Se nos complica el futuro
Por Armando Mendoza
Las noticias que llegan sobre el panorama económico internacional dejan la creciente sensación de una tormenta incubándose y perfilan un panorama complicado para este 2012 y los próximos años: profundización de la crisis en la Unión Europea; lo que eventualmente podría desembocar en su fractura o disolución; volatilidad de los mercados internacionales de materias primas, desaceleración gradual de la economía china; son algunos elementos que los peruanos tendremos que tener en cuenta si pretendemos que el crecimiento que hemos experimentado en el pasado, se mantenga y se prolongue.
En este contexto, preguntas antes planteadas en relación a la globalización merecen ser nuevamente consideradas: ¿la apertura comercial y financiera que hemos experimentado ha hecho a la economía peruana más vulnerable?, ¿globalización y vulnerabilidad, son acaso una inevitable combinación? ¿La integración económica del Perú al mundo necesariamente pasa por una mayor dependencia?; ¿o acaso hay alternativas balanceadas y viables para que el Perú se globalice con equidad?.
Es al considerar estas cuestiones y revisar lo que ha sido el proceso de globalización económica en el Perú, que surge aquí y allá evidencia de que dicho proceso no se ha llevado a cabo con una perspectiva integral y de sostenibilidad. Nuestros mercados se han abierto, pero a costa de la desaparición de sectores completos de la industria nacional. Se han derribado las barreras comerciales, pero estamos a merced de las políticas comerciales predatorias de otros países. Nuestras exportaciones se han expandido, pero seguimos inmersos en el patrón tradicional de exportador de materias primas. Se han creado empleos, pero los estándares laborales siguen siendo deplorables. Hemos facilitado la inversión extranjera; pero hemos quedado a merced de especuladores y operadores inescrupulosos que amenazan al estado peruano con denuncias y demandas.
La adaptación a este escenario internacional donde muchos de los factores que impulsaron el crecimiento gradualmente desaparecerán o se irán moderando, exige que nos replanteemos rutas y metas realistas. Es indispensable que el proceso de globalización cuente con ejes definidos sobre los cuales articularnos al resto del mundo, teniendo claro hacia dónde vamos. Globalización que transforme nuestro aparato productivo. Globalización que no perpetúe y profundice el viejo modelo primario-exportador; cuyas limitaciones y deficiencias son harto conocidas; sino que diversifique la economía y genere real valor agregado.
Las noticias que llegan sobre el panorama económico internacional dejan la creciente sensación de una tormenta incubándose y perfilan un panorama complicado para este 2012 y los próximos años: profundización de la crisis en la Unión Europea; lo que eventualmente podría desembocar en su fractura o disolución; volatilidad de los mercados internacionales de materias primas, desaceleración gradual de la economía china; son algunos elementos que los peruanos tendremos que tener en cuenta si pretendemos que el crecimiento que hemos experimentado en el pasado, se mantenga y se prolongue.
En este contexto, preguntas antes planteadas en relación a la globalización merecen ser nuevamente consideradas: ¿la apertura comercial y financiera que hemos experimentado ha hecho a la economía peruana más vulnerable?, ¿globalización y vulnerabilidad, son acaso una inevitable combinación? ¿La integración económica del Perú al mundo necesariamente pasa por una mayor dependencia?; ¿o acaso hay alternativas balanceadas y viables para que el Perú se globalice con equidad?.
Es al considerar estas cuestiones y revisar lo que ha sido el proceso de globalización económica en el Perú, que surge aquí y allá evidencia de que dicho proceso no se ha llevado a cabo con una perspectiva integral y de sostenibilidad. Nuestros mercados se han abierto, pero a costa de la desaparición de sectores completos de la industria nacional. Se han derribado las barreras comerciales, pero estamos a merced de las políticas comerciales predatorias de otros países. Nuestras exportaciones se han expandido, pero seguimos inmersos en el patrón tradicional de exportador de materias primas. Se han creado empleos, pero los estándares laborales siguen siendo deplorables. Hemos facilitado la inversión extranjera; pero hemos quedado a merced de especuladores y operadores inescrupulosos que amenazan al estado peruano con denuncias y demandas.
La adaptación a este escenario internacional donde muchos de los factores que impulsaron el crecimiento gradualmente desaparecerán o se irán moderando, exige que nos replanteemos rutas y metas realistas. Es indispensable que el proceso de globalización cuente con ejes definidos sobre los cuales articularnos al resto del mundo, teniendo claro hacia dónde vamos. Globalización que transforme nuestro aparato productivo. Globalización que no perpetúe y profundice el viejo modelo primario-exportador; cuyas limitaciones y deficiencias son harto conocidas; sino que diversifique la economía y genere real valor agregado.
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