Bombas de tiempo macroeconómicas
Por German Alarco Tosoni
Las autoridades económicas insisten en señalar que el país cuenta con un sólido manejo macroeconómico. En el caso de la paridad cambiaria y la inflación hay problemas, que más temprano que tarde pueden convertirse en serios. Muchas personas prestaron atención a la apreciación reciente del sol a punto de ubicarse abajo de los S/. 2.6 por dólar americano y las mayores presiones inflacionarias por lo insumos y alimentos agrícolas importados. Sin embargo, estos no son hechos transitorios ni temporales. En el último año, el sol se apreció 4% y el tipo de cambio real multilateral cayó en casi 11%. La inflación en el mismo periodo, con excepción de julio y agosto del 2012, se sigue manteniendo por encima del 4% anual.
Para los economistas neoliberales no hay problema alguno con la tendencia y nivel del tipo de cambio. Sin embargo, este no es un precio cualquiera, ya que establece la relación con los bienes y servicios del exterior. Una moneda nacional que se aprecia, abarata las importaciones y de esta forma impacta negativamente en el nivel de demanda y producción interna. Estos efectos se producen por los menores ingresos de los exportadores y las mayores filtraciones hacia el exterior de las importaciones en una economía abierta al exterior. Asimismo, el resultado neto de una mayor apreciación cambiaria sobre los ingresos de los distintos agentes económicos no es incierto, ya que la reducción de los ingresos de los exportadores es mayor a las ganancias que obtienen quienes tienen deudas en moneda extranjera.
Las señales de mercado derivadas a propósito de la apreciación del sol, son varias. Hay que importar más y/o exportar menos. Sin embargo, se olvida que el “exceso” de divisas se genera principalmente por la mayor productividad, volumen y precios de la minería y los Hidrocarburos, versus la menor productividad del resto de los exportadores. Este es el origen de la denominada enfermedad holandesa que se acompaña, en la teoría y realidad, con una mayor inflación en los bienes y servicios no transables (entre el 4% y 5% anual), que eleva la inflación promedio, aumenta los costos de producción locales y reduce la competitividad del país.
En el manejo macroeconómico nunca hay que ser excesivamente optimista. El comportamiento de los agentes económicos a partir de señales económicas equivocadas o con problemas, puede conducir rápidamente a desequilibrios. Los modelos no son eternos y, al contrario, pueden tener vida corta. También hay crisis en los regímenes neoliberales. En América Latina no se debe olvidar la crisis financiera y económica de Chile entre 1978-1980 por el mantenimiento previo de la paridad cambiaria, la de México entre 1994-1996, y la crisis Argentina, resultado del establecimiento de la paridad cambiaria uno a uno (Ley de Convertibilidad) del 2001-2002, que son ejemplos de manejos inadecuados del tipo de cambio.
Las autoridades económicas insisten en señalar que el país cuenta con un sólido manejo macroeconómico. En el caso de la paridad cambiaria y la inflación hay problemas, que más temprano que tarde pueden convertirse en serios. Muchas personas prestaron atención a la apreciación reciente del sol a punto de ubicarse abajo de los S/. 2.6 por dólar americano y las mayores presiones inflacionarias por lo insumos y alimentos agrícolas importados. Sin embargo, estos no son hechos transitorios ni temporales. En el último año, el sol se apreció 4% y el tipo de cambio real multilateral cayó en casi 11%. La inflación en el mismo periodo, con excepción de julio y agosto del 2012, se sigue manteniendo por encima del 4% anual.
Para los economistas neoliberales no hay problema alguno con la tendencia y nivel del tipo de cambio. Sin embargo, este no es un precio cualquiera, ya que establece la relación con los bienes y servicios del exterior. Una moneda nacional que se aprecia, abarata las importaciones y de esta forma impacta negativamente en el nivel de demanda y producción interna. Estos efectos se producen por los menores ingresos de los exportadores y las mayores filtraciones hacia el exterior de las importaciones en una economía abierta al exterior. Asimismo, el resultado neto de una mayor apreciación cambiaria sobre los ingresos de los distintos agentes económicos no es incierto, ya que la reducción de los ingresos de los exportadores es mayor a las ganancias que obtienen quienes tienen deudas en moneda extranjera.
Las señales de mercado derivadas a propósito de la apreciación del sol, son varias. Hay que importar más y/o exportar menos. Sin embargo, se olvida que el “exceso” de divisas se genera principalmente por la mayor productividad, volumen y precios de la minería y los Hidrocarburos, versus la menor productividad del resto de los exportadores. Este es el origen de la denominada enfermedad holandesa que se acompaña, en la teoría y realidad, con una mayor inflación en los bienes y servicios no transables (entre el 4% y 5% anual), que eleva la inflación promedio, aumenta los costos de producción locales y reduce la competitividad del país.
En el manejo macroeconómico nunca hay que ser excesivamente optimista. El comportamiento de los agentes económicos a partir de señales económicas equivocadas o con problemas, puede conducir rápidamente a desequilibrios. Los modelos no son eternos y, al contrario, pueden tener vida corta. También hay crisis en los regímenes neoliberales. En América Latina no se debe olvidar la crisis financiera y económica de Chile entre 1978-1980 por el mantenimiento previo de la paridad cambiaria, la de México entre 1994-1996, y la crisis Argentina, resultado del establecimiento de la paridad cambiaria uno a uno (Ley de Convertibilidad) del 2001-2002, que son ejemplos de manejos inadecuados del tipo de cambio.
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