Un inminente cambio ambiental global
Por Eduardo Gudynas
En el marco de la cumbre sobre ambiente y desarrollo Rio+20, se están sumando estudios científicos que alertan sobre la gravedad del deterioro ecológico planetario. A pesar que todos ellos coinciden en la gravedad de los pronósticos, los gobiernos parecen incapaces de generar las respuestas necesarias.
Se están acumulando diversos impactos, como pueden ser la pérdida de áreas naturales, áreas marinas muertas por la carencia de oxígeno o la ruptura de ciclos ecológicos. Se estima que aproximadamente la mitad de la superficie terrestre ya ha sido artificializada por los humanos. Estos y otros factores se potencian mutuamente en amplias escalas geográficas, donde el cambio climático global es un claro ejemplo de la enorme escala de los problemas que enfrentamos.
Esto lleva a postular que nos encontraríamos frente a una próxima “transición crítica” a escala planetaria, tal como advierte un reporte publicado el pasado 7 de junio, liderado por Anthony D. Barnosky, de la Universidad de California. Entre otros puntos advierten que los cambios actuales son superiores a los registrados en eventos críticos pasados, tales como las últimas sucesiones con las glaciaciones, y en las próximas décadas la temperatura media del globo será más alta a la registrada desde que la especie humana evolucionó.
Es por estas razones que no puede descartarse que nos encontramos frente a un cambio ambiental catastrófico a escala global, y que si éste llega a desencadenarse parecería que carecemos de las herramientas para lidiar con él y superarlo. Debemos comenzar a esperar lo inesperado, y no puede descartarse que ese gran cambio ya se inició.
Este tipo de advertencia no es una excepción. Por el contrario, se están acumulando en el último año. Pero a pesar de ellas, los delegados gubernamentales que viajan a Río de Janeiro parecen no entenderlas. Sus agendas de trabajo apuntan a relanzar las economías, asumiendo que simples reformas tecnológicas o mercantiles bastarían para mejorar la situación ambiental.
Los países del norte y también los latinoamericanos insisten en distintas variedades de una “economía verde”, que después de un examen más riguroso muestra que se está más interesado en relanzar el crecimiento económico. Su objetivo no es la conservación de la Naturaleza sino permanecer con los procesos productivos convencionales, como la minería o monocultivos, a pesar que éstos son una de las causas de los trastornos ambientales. Es urgente un cambio radical en esa actitud.
En el marco de la cumbre sobre ambiente y desarrollo Rio+20, se están sumando estudios científicos que alertan sobre la gravedad del deterioro ecológico planetario. A pesar que todos ellos coinciden en la gravedad de los pronósticos, los gobiernos parecen incapaces de generar las respuestas necesarias.
Se están acumulando diversos impactos, como pueden ser la pérdida de áreas naturales, áreas marinas muertas por la carencia de oxígeno o la ruptura de ciclos ecológicos. Se estima que aproximadamente la mitad de la superficie terrestre ya ha sido artificializada por los humanos. Estos y otros factores se potencian mutuamente en amplias escalas geográficas, donde el cambio climático global es un claro ejemplo de la enorme escala de los problemas que enfrentamos.
Esto lleva a postular que nos encontraríamos frente a una próxima “transición crítica” a escala planetaria, tal como advierte un reporte publicado el pasado 7 de junio, liderado por Anthony D. Barnosky, de la Universidad de California. Entre otros puntos advierten que los cambios actuales son superiores a los registrados en eventos críticos pasados, tales como las últimas sucesiones con las glaciaciones, y en las próximas décadas la temperatura media del globo será más alta a la registrada desde que la especie humana evolucionó.
Es por estas razones que no puede descartarse que nos encontramos frente a un cambio ambiental catastrófico a escala global, y que si éste llega a desencadenarse parecería que carecemos de las herramientas para lidiar con él y superarlo. Debemos comenzar a esperar lo inesperado, y no puede descartarse que ese gran cambio ya se inició.
Este tipo de advertencia no es una excepción. Por el contrario, se están acumulando en el último año. Pero a pesar de ellas, los delegados gubernamentales que viajan a Río de Janeiro parecen no entenderlas. Sus agendas de trabajo apuntan a relanzar las economías, asumiendo que simples reformas tecnológicas o mercantiles bastarían para mejorar la situación ambiental.
Los países del norte y también los latinoamericanos insisten en distintas variedades de una “economía verde”, que después de un examen más riguroso muestra que se está más interesado en relanzar el crecimiento económico. Su objetivo no es la conservación de la Naturaleza sino permanecer con los procesos productivos convencionales, como la minería o monocultivos, a pesar que éstos son una de las causas de los trastornos ambientales. Es urgente un cambio radical en esa actitud.
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