Aranceles debajo del cero por ciento
Por Raul Wiener
La discusión es sobre cómo hacer para contrarrestar la escasez mundial de alimentos que se viene con la crisis internacional y los fenómenos climáticos, y la esterilización de la opción Carranza de los últimos años de ir bajando aranceles para los principales granos hasta que éstos tocaron el cero. ¿Qué más puede bajarse a partir de allí para que tenga algún efecto en la mesa de las familias peruanas?
Que haya sido nada menos que el ministro Castilla quien haya desestimado la posibilidad de recurrir a un mecanismo que ya no haría ningún efecto, muestra que aún con el mayor espíritu liberal no se puede caer en el absurdo de pensar que se puede utilizar eternamente la misma estrategia que ya agotó sus posibilidades (algo parecido con las privatizaciones y concesiones como financiación del Estado, que inevitablemente algún día se acaban).
Pero de pronto “El Comercio”, cuyos editoriales antes conmovían el escenario político, y que hace poco escribió que en el caso del derecho de asilo a Assange lo importante era que Correa había impuesto (a través del Poder Judicial) una supermulta a sus primos hermanos de “El Universo” para luego darse el gusto de condonarla, ahora editorializa que el trigo, el maíz y otros productos estarán en cero arancel, pero no todos sus productos derivados, algunos de los cuales se van por el 6%.
Y se larga a partir de allí toda una disquisición sobre que los mercados abiertos estimulan la competencia y que la industria protegida es ineficiente, y nada sobre el tema crítico de la escasez mundial y el alza de precios.
Los editorialistas del decano dicen, además, que si no somos “eficientes” en producir trigo, nos dediquemos solo a los espárragos, para los que tenemos amplios mercados, con lo que prueba una vez más que en materia de simplismo están llegando demasiado lejos.
Fíjense nomás, si el mundo nos está diciendo que va a faltar trigo y que va a ser más caro, eliminemos el poco hectareaje que aún tenemos, y si la recesión internacional y la caída de las monedas otrora más poderosas empiezan a afectar la demanda de nuestros productos de agroexportación, precisamente por no ser componentes centrales de la dieta de la gente sino complementos para personas en condición de pagarlos, la conclusión que saca el diario que se define como el más serio, es casi para reírse, si no fuera porque las crisis de alimentos son más bien para llorar.
Sorprende, por supuesto, que aún en el terreno de la mera lógica, los editoriales de “El Comercio”, se planteen un problema para terminar discutiendo de otra cosa, y que todo eso se haga en el tono pedante del que tiene la última palabra.
¿Qué clase de reto es el del Perú de 2012? ¿Someter a su industria a otra prueba de “eficiencia” internacional, cuando la crisis global va a llevar a una seria disputa de mercados en los que se juega la sobrevivencia?, ¿especializar aún más la agricultura, separándola de la producción de alimentos para el mercado interno, que de esta forma terminará más dependiente de las fluctuaciones internacionales?
¿Cómo podremos tener ideas claras sobre la crisis y los retos del período, si nadie le sale al frente al medio más influyente en las elites locales que a la manera de George W. Bush en el 2008, nos dice que aquí lo importante es no salirse del dogma, que lo demás lo arreglará el mercado. Como en Grecia, España y otros lugares.
La discusión es sobre cómo hacer para contrarrestar la escasez mundial de alimentos que se viene con la crisis internacional y los fenómenos climáticos, y la esterilización de la opción Carranza de los últimos años de ir bajando aranceles para los principales granos hasta que éstos tocaron el cero. ¿Qué más puede bajarse a partir de allí para que tenga algún efecto en la mesa de las familias peruanas?
Que haya sido nada menos que el ministro Castilla quien haya desestimado la posibilidad de recurrir a un mecanismo que ya no haría ningún efecto, muestra que aún con el mayor espíritu liberal no se puede caer en el absurdo de pensar que se puede utilizar eternamente la misma estrategia que ya agotó sus posibilidades (algo parecido con las privatizaciones y concesiones como financiación del Estado, que inevitablemente algún día se acaban).
Pero de pronto “El Comercio”, cuyos editoriales antes conmovían el escenario político, y que hace poco escribió que en el caso del derecho de asilo a Assange lo importante era que Correa había impuesto (a través del Poder Judicial) una supermulta a sus primos hermanos de “El Universo” para luego darse el gusto de condonarla, ahora editorializa que el trigo, el maíz y otros productos estarán en cero arancel, pero no todos sus productos derivados, algunos de los cuales se van por el 6%.
Y se larga a partir de allí toda una disquisición sobre que los mercados abiertos estimulan la competencia y que la industria protegida es ineficiente, y nada sobre el tema crítico de la escasez mundial y el alza de precios.
Los editorialistas del decano dicen, además, que si no somos “eficientes” en producir trigo, nos dediquemos solo a los espárragos, para los que tenemos amplios mercados, con lo que prueba una vez más que en materia de simplismo están llegando demasiado lejos.
Fíjense nomás, si el mundo nos está diciendo que va a faltar trigo y que va a ser más caro, eliminemos el poco hectareaje que aún tenemos, y si la recesión internacional y la caída de las monedas otrora más poderosas empiezan a afectar la demanda de nuestros productos de agroexportación, precisamente por no ser componentes centrales de la dieta de la gente sino complementos para personas en condición de pagarlos, la conclusión que saca el diario que se define como el más serio, es casi para reírse, si no fuera porque las crisis de alimentos son más bien para llorar.
Sorprende, por supuesto, que aún en el terreno de la mera lógica, los editoriales de “El Comercio”, se planteen un problema para terminar discutiendo de otra cosa, y que todo eso se haga en el tono pedante del que tiene la última palabra.
¿Qué clase de reto es el del Perú de 2012? ¿Someter a su industria a otra prueba de “eficiencia” internacional, cuando la crisis global va a llevar a una seria disputa de mercados en los que se juega la sobrevivencia?, ¿especializar aún más la agricultura, separándola de la producción de alimentos para el mercado interno, que de esta forma terminará más dependiente de las fluctuaciones internacionales?
¿Cómo podremos tener ideas claras sobre la crisis y los retos del período, si nadie le sale al frente al medio más influyente en las elites locales que a la manera de George W. Bush en el 2008, nos dice que aquí lo importante es no salirse del dogma, que lo demás lo arreglará el mercado. Como en Grecia, España y otros lugares.
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