Los objetivos de Villena
Por Carlos Alonso Bedoya
Si hay alguien que, además del ministro Castilla, se encargó de evitar la reestructuración salarial y pensionaria de las Fuerzas Armadas y Policiales, es el ministro de Trabajo, José Villena Petrosino. En noviembre del 2011, cuando Villena era funcionario del Mi-nisterio de Economía y Finanzas, daba la cara a la hora de recha-zar la propuesta del ministerio de Defensa para un aumento salarial digno y progresivo del personal armado.
Sus argumentos eran: “es un gran esfuerzo fiscal”, “los jubilados viven cada vez más”, “un general en retiro no puede ganar lo mismo que uno que va a la guerra”, etc. Nunca consideró el impacto positivo en la genera-ción de demanda; al contrario, para gente que piensa como él, el aumento de salarios estatales solo puede generar riesgo fiscal, cuando no inflación.
Luego de martillar con la cantaleta del déficit, la reforma fue dejada de lado. Villena pasó a la cartera de Trabajo a pedido de Castilla a manera de premio por su eficiente labor, pero también para cumplir con cuatro objetivos:
1. Boicotear la Ley Gene-ral de Trabajo, que en buena cuenta es descartar la posibilidad de tener una negociación colectiva que haga justicia a los trabajadores. Para cumplir con ello, Villena señala que no hay informe técnico sobre el impacto económico de la ley, y además que no puede pasar al Congreso hasta que no se discuta en el Consejo Nacional de Trabajo, para lo que no hay fecha a la vista.
2. Dilatar lo más posible el segundo tramo del aumento al salario mínimo vital. Para Villena, esos 75 soles que faltan de aumento, impactarán terriblemente, sobre todo en las pequeñas empresas, por lo que señala que se requiere un estudio de productividad que permita justificar el aumento. Lo que no dice Villena es que hace rato que tiene un estudio listo en su despacho, hecho por los asesores ministeriales, donde se da cuenta que el salario mínimo en el Perú podría estar tranquilamente en los 850 soles. Pero su ideología le impide aceptar esa verdad, y ni qué decir de dar el paso para que de una buena vez tengamos un mecanismo de reajuste salarial periódico.
3. Tratar de que los conflictos laborales se resuelvan a favor de los empleadores. Lo hemos visto con el caso Backus; Villena con tal de declarar ilegal una huelga, es capaz de pasarse por encima a las direcciones competentes del ministerio. Además, está muy pendiente de los extraprocesos para ver si algún funcionario del ministerio quiere pararle el macho a los empresarios para inmediatamente intervenir.
4. Evitar a toda costa que los trabajadores estatales del régimen CAS(tigados) pasen a la planilla estatal. Insiste con el cuento de la disponibilidad presupuestaria. No toma en cuenta ni siquiera los servicios esenciales como el de salud, por lo que los médicos han salido esta semana a protestar.
El gran obstáculo que enfrenta Villena para cumplir con la tarea encargada por Castilla y los poderes fácticos que hay detrás de él, es el viceministerio de Trabajo, que con Pablo Checa a la cabeza, trata a duras penas de equilibrar la relación laboral.
Siendo francos, Villena más parece vocero de la Confiep que ministro de Trabajo, y mientras lidere el sector, poco se podrá hacer por la clase trabajadora.
Si hay alguien que, además del ministro Castilla, se encargó de evitar la reestructuración salarial y pensionaria de las Fuerzas Armadas y Policiales, es el ministro de Trabajo, José Villena Petrosino. En noviembre del 2011, cuando Villena era funcionario del Mi-nisterio de Economía y Finanzas, daba la cara a la hora de recha-zar la propuesta del ministerio de Defensa para un aumento salarial digno y progresivo del personal armado.
Sus argumentos eran: “es un gran esfuerzo fiscal”, “los jubilados viven cada vez más”, “un general en retiro no puede ganar lo mismo que uno que va a la guerra”, etc. Nunca consideró el impacto positivo en la genera-ción de demanda; al contrario, para gente que piensa como él, el aumento de salarios estatales solo puede generar riesgo fiscal, cuando no inflación.
Luego de martillar con la cantaleta del déficit, la reforma fue dejada de lado. Villena pasó a la cartera de Trabajo a pedido de Castilla a manera de premio por su eficiente labor, pero también para cumplir con cuatro objetivos:
1. Boicotear la Ley Gene-ral de Trabajo, que en buena cuenta es descartar la posibilidad de tener una negociación colectiva que haga justicia a los trabajadores. Para cumplir con ello, Villena señala que no hay informe técnico sobre el impacto económico de la ley, y además que no puede pasar al Congreso hasta que no se discuta en el Consejo Nacional de Trabajo, para lo que no hay fecha a la vista.
2. Dilatar lo más posible el segundo tramo del aumento al salario mínimo vital. Para Villena, esos 75 soles que faltan de aumento, impactarán terriblemente, sobre todo en las pequeñas empresas, por lo que señala que se requiere un estudio de productividad que permita justificar el aumento. Lo que no dice Villena es que hace rato que tiene un estudio listo en su despacho, hecho por los asesores ministeriales, donde se da cuenta que el salario mínimo en el Perú podría estar tranquilamente en los 850 soles. Pero su ideología le impide aceptar esa verdad, y ni qué decir de dar el paso para que de una buena vez tengamos un mecanismo de reajuste salarial periódico.
3. Tratar de que los conflictos laborales se resuelvan a favor de los empleadores. Lo hemos visto con el caso Backus; Villena con tal de declarar ilegal una huelga, es capaz de pasarse por encima a las direcciones competentes del ministerio. Además, está muy pendiente de los extraprocesos para ver si algún funcionario del ministerio quiere pararle el macho a los empresarios para inmediatamente intervenir.
4. Evitar a toda costa que los trabajadores estatales del régimen CAS(tigados) pasen a la planilla estatal. Insiste con el cuento de la disponibilidad presupuestaria. No toma en cuenta ni siquiera los servicios esenciales como el de salud, por lo que los médicos han salido esta semana a protestar.
El gran obstáculo que enfrenta Villena para cumplir con la tarea encargada por Castilla y los poderes fácticos que hay detrás de él, es el viceministerio de Trabajo, que con Pablo Checa a la cabeza, trata a duras penas de equilibrar la relación laboral.
Siendo francos, Villena más parece vocero de la Confiep que ministro de Trabajo, y mientras lidere el sector, poco se podrá hacer por la clase trabajadora.
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