Globalización, competencia, cooperación
Dr. Guillermo Aznaran Castillo*
Por el momento la globalización no se presenta como un proceso generalizado de desarrollo económico – social, porque si juzgamos por los resultados vamos a encontrar que el proceso de globalización ha favorecido mucho a pocos países, algo a ciertos países y nada a muchos países, e inclusive hay países que han sido totalmente perjudicados.
Estos resultados sitúan al proceso de globalización en una posición de cuestionamiento que surge desde sectores sociales cada vez más numerosos. De manera que quienes pregonan que ya existe una realidad social global o una “sociedad global”, no hacen, por el momento, más que confundir sus deseos con la realidad. Es cierto que las economías y las sociedades están encaminadas hacia una mayor interrelación, pero estamos ante un proceso histórico de largo plazo que dibuja una realidad contradictoria, en consecuencia no está exenta de aceleraciones, de pausas, de ritmos diferenciados entre países, de exacerbación de contradicciones sociales y nacionales, etc.
Por si fuera poco, el neoliberalismo, en tanto ideología excluyente, es un elemento que enturbia el proceso de globalización, pues pretende que en la economía y en el mercado solo cabe la confrontación social, en otras palabras, que la competencia es la única dimensión de la economía y del mercado.
Este reduccionismo tiene dos implicancias muy serias: por un lado, tenemos que aceptar un tipo de globalización que se moldea únicamente a partir del nivel de competitividad de sus participantes y, por otro lado, tenemos que prácticamente desaparecen el Estado y la sociedad civil, debiendo atenernos únicamente a lo que determine el mercado, cuyas limitaciones para la asignación óptima de los recursos, para la misma competencia y para la distribución de los ingresos ya han sido largamente evidenciada en la reciente realidad global.
Peor aún, la ideología liberal se constituye en la “ideología del dominio del mercado mundial” (Beck,1999). Esto es lo que podría llamarse el globalismo o globalofilia, entendido como una doctrina que pretende justificar toda acción o negocio, en razón que el proceso de globalización es un fenómeno lineal e ineluctable por lo que se le debe aceptar acríticamente, con la pasividad de un condenado a muerte.
Sin embargo, algunos aceptan que ¨la globalización es reversible¨, sobre todo en etapas de crisis (Greenspan, 2007), lo cierto que el capitalismo con mercado de competencia ya ha probado históricamente su ineficacia para resolver los problemas globales: tales como Desempleo, exclusión, producción destructiva del medio ambiente y la exacerbación de conflictos sociales.
Por lo tanto, de la misma realidad global contradictoria, de la misma alta competencia empresarial y del mismo afán permanente de maximización de ganancias que exige actualmente el mercado global, surge la alternativa de la cooperación empresarial, en tanto elemento racionalizador de la actividad empresarial y del proceso de globalización.
Decano del Colegio de Economistas del Perú *
Por el momento la globalización no se presenta como un proceso generalizado de desarrollo económico – social, porque si juzgamos por los resultados vamos a encontrar que el proceso de globalización ha favorecido mucho a pocos países, algo a ciertos países y nada a muchos países, e inclusive hay países que han sido totalmente perjudicados.
Estos resultados sitúan al proceso de globalización en una posición de cuestionamiento que surge desde sectores sociales cada vez más numerosos. De manera que quienes pregonan que ya existe una realidad social global o una “sociedad global”, no hacen, por el momento, más que confundir sus deseos con la realidad. Es cierto que las economías y las sociedades están encaminadas hacia una mayor interrelación, pero estamos ante un proceso histórico de largo plazo que dibuja una realidad contradictoria, en consecuencia no está exenta de aceleraciones, de pausas, de ritmos diferenciados entre países, de exacerbación de contradicciones sociales y nacionales, etc.
Por si fuera poco, el neoliberalismo, en tanto ideología excluyente, es un elemento que enturbia el proceso de globalización, pues pretende que en la economía y en el mercado solo cabe la confrontación social, en otras palabras, que la competencia es la única dimensión de la economía y del mercado.
Este reduccionismo tiene dos implicancias muy serias: por un lado, tenemos que aceptar un tipo de globalización que se moldea únicamente a partir del nivel de competitividad de sus participantes y, por otro lado, tenemos que prácticamente desaparecen el Estado y la sociedad civil, debiendo atenernos únicamente a lo que determine el mercado, cuyas limitaciones para la asignación óptima de los recursos, para la misma competencia y para la distribución de los ingresos ya han sido largamente evidenciada en la reciente realidad global.
Peor aún, la ideología liberal se constituye en la “ideología del dominio del mercado mundial” (Beck,1999). Esto es lo que podría llamarse el globalismo o globalofilia, entendido como una doctrina que pretende justificar toda acción o negocio, en razón que el proceso de globalización es un fenómeno lineal e ineluctable por lo que se le debe aceptar acríticamente, con la pasividad de un condenado a muerte.
Sin embargo, algunos aceptan que ¨la globalización es reversible¨, sobre todo en etapas de crisis (Greenspan, 2007), lo cierto que el capitalismo con mercado de competencia ya ha probado históricamente su ineficacia para resolver los problemas globales: tales como Desempleo, exclusión, producción destructiva del medio ambiente y la exacerbación de conflictos sociales.
Por lo tanto, de la misma realidad global contradictoria, de la misma alta competencia empresarial y del mismo afán permanente de maximización de ganancias que exige actualmente el mercado global, surge la alternativa de la cooperación empresarial, en tanto elemento racionalizador de la actividad empresarial y del proceso de globalización.
Decano del Colegio de Economistas del Perú *
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