios asuntos en debate. El principal es el uso del gas al separar el gasoducto de la petroquímica, y dejar en el aire a Petroperú. El Tramo I se sustenta solo. La clave está en el tramo II, que se formula a partir de la generación termoeléctrica de 2,000 MW en la costa sur, volumen que solo se explica si se dedica principalmente a exportar a Chile. De este modo, el destino principal del gas es quemarlo para exportar electricidad. El uso del Gas ya no se sustenta en la petroquímica de talla mundial en el sur, con Petroperú y las inversiones internacionales, vinculados a los parques industriales de la región sur. Existe consenso nacional de la prioridad del uso del gas para la petroquímica, rentabilizando el proyecto del Gasoducto Sur, y aprovechando los 2,5 TCF del lote 88 en recuperación para hacer el uso adecuado de esta riqueza estratégica. ¿Cuándo cambió Merino este consenso?
Desde Otra Mirada saludamos las correcciones hechas por el gobierno, pero señalamos con la misma firmeza que es preciso que el nuevo proyecto de gasoducto venga acompañado obligatoriamente por un complejo petroquímico que permita el uso estratégico del gas y la postergada industrialización del sur del Perú. No basta convertir en electricidad el gas que transportará el nuevo ducto. Hace falta convertirlo en productos industriales que le aseguren al país no solo mayores recursos financieros, sino que lo ponga en la senda de su industrialización.
Han pasado menos de 4 meses desde que, sorpresivamente, el Presidente Humala y el ministro de Energía y Minas, Jorge Merino decidieron dejar de lado en la práctica y, sin mayor explicación, el proyecto gasífero y petroquímico conocido como Gasoducto Surandino (GANSUR), para dar paso a un dudoso proyecto que se conoció como el Etanoducto costero.
Recordemos que durante toda la campaña electoral el entonces candidato Humala defendió la propuesta del GANSUR en tanto este proyecto no sólo significaba la llegada del gas a las casas y empresas de esa zona del país, sino también la instalación de un complejo petroquímico y parques industriales asociados que permitirían la industrialización del sur con este valioso recurso. Esta promesa fue ratificada, primero, durante la presentación en el Congreso del gabinete presidido por Salomón Lerner y, posteriormente, por el propio Ollanta Humala el 29 de marzo último cuando, rodeado de un conjunto de autoridades, colocaba simbólicamente el primero de los tubos que constituirían el GANSUR.
Sin embargo, sorpresivamente y sin explicaciones, durante el tradicional mensaje de 28 de julio, el presidente sacó de la manga el llamado Etanoducto Costero. Como dijimos en nuestro suplemento número 17, este nuevo proyecto significaba el descuartizamiento del GANSUR y el bloqueo de la posibilidad de industrialización del sur del país. El Poder Ejecutivo presentó el proyecto de Etanoducto sin los estudios mínimos técnicos, legales y económicos, que aseguraran su viabilidad. Peor aún, tampoco existían estudios que demostraran que el Etanoducto y el GANSUR eran compatibles entre sí. Como dijimos en Otra Mirada la construcción del primero significaba la muerte del segundo. Por ello iniciamos una campaña con la intención de dar a conocer los inconvenientes de este nuevo proyecto que atentaba contra el desarrollo del sur y de todo nuestro país.
Múltiples fueron las oportunidades en que diversos miembros del Ejecutivo, encabezados por el ministro Merino, buscaron desmentirnos, afirmando que tanto el Etanoducto como el GANSUR serían construidos. Sin embargo, un conjunto de actores de la sociedad civil, autoridades regionales y nacionales ponían esto en duda. El sur peruano se movilizaba a favor de la industrialización del gas peruano, así como de la industrialización que ofrecía el polo petroquímico contemplado en el GANSUR.
En las últimas semanas los intentos por sacar de cualquier manera el Etanoducto se multiplicaron. Así, en la madrugada del jueves pasado se incluyó en el proyecto de Presupuesto 2013 una disposición final que buscaba declarar de interés nacional el paquete de proyectos que acompañaban el Etanoducto Costero que venía impulsando el ministro Merino afanosamente. Sin embargo, este intento fue detectado a tiempo y un amplio grupo de parlamentarios se negó a aprobarlo y logró el retiro del mismo de la Ley de Presupuesto.
Tras su derrota, el ministro Merino acudió el último martes al Congreso y, así como sorpresivamente presentó el proyecto del Etanoducto hace 4 meses, anunció el fin de este. Sin reconocerlo, ha cambiado otros tres asuntos que se le objetaba. Anuló su propuesta de dos ductos –cañerías de 8 pulgadas para llevar gas a Cusco y a Puno, y señaló que sería de 24 pulgadas. Ha aceptado que el etano de los lotes 57,58 y 88 irá para la Petroquímica en el Sur. Y ha asumido que todos los peruanos aportaran al financiamiento, en la tarifa de electricidad, como hicimos con el gasoducto central y en los aportes de gobiernos regionales y locales.
Este tercer proyecto de Gasoducto del gobierno de Humala, el ministro Merino lo ha presentado a los sorprendidos parlamentarios también sin estudios. El proyecto Gasoducto Sur Peruano remplazaría al Etanoducto Costero y a sus ductos cañerías de 8 pulgadas, y en la práctica, supone, además, el fin del GANSUR impulsado por el consorcio privado Kuntur.
El nuevo proyecto supone la construcción del ducto en dos tramos. El Tramo I de Seguridad Energética, lo amplia de Malvinas hasta Anta; el Tramo II, para el nodo energético de la costa sur, va de Anta a Ilo. Los recursos financieros necesarios para el primer tramo del gasoducto (Malvinas –Anta) serían obtenidos a través de un aumento de las tarifas eléctricas en un 4%. El segundo tramo (Anta-Ilo) sería financiado por la garantía de compra del gas transportado que otorgarían un conjunto de nuevas centrales eléctricas cuyo costo asumirá, subsidiándolo, Electroperú.
Existen varios asuntos en debate. El principal es el uso del gas al separar el gasoducto de la petroquímica, y dejar en el aire a Petroperú. El Tramo I se sustenta solo. La clave está en el tramo II, que se formula a partir de la generación termoeléctrica de 2,000 MW en la costa sur, volumen que solo se explica si se dedica principalmente a exportar a Chile. De este modo, el destino principal del gas es quemarlo para exportar electricidad. El uso del Gas ya no se sustenta en la petroquímica de talla mundial en el sur, con Petroperú y las inversiones internacionales, vinculados a los parques industriales de la región sur. Existe consenso nacional de la prioridad del uso del gas para la petroquímica, rentabilizando el proyecto del Gasoducto Sur, y aprovechando los 2,5 TCF del lote 88 en recuperación para hacer el uso adecuado de esta riqueza estratégica. ¿Cuándo cambió Merino este consenso?
Desde Otra Mirada saludamos las correcciones hechas por el gobierno, pero señalamos con la misma firmeza que es preciso que el nuevo proyecto de gasoducto venga acompañado obligatoriamente por un complejo petroquímico que permita el uso estratégico del gas y la postergada industrialización del sur del Perú. No basta convertir en electricidad el gas que transportará el nuevo ducto. Hace falta convertirlo en productos industriales que le aseguren al país no solo mayores recursos financieros, sino que lo ponga en la senda de su industrialización.
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