Crecimiento y felicidad
Por Kurt Burneo
En estos tiempos de mucha volatilidad en la economía internacional, con una crisis no solo financiera sino también de estancamiento productivo en la zona euro y una muy lenta recuperación de la economía norteamericana, muchas veces se piensa que una variable fundamental puesta en mi opinión incorrectamente como objetivo fundamental de las políticas económicas es el crecimiento. Esto medido a través del famoso Producto bruto interno (PBI) a veces es puesto como la razón de ser fundamental de una adecuada política económica, Muy al margen que el Perú ha estado en promedio en los últimos 10 años encabezando la expansión del PBI regional con una tasa que es casi el doble del promedio, y con toda la perspectiva de continuidad de esta tendencia; sin ánimo de ser aguafiestas debo de decir que no debe de perderse de vista, que la genuina apuesta debe ir por el lado no del crecimiento sino por el lado del desarrollo económico, término que se asocia mas a la felicidad de la gente. Veamos este asunto con algo más de detalle.
Una economía crece cuando aumenta la cantidad de bienes y servicios finales producido en un periodo, valorados a precios de mercado, es decir el aumento del PBI indica una mayor creación de riqueza. El tema es que este indicador además de tener limitaciones para medir cuanto de riqueza efectiva se crea, por ejemplo al omitirse servicios finales como el de las amas de casa o el efecto adverso de la contaminación ambiental cuando no en general se deja de lado la riqueza que viene de la economía informal; pero muy al margen de estas limitaciones si quisiéramos tener una mejor aproximación al bienestar de la gente las miradas podrían ir desde el índice de desarrollo humano (IDH) que considera el ingreso per capita, el nivel de escolaridad y la esperanza de vida; hasta el concepto de desarrollo económico el cual además del crecimiento considera el aumento de las capacidades de la gente (a lo Amartya Sen),una menos regresiva distribución del ingreso axial como la preservación de los equilibrios ecológicos. Estas últimas alternativas son más completas que el simple aumento en la creación de riqueza.
Ahora bien el interés por contar con mejores indicadores del bienestar o de la felicidad de la gente ha estado presente no solo en el mundo académico sino en el político, así en el 2008 el ex presidente francés Nicolás Sarkozy encargo la tarea de analizar el tema del bienestar a una comisión compuesta entre otros por dos premios Nobel: Joseph Stiglitz y Amartya Sen. En su informe final consideran que debemos reenfocarnos en el bienestar general y en su sostenibilidad, por lo cual en vez de concentrarnos en el PBI per capita (PBI/Población total) se debiera incorporar al análisis el estándar de vida material (ingreso, consumo y distribución), salud, educación, actividades personales, libertad de expresión, relaciones y conexiones sociales (amigos, familia) y el medio ambiente. Claro podría parecer una verdad de perogrullo lo señalado por estos académicos, el caso es que si el fin de las políticas públicas debiera ser la felicidad más que la sola creación de riqueza, ello tiene importantes consecuencias a la hora de tomar decisiones sobre las primeras. El punto es que una vez cubiertas las necesidades básicas, un gobierno no debiera priorizar tanto el aumento de la riqueza sino el nivel de felicidad de la gente. Y es en este orden de ideas como se entiende por ejemplo, como en países como Ecuador el gobierno en una primera fase por ejemplo este empeñado en que mas que el cumplimiento del pago del salario mínimo (US$ 292) se pague el salario justo (US$350) el cual subiría el costo de una canasta básica en el Ecuador estimada en (US$500) considerándose 1.6 perceptores de ingresos por familia. Contrariamente, en el Perú todavía hay algunos comentaristas extremos que pronostican catástrofes en la competitividad frente a cualquier ajuste al alza del salario mínimo, incluso a pesar que en el último ano el aumento de la productividad laboral ha estado por encima del ajuste del salario nominal. Curiosamente, para los políticos esta preocupación por la felicidad no siempre les genero buenos resultados: En 1979 Jimmy Carter decía que “poseer y consumir bienes no satisface nuestro deseo por el significado de la vida” un ano después fue derrotado por Reagan mientras que hace poco Sarkozy fue derrotado por Hollande. ¿Por que? Eso quizás será motivo de otra entrega.
