Redistribución: Otra decepción de Humala
Por Pedro Francke
El Perú es un país altamente desigual. Una de las principales promesas de Ollanta Humala era reducir esa desigualdad, mediante un impuesto a las sobreganancias mineras para mejorar el gasto social. Como en otras áreas en las que se esperaba una gran transformación, sin embargo, los cambios han sido mínimos.
La alta desigualdad económica en el Perú ha sido comprobada por diversos estudios en los últimos 3 años. Las investigaciones de Gustavo Yamada y Juan Francisco Castro (Universidad del Pacífico), de Adolfo Figueroa (Centrum), de Javier Escobal y Carmen Ponce (GRADE) y de Waldo Mendoza (PUCP) han ratificado que el Perú es uno de los países más desiguales del mundo con un coeficiente de Gini de 0,6 (si el Gini fuera 1, una sola persona tendría todo el dinero del Perú, y los otros 30 millones no tendríamos absolutamente nada). Se trata de 4 estudios independientes realizados por algunos de los mejores economistas en los centros más prestigiosos del país. Insistir, como hacen sectores de la derecha, en negar esta realidad es realmente de necios.
Otros indicadores ratifican que hay una muy alta desigualdad. En la última década los salarios han reducido su participación en el PBI en cerca de 3 puntos porcentuales, pasando de 25 a 22%. Al otro extremo, mientras el 2001 las utilidades de las empresas trasnacionales en el Perú fueron 131 millones de dólares, el 2011 alcanzaron a 12 866 millones de dólares (datos del BCR), casi 100 veces más, principalmente por las sobreganancias mineras. Esas utilidades de unas pocas empresas extranjeras, son similares al consumo de los 12 millones de peruanos más pobres, el 40% más bajo de la distribución del ingreso.
Ollanta Humala ofreció como parte de “La Gran Transformación” un impuesto a las sobreganancias mineras que estimó en campaña recaudaría 5 mil millones de soles. En el debate de las leyes respectivas en el Congreso, dijeron que sería de 3 mil millones. Un reciente estudio del Grupo Propuesta Ciudadana concluye que solo se está obteniendo la mitad de esa cifra, unos 1,500 millones. Pero a su vez las mineras han dejado de aportar los 500 millones de soles anuales del llamado “Óbolo Voluntario”. Así, el aporte neto adicional de las grandes mineras es de apenas mil millones de soles: la quinta parte de lo prometido en campaña y apenas 0,15 % (1 / 600 ava parte) del PBI, muy poco como para modificar la enorme desigualdad existente.
85 por ciento de los peruanos considera que las diferencias entre ricos y pobres son muy grandes. 79 por ciento afirma que la persistencia de esta desigualdad se debe a que beneficia principalmente a los ricos. Esa demanda ciudadana sigue sin ser atendida.
PD: El único congresista que votó contra la propuesta gubernamental y a favor de un impuesto a las sobreganancias mineras fue Javier Diez Canseco. Ahora han inventado contra él una acusación absurda y que no tiene fundamento: es solo por venganza otoronguil.
El Perú es un país altamente desigual. Una de las principales promesas de Ollanta Humala era reducir esa desigualdad, mediante un impuesto a las sobreganancias mineras para mejorar el gasto social. Como en otras áreas en las que se esperaba una gran transformación, sin embargo, los cambios han sido mínimos.
La alta desigualdad económica en el Perú ha sido comprobada por diversos estudios en los últimos 3 años. Las investigaciones de Gustavo Yamada y Juan Francisco Castro (Universidad del Pacífico), de Adolfo Figueroa (Centrum), de Javier Escobal y Carmen Ponce (GRADE) y de Waldo Mendoza (PUCP) han ratificado que el Perú es uno de los países más desiguales del mundo con un coeficiente de Gini de 0,6 (si el Gini fuera 1, una sola persona tendría todo el dinero del Perú, y los otros 30 millones no tendríamos absolutamente nada). Se trata de 4 estudios independientes realizados por algunos de los mejores economistas en los centros más prestigiosos del país. Insistir, como hacen sectores de la derecha, en negar esta realidad es realmente de necios.
Otros indicadores ratifican que hay una muy alta desigualdad. En la última década los salarios han reducido su participación en el PBI en cerca de 3 puntos porcentuales, pasando de 25 a 22%. Al otro extremo, mientras el 2001 las utilidades de las empresas trasnacionales en el Perú fueron 131 millones de dólares, el 2011 alcanzaron a 12 866 millones de dólares (datos del BCR), casi 100 veces más, principalmente por las sobreganancias mineras. Esas utilidades de unas pocas empresas extranjeras, son similares al consumo de los 12 millones de peruanos más pobres, el 40% más bajo de la distribución del ingreso.
Ollanta Humala ofreció como parte de “La Gran Transformación” un impuesto a las sobreganancias mineras que estimó en campaña recaudaría 5 mil millones de soles. En el debate de las leyes respectivas en el Congreso, dijeron que sería de 3 mil millones. Un reciente estudio del Grupo Propuesta Ciudadana concluye que solo se está obteniendo la mitad de esa cifra, unos 1,500 millones. Pero a su vez las mineras han dejado de aportar los 500 millones de soles anuales del llamado “Óbolo Voluntario”. Así, el aporte neto adicional de las grandes mineras es de apenas mil millones de soles: la quinta parte de lo prometido en campaña y apenas 0,15 % (1 / 600 ava parte) del PBI, muy poco como para modificar la enorme desigualdad existente.
85 por ciento de los peruanos considera que las diferencias entre ricos y pobres son muy grandes. 79 por ciento afirma que la persistencia de esta desigualdad se debe a que beneficia principalmente a los ricos. Esa demanda ciudadana sigue sin ser atendida.
PD: El único congresista que votó contra la propuesta gubernamental y a favor de un impuesto a las sobreganancias mineras fue Javier Diez Canseco. Ahora han inventado contra él una acusación absurda y que no tiene fundamento: es solo por venganza otoronguil.
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