¿Placebos en lugar de medicinas?
Por German Alarco Tosoni
La Asociación de Exportadores comentó que el número de empresas exportadoras se redujo. Ahora tenemos 6,305 firmas activas frente a 7,294 en 2011. Los argumentos son obvios: menor crecimiento de la economía internacional y el acelerado ritmo de la apreciación del sol, que las elimina al afectar su rentabilidad. Frente a este panorama, ni los propios exportadores, ni el BCRP, ni el MEF concuerdan que una de las salidas más importantes frente al problema es la implantación de acciones concretas que permitan aumentar la productividad de las diferentes etapas de las cadenas logísticas del comercio exterior y de la economía en general. La posibilidad de pagar impuestos en moneda extranjera o mantener el precario régimen laboral asociado a la exportación son simples paliativos.
En cambio, habría que hacer un trabajo fino detectando, proponiendo e implantando medidas concretas que permitan enfrentar sobrecostos y cuellos de botella en las diferentes etapas de las cadenas logísticas de exportación. En el caso concreto de la exportación de espárragos frescos, el transporte aéreo es el 66% del precio, el costo del camión refrigerado de la zona de producción a Lima es superior a los estándares internacionales por una reducida oferta y las limitaciones de la infraestructura. Los problemas con las tarifas de los operadores portuarios continúan. Los fletes marítimos no se han reducido a la par de las mejoras portuarias. Siguen los problemas con las terminales de almacenamiento extraportuarias, entre muchos otros por resolver.
El esquema actual de asociaciones públicas-privadas no es salida al problema de la infraestructura. Esta semana el exministro del MTC del gobierno anterior se ufanó de la concesión de la Carretera Central (377 Km) por 25 años. El problema es que esta concesión, que corresponde a la vía más importante para comunicarnos con la sierra y selva central, sólo prevé una inversión de US$ 127 millones, lo cual significa que la participación se limitaría a pintarla, asfaltarla y a alguna mejora marginal a cambio de un peaje. Se omite que la misma está saturada, tiene un trazo propio del siglo pasado, con un solo carril de ida y vuelta que genera accidentes, tráficos reducidos, tiempos y velocidades por debajo de los estándares óptimos, mientras que debió plantearse una reingeniería profunda de la misma.
Nuestras autoridades del BCRP, del MEF, y del MTC tienen miopía. No saben mirar alto y lejos, en circunstancias en que tenemos una razonable caja fiscal. Les gusta la política de los placebos y de los parches. Por otra parte, desaprovechan las ventajas de una prima de riesgo país reducida que implicaría menores costos para el endeudamiento público, en circunstancias en que los niveles de deuda/PBI se encuentran por debajo de los estándares internacionales. Se tienen los recursos para implantar un Plan Marshall que transforme nuestra realidad. No desaprovechemos esta nueva oportunidad.
La Asociación de Exportadores comentó que el número de empresas exportadoras se redujo. Ahora tenemos 6,305 firmas activas frente a 7,294 en 2011. Los argumentos son obvios: menor crecimiento de la economía internacional y el acelerado ritmo de la apreciación del sol, que las elimina al afectar su rentabilidad. Frente a este panorama, ni los propios exportadores, ni el BCRP, ni el MEF concuerdan que una de las salidas más importantes frente al problema es la implantación de acciones concretas que permitan aumentar la productividad de las diferentes etapas de las cadenas logísticas del comercio exterior y de la economía en general. La posibilidad de pagar impuestos en moneda extranjera o mantener el precario régimen laboral asociado a la exportación son simples paliativos.
En cambio, habría que hacer un trabajo fino detectando, proponiendo e implantando medidas concretas que permitan enfrentar sobrecostos y cuellos de botella en las diferentes etapas de las cadenas logísticas de exportación. En el caso concreto de la exportación de espárragos frescos, el transporte aéreo es el 66% del precio, el costo del camión refrigerado de la zona de producción a Lima es superior a los estándares internacionales por una reducida oferta y las limitaciones de la infraestructura. Los problemas con las tarifas de los operadores portuarios continúan. Los fletes marítimos no se han reducido a la par de las mejoras portuarias. Siguen los problemas con las terminales de almacenamiento extraportuarias, entre muchos otros por resolver.
El esquema actual de asociaciones públicas-privadas no es salida al problema de la infraestructura. Esta semana el exministro del MTC del gobierno anterior se ufanó de la concesión de la Carretera Central (377 Km) por 25 años. El problema es que esta concesión, que corresponde a la vía más importante para comunicarnos con la sierra y selva central, sólo prevé una inversión de US$ 127 millones, lo cual significa que la participación se limitaría a pintarla, asfaltarla y a alguna mejora marginal a cambio de un peaje. Se omite que la misma está saturada, tiene un trazo propio del siglo pasado, con un solo carril de ida y vuelta que genera accidentes, tráficos reducidos, tiempos y velocidades por debajo de los estándares óptimos, mientras que debió plantearse una reingeniería profunda de la misma.
Nuestras autoridades del BCRP, del MEF, y del MTC tienen miopía. No saben mirar alto y lejos, en circunstancias en que tenemos una razonable caja fiscal. Les gusta la política de los placebos y de los parches. Por otra parte, desaprovechan las ventajas de una prima de riesgo país reducida que implicaría menores costos para el endeudamiento público, en circunstancias en que los niveles de deuda/PBI se encuentran por debajo de los estándares internacionales. Se tienen los recursos para implantar un Plan Marshall que transforme nuestra realidad. No desaprovechemos esta nueva oportunidad.
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