En estos tiempos de mucha volatilidad en la economía internacional, con una crisis no solo financiera sino también de estancamiento productivo en la zona euro y una muy lenta recuperación de la economía norteamericana, muchas veces se piensa que una variable fundamental puesta en mi opinión incorrectamente como objetivo fundamental de las políticas económicas es el crecimiento. Esto medido a través del famoso Producto bruto interno (PBI) a veces es puesto como la razón de ser fundamental de una adecuada política económica, Muy al margen que el Perú ha estado en promedio en los últimos 10 años encabezando la expansión del PBI regional con una tasa que es casi el doble del promedio, y con toda la perspectiva de continuidad de esta tendencia; sin ánimo de ser aguafiestas debo de decir que no debe de perderse de vista, que la genuina apuesta debe ir por el lado no del crecimiento sino por el lado del desarrollo económico, término que se asocia mas a la felicidad de la gente. Veamos este asunto con algo más de detalle.
Una economía crece cuando aumenta la cantidad de bienes y servicios finales producido en un periodo, valorados a precios de mercado, es decir el aumento del PBI indica una mayor creación de riqueza. El tema es que este indicador además de tener limitaciones para medir cuanto de riqueza efectiva se crea, por ejemplo al omitirse servicios finales como el de las amas de casa o el efecto adverso de la contaminación ambiental cuando no en general se deja de lado la riqueza que viene de la economía informal; pero muy al margen de estas limitaciones si quisiéramos tener una mejor aproximación al bienestar de la gente las miradas podrían ir desde el índice de desarrollo humano (IDH) que considera el ingreso per capita, el nivel de escolaridad y la esperanza de vida; hasta el concepto de desarrollo económico el cual además del crecimiento considera el aumento de las capacidades de la gente (a lo Amartya Sen),una menos regresiva distribución del ingreso axial como la preservación de los equilibrios ecológicos. Estas últimas alternativas son más completas que el simple aumento en la creación de riqueza.
Ahora bien el interés por contar con mejores indicadores del bienestar o de la felicidad de la gente ha estado presente no solo en el mundo académico sino en el político, así en el 2008 el ex presidente francés Nicolás Sarkozy encargo la tarea de analizar el tema del bienestar a una comisión compuesta entre otros por dos premios Nobel: Joseph Stiglitz y Amartya Sen. En su informe final consideran que debemos reenfocarnos en el bienestar general y en su sostenibilidad, por lo cual en vez de concentrarnos en el PBI per capita (PBI/Población total) se debiera incorporar al análisis el estándar de vida material (ingreso, consumo y distribución), salud, educación, actividades personales, libertad de expresión, relaciones y conexiones sociales (amigos, familia) y el medio ambiente. Claro podría parecer una verdad de perogrullo lo señalado por estos académicos, el caso es que si el fin de las políticas públicas debiera ser la felicidad más que la sola creación de riqueza, ello tiene importantes consecuencias a la hora de tomar decisiones sobre las primeras. El punto es que una vez cubiertas las necesidades básicas, un gobierno no debiera priorizar tanto el aumento de la riqueza sino el nivel de felicidad de la gente. Y es en este orden de ideas como se entiende por ejemplo, como en países como Ecuador el gobierno en una primera fase por ejemplo este empeñado en que mas que el cumplimiento del pago del salario mínimo (US$ 292) se pague el salario justo (US$350) el cual subiría el costo de una canasta básica en el Ecuador estimada en (US$500) considerándose 1.6 perceptores de ingresos por familia. Contrariamente, en el Perú todavía hay algunos comentaristas extremos que pronostican catástrofes en la competitividad frente a cualquier ajuste al alza del salario mínimo, incluso a pesar que en el último ano el aumento de la productividad laboral ha estado por encima del ajuste del salario nominal. Curiosamente, para los políticos esta preocupación por la felicidad no siempre les genero buenos resultados: En 1979 Jimmy Carter decía que “poseer y consumir bienes no satisface nuestro deseo por el significado de la vida” un ano después fue derrotado por Reagan mientras que hace poco Sarkozy fue derrotado por Hollande. ¿Por que? Eso quizás será motivo de otra entrega.
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