¿Omisiones peligrosas?
El establecimiento de una estrategia y de políticas específicas para enfrentar cualquier problemática está estrechamente vinculado al diagnóstico que se realiza de la realidad. Diagnóstico y Estrategia son parte de un todo. No pueden estar disociadas. Gran parte de las diferencias entre las propuestas de política económica puede radicar en que el diagnóstico incorporó o desechó algunos elementos. A su vez, esto puede resultar de problemas en la información y el análisis realizado, pero principalmente del paradigma de política económica considerado. Explícita o implícitamente todos pertenecemos a una escuela -corriente económica- o al menos tenemos una serie de supuestos y modos de razonamientos particulares.
Los paradigmas de política económica son un lente a través del cual se analiza la realidad. En cada paradigma se determina las variables sujetas a atención, respecto de las que se omiten u ocupan un rol menor. También pueden tener diferentes enfoques metodológicos. El ejemplo tradicional son las teorías de la inflación monetarista y la estructuralista. En LA PRIMERA se trata de evaluar principalmente lo que ocurre con la oferta y demanda de dinero. En la otra perspectiva hay que analizar la oferta y demanda de alimentos (y todos los factores detrás), la evolución del tipo de cambio real, el costo salarial corregido por productividad, los márgenes de ganancia, entre otros.
Los diagnósticos estándar de la realidad económica del país son de carácter general, eludiendo el análisis fino de muchos sectores y variables. No es su perspectiva. Omiten el análisis del crecimiento de los sectores productivos más dinámicos (exportadores y construcción) respecto del resto de la economía. Así ignoran la problemática y la necesidad de mejorar la articulación entre las diferentes actividades económicas. Con el énfasis en la apertura externa se olvidan que esta reduce la magnitud del multiplicador del gasto. Un componente exógeno de la demanda impactaría menos sobre la demanda agregada y el PBI.
En la visión tradicional se olvidan de la importancia de la distribución funcional del ingreso. Omiten la realidad de la marcada heterogeneidad estructural entre los diferentes sectores económicos, donde el alto dinamismo de las actividades extractivas es bueno para el conjunto pero genera poco empleo. Omiten el análisis de la incorporación de nuevas reservas de recursos naturales no renovables respecto de su extracción. La lista continúa en variables tales como soslayar la importancia del nivel del tipo de cambio real y la posibilidad de enfermedad holandesa, la relación capital-producto y la capacidad de generación de capacidad productiva, entre otros conceptos y temas que deberían ser analizados detalladamente.
German Alarco Tosoni
PUCP
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