El “precio sombra” de la transparencia
Edgardo Cruzado Silverii
Unas semanas atrás escribí, en esta misma columna, sobre la categoría de “país cumplidor”, que el Perú recibió de la iniciativa internacional de transparencia en las industrias extractivas (minería e Hidrocarburos). Mi sorpresa ha sido mayúscula por la asociación que realizaron algunos lectores entre defensa de la transparencia y militancia “pro” minera.
Teniendo en cuenta esta experiencia, la verdad que no muy grata, constaté que los peruanos valoramos muy poco la transparencia. Pero no se trata de un problema cultural y particular de nuestra sociedad. Para los economistas en general, que le ponemos costo y precio a todo, la transparencia es un concepto que nos cuesta manejar.
Para “bienes” como la transparencia los economistas utilizamos el concepto de “precio sombra”, que no es otra cosa que la aproximación al valor de un bien que no se transa en el mercado. Nadie compra o vende transparencia, por tanto no hay un precio que todos reconozcamos, lo que no implica que carezca de valor. El tema es que más transparencia lleva a menores costos y, por tanto, mayor rentabilidad para todos.
Ahora, regresando al tema del debate generado por mi artículo “Perú país cumplidor”. Mi posición es que tener información confiable (reconocida oficialmente por la empresa y el Estado) sobre el valor de los materiales que vienen extrayendo las empresas y los impuestos que pagan, o dejan de pagar, permite evaluar desde el punto de vista fiscal su eficacia y pertinencia, para los intereses del país y las regiones impactadas.
Por ejemplo, veamos el caso de Yanacocha en Cajamarca. El estudio de conciliación de EITI refleja que esta empresa ha extraído minerales por US$ 2,052 millones en 2009 y US$ 1,837 millones en 2010; sin embargo, el impuesto a la renta pagado ha sido US$ 311 millones en 2009 y US$ 278 millones en 2010. Números más, números menos, las cifras reflejan que Yanacocha tiene un margen de utilidad del 50% de la producción. La verdad es que con los precios actuales del oro, parece que tienen muy mala tecnología o están incluyendo como costos sus inversiones en Conga.
La transparencia permite discutir con más información, ayuda a tomar decisiones y debe permitir mayor debate entre sociedad civil, Estado y empresas. La transparencia tiene valor y su precio sombra en los temas fiscales asociados con las extractivas es alto. Por tanto, defender la transparencia es un buen negocio para la sociedad y mi pluma está a su servicio.
Unas semanas atrás escribí, en esta misma columna, sobre la categoría de “país cumplidor”, que el Perú recibió de la iniciativa internacional de transparencia en las industrias extractivas (minería e Hidrocarburos). Mi sorpresa ha sido mayúscula por la asociación que realizaron algunos lectores entre defensa de la transparencia y militancia “pro” minera.
Teniendo en cuenta esta experiencia, la verdad que no muy grata, constaté que los peruanos valoramos muy poco la transparencia. Pero no se trata de un problema cultural y particular de nuestra sociedad. Para los economistas en general, que le ponemos costo y precio a todo, la transparencia es un concepto que nos cuesta manejar.
Para “bienes” como la transparencia los economistas utilizamos el concepto de “precio sombra”, que no es otra cosa que la aproximación al valor de un bien que no se transa en el mercado. Nadie compra o vende transparencia, por tanto no hay un precio que todos reconozcamos, lo que no implica que carezca de valor. El tema es que más transparencia lleva a menores costos y, por tanto, mayor rentabilidad para todos.
Ahora, regresando al tema del debate generado por mi artículo “Perú país cumplidor”. Mi posición es que tener información confiable (reconocida oficialmente por la empresa y el Estado) sobre el valor de los materiales que vienen extrayendo las empresas y los impuestos que pagan, o dejan de pagar, permite evaluar desde el punto de vista fiscal su eficacia y pertinencia, para los intereses del país y las regiones impactadas.
Por ejemplo, veamos el caso de Yanacocha en Cajamarca. El estudio de conciliación de EITI refleja que esta empresa ha extraído minerales por US$ 2,052 millones en 2009 y US$ 1,837 millones en 2010; sin embargo, el impuesto a la renta pagado ha sido US$ 311 millones en 2009 y US$ 278 millones en 2010. Números más, números menos, las cifras reflejan que Yanacocha tiene un margen de utilidad del 50% de la producción. La verdad es que con los precios actuales del oro, parece que tienen muy mala tecnología o están incluyendo como costos sus inversiones en Conga.
La transparencia permite discutir con más información, ayuda a tomar decisiones y debe permitir mayor debate entre sociedad civil, Estado y empresas. La transparencia tiene valor y su precio sombra en los temas fiscales asociados con las extractivas es alto. Por tanto, defender la transparencia es un buen negocio para la sociedad y mi pluma está a su servicio.
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