La globalización de la solidaridad
Por Jose de Echave
El presidente peruano visitó la sede de la Unión Europea la semana pasada y debe haber comprobado que en pleno siglo XXI la globalización no solamente es económica y financiera; la solidaridad global también es una característica del mundo actual: lo que pasa en una provincia alto andina del Cusco o en los distritos de Sorochuco y Huasmín en Cajamarca despierta preocupación, por ejemplo, en los políticos europeos.
El pasado 13 de junio Hermam Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo declaraba que había “tomado nota del compromiso del presidente Humala de enfrentar los problemas sociales y medioambientales en relación con proyectos mineros, en cooperación con los pueblos indígenas y locales.” Diplomáticamente, Van Rompuy le hacía ver al presidente peruano que estaba muy bien informado de los recientes conflictos en el Perú.
Menos diplomática y más incisiva fue la eurodiputada verde Catherine Grèze: “Señor Humala, la última vez que nos encontramos fue durante su campaña electoral. Usted me habló de la voluntad de cambiar el modelo económico del Perú, basado en la extracción de las materias primas….” “En la actualidad, un poco mas de 250 conflictos socio ambientales están en curso en el Perú, lo cual es una clara señal del agotamiento del modelo extractivista”. “Sobre todo, estoy preocupada por los casos de Cajamarca y de Espinar”.
Algunos “analistas” presentan estos hechos como el resultado de campañas de desinformación en las que caen ingenuamente estos políticos. La verdad es que los políticos europeos están muy bien informados y no solo de una fuente: de sus propias embajadas, de analistas especializados e instituciones que trabajan y conocen muy bien la realidad peruana.
Un viaje como el que realizó hace unos meses el alcalde de Espinar, Oscar Mollohuanca, para participar en actividades en Europa y que es presentado por los mismos “analistas” como una suerte de conjura contra el país, es una práctica bastante común. Las empresas mineras globales muestran como parte de sus mejores prácticas, precisamente, la participación de representantes de las poblaciones y autoridades locales en sus asambleas anuales de accionistas.
El reto, por supuesto, es utilizar todos estos espacios globales con seriedad. Quien no lo hace pierde inmediatamente legitimidad. Y eso le puede pasar a dirigentes sociales, gobernantes, organismos no gubernamentales y también a analistas, que se presentan como independientes pero que, ahora se sabe, en realidad trabajan para las empresas mineras.
El presidente peruano visitó la sede de la Unión Europea la semana pasada y debe haber comprobado que en pleno siglo XXI la globalización no solamente es económica y financiera; la solidaridad global también es una característica del mundo actual: lo que pasa en una provincia alto andina del Cusco o en los distritos de Sorochuco y Huasmín en Cajamarca despierta preocupación, por ejemplo, en los políticos europeos.
El pasado 13 de junio Hermam Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo declaraba que había “tomado nota del compromiso del presidente Humala de enfrentar los problemas sociales y medioambientales en relación con proyectos mineros, en cooperación con los pueblos indígenas y locales.” Diplomáticamente, Van Rompuy le hacía ver al presidente peruano que estaba muy bien informado de los recientes conflictos en el Perú.
Menos diplomática y más incisiva fue la eurodiputada verde Catherine Grèze: “Señor Humala, la última vez que nos encontramos fue durante su campaña electoral. Usted me habló de la voluntad de cambiar el modelo económico del Perú, basado en la extracción de las materias primas….” “En la actualidad, un poco mas de 250 conflictos socio ambientales están en curso en el Perú, lo cual es una clara señal del agotamiento del modelo extractivista”. “Sobre todo, estoy preocupada por los casos de Cajamarca y de Espinar”.
Algunos “analistas” presentan estos hechos como el resultado de campañas de desinformación en las que caen ingenuamente estos políticos. La verdad es que los políticos europeos están muy bien informados y no solo de una fuente: de sus propias embajadas, de analistas especializados e instituciones que trabajan y conocen muy bien la realidad peruana.
Un viaje como el que realizó hace unos meses el alcalde de Espinar, Oscar Mollohuanca, para participar en actividades en Europa y que es presentado por los mismos “analistas” como una suerte de conjura contra el país, es una práctica bastante común. Las empresas mineras globales muestran como parte de sus mejores prácticas, precisamente, la participación de representantes de las poblaciones y autoridades locales en sus asambleas anuales de accionistas.
El reto, por supuesto, es utilizar todos estos espacios globales con seriedad. Quien no lo hace pierde inmediatamente legitimidad. Y eso le puede pasar a dirigentes sociales, gobernantes, organismos no gubernamentales y también a analistas, que se presentan como independientes pero que, ahora se sabe, en realidad trabajan para las empresas mineras.
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