La actual crisis capitalista y el futuro de la economía de mercado
Por Oswaldo de Rivero
La actual crisis del capitalismo financiero neoliberal no es una crisis del sistema capitalista entero porque no existen un solo capitalismo sino varios capitalismos según como estén orientadas las economías de mercado.
Esta crisis es la del capitalismo norteamericano y europeo por haber orientado su economía de mercado bajo la supremacía de la especulación financiera. Y es por esto que los capitalismos de Estado de China y de Rusia, el capitalismo social escandinavo y también el capitalismo subdesarrollado, exportador primario, de América Latina no sufren los efectos devastadores que tiene hoy la crisis en los Estados Unidos y Europa.
Otra característica de la crisis del capitalismo neoliberal financiero es que no ha causado la destrucción de la economía de mercado. La gente protesta por el Desempleo y para poder consumir como antes pero no pide pasar a otro sistema. Y esto porque el mercado es un instrumento económico muy anterior al capitalismo, y hasta ahora, no existe ningún instrumento económico que pueda reemplazar más de 21 siglos de intercambio de bienes y servicios a través de la moneda.
El mercado no puede suprimirse como creyeron los soviéticos aplicando una planificación central que terminó planificando la escasez. Tampoco dejarlo sin ninguna regulación como creyeron los norteamericanos. El muro de Berlín se derrumbó por falta de mercado y Wall Street colapsó por exceso de mercado.
Hoy para sanear las economías mercado de sus excesos es necesario terminar con la ideología de que el mercado se regula solo. Sobre todo ahora que el reto crucial que enfrenta la economía de mercado es su actual incompatibilidad con la ecología como consecuencia de nuestra insostenible civilización urbana, que bajo la ideología bárbara del constante crecimiento del PBI, se extiende imparable por el mundo, destruyendo tierras agrícolas, succionando el agua para producir alimentos y vomitando gases que recalientan la Tierra.
Así, la crisis mundial actual es más complicada que la de 1929 porque tiene una dimensión ecológica que nos está haciendo ver que la capacidad del planeta para sostener la actividad de la especie humana va a ser un parámetro indispensable para construir la futura economía de mercado y evitar que la crisis de nuestra civilización se agrave por la extinción de los recursos no renovables y por un cambio climático que amenazará nuestra supervivencia.
Hoy existe conciencia en el mundo académico norteamericano y europeo de que sino se aprovecha la crisis para ir haciendo compatible la economía de mercado con la ecología, será el planeta el que se encargará de hacerlo. Que las crecientes catástrofes ecológicas van a obligar a orientar la economía de mercado hacia la ecología y que todo esto puede originar un nuevo “capitalismo green” o tal vez otro sistema económico que nadie puede saber ahora como será.
Y lo sorprendente es que, ante la crisis y la nueva orientación de la economía de mercado, han surgido también reflexiones que reivindican en parte a Karl Marx y que trataré en un próximo artículo.
La actual crisis del capitalismo financiero neoliberal no es una crisis del sistema capitalista entero porque no existen un solo capitalismo sino varios capitalismos según como estén orientadas las economías de mercado.
Esta crisis es la del capitalismo norteamericano y europeo por haber orientado su economía de mercado bajo la supremacía de la especulación financiera. Y es por esto que los capitalismos de Estado de China y de Rusia, el capitalismo social escandinavo y también el capitalismo subdesarrollado, exportador primario, de América Latina no sufren los efectos devastadores que tiene hoy la crisis en los Estados Unidos y Europa.
Otra característica de la crisis del capitalismo neoliberal financiero es que no ha causado la destrucción de la economía de mercado. La gente protesta por el Desempleo y para poder consumir como antes pero no pide pasar a otro sistema. Y esto porque el mercado es un instrumento económico muy anterior al capitalismo, y hasta ahora, no existe ningún instrumento económico que pueda reemplazar más de 21 siglos de intercambio de bienes y servicios a través de la moneda.
El mercado no puede suprimirse como creyeron los soviéticos aplicando una planificación central que terminó planificando la escasez. Tampoco dejarlo sin ninguna regulación como creyeron los norteamericanos. El muro de Berlín se derrumbó por falta de mercado y Wall Street colapsó por exceso de mercado.
Hoy para sanear las economías mercado de sus excesos es necesario terminar con la ideología de que el mercado se regula solo. Sobre todo ahora que el reto crucial que enfrenta la economía de mercado es su actual incompatibilidad con la ecología como consecuencia de nuestra insostenible civilización urbana, que bajo la ideología bárbara del constante crecimiento del PBI, se extiende imparable por el mundo, destruyendo tierras agrícolas, succionando el agua para producir alimentos y vomitando gases que recalientan la Tierra.
Así, la crisis mundial actual es más complicada que la de 1929 porque tiene una dimensión ecológica que nos está haciendo ver que la capacidad del planeta para sostener la actividad de la especie humana va a ser un parámetro indispensable para construir la futura economía de mercado y evitar que la crisis de nuestra civilización se agrave por la extinción de los recursos no renovables y por un cambio climático que amenazará nuestra supervivencia.
Hoy existe conciencia en el mundo académico norteamericano y europeo de que sino se aprovecha la crisis para ir haciendo compatible la economía de mercado con la ecología, será el planeta el que se encargará de hacerlo. Que las crecientes catástrofes ecológicas van a obligar a orientar la economía de mercado hacia la ecología y que todo esto puede originar un nuevo “capitalismo green” o tal vez otro sistema económico que nadie puede saber ahora como será.
Y lo sorprendente es que, ante la crisis y la nueva orientación de la economía de mercado, han surgido también reflexiones que reivindican en parte a Karl Marx y que trataré en un próximo artículo.
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