¿Defensores de intereses privados?
Por Germán Alarco Tosoni
Es cierto que la reforma de ley sobre las AFP tiene problemas y es insuficiente. Sin embargo, a pesar de las circunstancias, es superior al marco normativo actual. Algunas críticas tienen sustento, pero también están presentes los defensores de los intereses particulares que hubieran preferido mantener el statu quo. Los argumentos del decano de la prensa nacional parecen una combinación en defensa de las utilidades de las AFP y de otros elementos ideológicos a favor del mercado y la no intervención, que soslayan la realidad.
Nadie podría cuestionar que un segmento de los trabajadores independientes (menores de 40 años) deba optar entre el sistema de pensiones público o las AFP. La reforma es superior al marco regulatorio anterior, ya que obliga la presencia de directores independientes en las AFP, aunque no necesariamente sean de los aportantes. También es positivo que se promueva la centralización de determinados procesos operativos, como la cobranza regular o coactiva, respecto de no tenerlos, para disminuir costos. La alineación de los intereses de los aportantes y las APF a través de la comisión por saldo es positiva, aunque con una transición excesivamente prolongada. Asimismo, la nueva modalidad de subasta de cuentas individuales contribuye en algo a la competencia y no es atentatoria de La Libertad de elección. Este último es el argumento encubierto favorito de quienes defienden los intereses de las AFP.
Hay que reconocer que la transición de las comisiones de flujos a saldos es compleja. También, que la comisión por saldos puede perjudicar relativamente a quienes ya no aportan periódicamente al sistema. Sin embargo, las AFP ya cobraron sus comisiones a través de los flujos, pero antes no existía fondo alguno al interior de las administradoras para atender esta obligación, por lo que estos aportantes estaban indefensos. El cobro por saldos incentiva a que la AFP incremente el patrimonio de los aportantes, ya que cobrarían más cuando este sea mayor.
La reforma es un primer paso en el camino para lograr más y mejores pensiones. La verdadera competencia solo se lograría cuando todas las instituciones bancarias puedan operar fondos de pensiones como si fueran fondos mutuos. No hay barreras técnicas para esto. Las AFP deben ser fusionadas por sus bancos. Asimismo, hay que mejorar las reglas de operación del sistema solidario de pensiones público y no eliminarlo como pretende el decano de la prensa nacional. Por último, es correcto que se abran más oportunidades de inversión interna para las AFP. El permitir una mayor salida de ahorro interno al exterior es un desatino para una economía subdesarrollada y en las actuales circunstancias internacionales. Los fondos actuales son equivalentes al 36% del total de depósitos y 49% del total de colocaciones del sistema financiero nacional.
Es cierto que la reforma de ley sobre las AFP tiene problemas y es insuficiente. Sin embargo, a pesar de las circunstancias, es superior al marco normativo actual. Algunas críticas tienen sustento, pero también están presentes los defensores de los intereses particulares que hubieran preferido mantener el statu quo. Los argumentos del decano de la prensa nacional parecen una combinación en defensa de las utilidades de las AFP y de otros elementos ideológicos a favor del mercado y la no intervención, que soslayan la realidad.
Nadie podría cuestionar que un segmento de los trabajadores independientes (menores de 40 años) deba optar entre el sistema de pensiones público o las AFP. La reforma es superior al marco regulatorio anterior, ya que obliga la presencia de directores independientes en las AFP, aunque no necesariamente sean de los aportantes. También es positivo que se promueva la centralización de determinados procesos operativos, como la cobranza regular o coactiva, respecto de no tenerlos, para disminuir costos. La alineación de los intereses de los aportantes y las APF a través de la comisión por saldo es positiva, aunque con una transición excesivamente prolongada. Asimismo, la nueva modalidad de subasta de cuentas individuales contribuye en algo a la competencia y no es atentatoria de La Libertad de elección. Este último es el argumento encubierto favorito de quienes defienden los intereses de las AFP.
Hay que reconocer que la transición de las comisiones de flujos a saldos es compleja. También, que la comisión por saldos puede perjudicar relativamente a quienes ya no aportan periódicamente al sistema. Sin embargo, las AFP ya cobraron sus comisiones a través de los flujos, pero antes no existía fondo alguno al interior de las administradoras para atender esta obligación, por lo que estos aportantes estaban indefensos. El cobro por saldos incentiva a que la AFP incremente el patrimonio de los aportantes, ya que cobrarían más cuando este sea mayor.
La reforma es un primer paso en el camino para lograr más y mejores pensiones. La verdadera competencia solo se lograría cuando todas las instituciones bancarias puedan operar fondos de pensiones como si fueran fondos mutuos. No hay barreras técnicas para esto. Las AFP deben ser fusionadas por sus bancos. Asimismo, hay que mejorar las reglas de operación del sistema solidario de pensiones público y no eliminarlo como pretende el decano de la prensa nacional. Por último, es correcto que se abran más oportunidades de inversión interna para las AFP. El permitir una mayor salida de ahorro interno al exterior es un desatino para una economía subdesarrollada y en las actuales circunstancias internacionales. Los fondos actuales son equivalentes al 36% del total de depósitos y 49% del total de colocaciones del sistema financiero nacional.
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