Asociatividad e innovación
Por German Alarco Tosoni
En visitas por las diferentes regiones del país están surgiendo dos palabras clave para avanzar en el proceso del desarrollo: asociatividad e innovación. En lo particular son útiles, aunque no exclusivamente, para un sector económico donde existe un numeroso volumen de personas con baja productividad e ingresos: el sector agropecuario y forestal. Las posibilidades de mejora de los ingresos con la aplicación de estos conceptos son en realidad impresionantes.
Los ejemplos exitosos de la combinación de estos dos elementos son muchos, pero lamentablemente aún con poca incidencia en toda la economía. En Piura, un conjunto de productores, apoyados por una ONG, CEDEPAS Norte, ha logrado rendimientos por hectárea de 60 toneladas anuales en el banano orgánico. Ahora luego de cinco años, operan prácticamente solos y exportan toda su producción a Europa bajo la modalidad de Comercio Justo. Hasta ahí no parece haber nada extraordinario. Sin embargo con esta actividad cada uno de los socios recibe como ingreso familiar 6,000 soles mensuales, partiendo de predios agrícolas con apenas 1.5 hectáreas cada uno.
En este tipo de intervención hay ciencia, tecnología e innovación a nuestro alcance. No se requiere mucho de laboratorios sofisticados, sino del esfuerzo de nuestros ingenieros en buscar soluciones a problemas prácticos. En realidad en este tipo de proyectos participan además sociólogos, contadores, administradores de empresas, financistas, mercadólogos, economistas y tecnólogos, entre otros. LA PRIMERA etapa consiste en ubicar y/o seleccionar a los pequeños propietarios que estén dispuestos a trabajar juntos y de manera solidaria. Luego sigue el trabajo microeconómico fino para lograr el mejor producto, el mayor volumen, la mejor calidad, los mejores mercados, las mejores prácticas empresariales, la mejor cadena logística y de encadenamientos productivos que permita maximizar la generación de valor.
Con la asociatividad e innovación se puede dar el primer salto de nuestro PBI per cápita hasta US$ 10,000 en promedio. Todavía seguiremos siendo subdesarrollados, pero al menos habremos recorrido la mitad del camino. Se trata de una estrategia útil, de ganancias incrementales, para ir al centro de los problemas. No los elude. Hay que intensificarla y difundirla masivamente entre el Estado y la Sociedad organizada. La otra estrategia, promovida por los gobiernos anteriores, que concentra todos los esfuerzos en la gran propiedad agrícola no es efectiva para incrementar aceleradamente los ingresos de los pobres del campo y reducir las desigualdades. Casi todos preferimos un país de propietarios que de simples asalariados.
En visitas por las diferentes regiones del país están surgiendo dos palabras clave para avanzar en el proceso del desarrollo: asociatividad e innovación. En lo particular son útiles, aunque no exclusivamente, para un sector económico donde existe un numeroso volumen de personas con baja productividad e ingresos: el sector agropecuario y forestal. Las posibilidades de mejora de los ingresos con la aplicación de estos conceptos son en realidad impresionantes.
Los ejemplos exitosos de la combinación de estos dos elementos son muchos, pero lamentablemente aún con poca incidencia en toda la economía. En Piura, un conjunto de productores, apoyados por una ONG, CEDEPAS Norte, ha logrado rendimientos por hectárea de 60 toneladas anuales en el banano orgánico. Ahora luego de cinco años, operan prácticamente solos y exportan toda su producción a Europa bajo la modalidad de Comercio Justo. Hasta ahí no parece haber nada extraordinario. Sin embargo con esta actividad cada uno de los socios recibe como ingreso familiar 6,000 soles mensuales, partiendo de predios agrícolas con apenas 1.5 hectáreas cada uno.
En este tipo de intervención hay ciencia, tecnología e innovación a nuestro alcance. No se requiere mucho de laboratorios sofisticados, sino del esfuerzo de nuestros ingenieros en buscar soluciones a problemas prácticos. En realidad en este tipo de proyectos participan además sociólogos, contadores, administradores de empresas, financistas, mercadólogos, economistas y tecnólogos, entre otros. LA PRIMERA etapa consiste en ubicar y/o seleccionar a los pequeños propietarios que estén dispuestos a trabajar juntos y de manera solidaria. Luego sigue el trabajo microeconómico fino para lograr el mejor producto, el mayor volumen, la mejor calidad, los mejores mercados, las mejores prácticas empresariales, la mejor cadena logística y de encadenamientos productivos que permita maximizar la generación de valor.
Con la asociatividad e innovación se puede dar el primer salto de nuestro PBI per cápita hasta US$ 10,000 en promedio. Todavía seguiremos siendo subdesarrollados, pero al menos habremos recorrido la mitad del camino. Se trata de una estrategia útil, de ganancias incrementales, para ir al centro de los problemas. No los elude. Hay que intensificarla y difundirla masivamente entre el Estado y la Sociedad organizada. La otra estrategia, promovida por los gobiernos anteriores, que concentra todos los esfuerzos en la gran propiedad agrícola no es efectiva para incrementar aceleradamente los ingresos de los pobres del campo y reducir las desigualdades. Casi todos preferimos un país de propietarios que de simples asalariados.
Comentarios