Estímulo otra vez
Por Carlos Alonso Bedoya
Recuerdo claramente cuando en septiem-bre del 2008, el entonces Ministro de Economía y Finanzas, Luis Valdivieso, asistió al Congreso de la República para sustentar el proyecto de presupuesto 2009. Mientras la bancada nacionalista pedía mayor gasto público, el ministro explicaba que para bajar la inflación tenía que hacer una modulación del gasto. Así, el presupuesto de apertura del 2009, fue en términos nominales casi igual que el del 2008, y en términos reales mucho menor. Total para eso había traído Alan García a un operador del Fondo Monetario Internacional (FMI), especia-lista en ajuste.
El problema fue que ese mismo mes se inició la crisis económica global que hasta hoy nos azota, y que el hombre del FMI no pudo prever. Mientras China y Australia empezaban de inmediato con medidas contra cíclicas, el Perú reaccionaba haciendo todo lo contrario, entregándonos al ciclo de la crisis.
Al tiempo que toda América Latina empezaba a aplicar planes anticrisis, el Perú mantenía la lógica de aquí no pasa nada. Y no fue hasta febrero del 2009, con cambio de ministro mediante, que se dio un plan de estímulo fiscal. Por su parte, el Banco Central de Velarde también reaccionó lentamente. No fue hasta bien entrado el 2009 que decidió bajar la tasa de interés y frenar la subida del tipo de cambio.
El resultado ya lo conocemos. Y a pesar que hasta el hartazgo, la prensa neoliberal nos dijo que la crisis no nos golpeó, el frenazo de crecimiento económico fue bastante grande, pues fueron como 9 puntos de reducción de velocidad entre el crecimiento del 2008 respecto del 2009. Y si no fuera porque los precios de las materias primas no tardaron en recuperarse, sin duda hubiéramos cerrado el 2009 en rojo. La razón es evidente. Nos demoramos en reaccionar. Pero lo que no sirvió para el 2009, fue bueno para el 2010, donde surtió efecto el estímulo.
Hoy, que las mismas condi-ciones que se presentaron aquel septiem-bre del 2008 parecen regresar: enfriamiento de la economía mundial, salida de capi-tales y posible baja de los términos de intercambio, debemos reac-cionar de inmediato, incluso promoviendo el mayor gasto posible en lo que queda del 2011. La subida del salario y la entrada en vigencia de Pensión 65 caen de perilla.
Para nadie es un secreto que lo que espera la derecha política es poder echarle la culpa a Humala del impacto de la crisis. Es por eso que a vísperas de la discusión presupuestal, estamos en el momento perfecto para aplicar un nuevo plan de estímulo fiscal, aunque Castilla diga que debamos ser conservadores en el gasto. No vaya a ser que termine siendo un Valdivieso II.
Recuerdo claramente cuando en septiem-bre del 2008, el entonces Ministro de Economía y Finanzas, Luis Valdivieso, asistió al Congreso de la República para sustentar el proyecto de presupuesto 2009. Mientras la bancada nacionalista pedía mayor gasto público, el ministro explicaba que para bajar la inflación tenía que hacer una modulación del gasto. Así, el presupuesto de apertura del 2009, fue en términos nominales casi igual que el del 2008, y en términos reales mucho menor. Total para eso había traído Alan García a un operador del Fondo Monetario Internacional (FMI), especia-lista en ajuste.
El problema fue que ese mismo mes se inició la crisis económica global que hasta hoy nos azota, y que el hombre del FMI no pudo prever. Mientras China y Australia empezaban de inmediato con medidas contra cíclicas, el Perú reaccionaba haciendo todo lo contrario, entregándonos al ciclo de la crisis.
Al tiempo que toda América Latina empezaba a aplicar planes anticrisis, el Perú mantenía la lógica de aquí no pasa nada. Y no fue hasta febrero del 2009, con cambio de ministro mediante, que se dio un plan de estímulo fiscal. Por su parte, el Banco Central de Velarde también reaccionó lentamente. No fue hasta bien entrado el 2009 que decidió bajar la tasa de interés y frenar la subida del tipo de cambio.
El resultado ya lo conocemos. Y a pesar que hasta el hartazgo, la prensa neoliberal nos dijo que la crisis no nos golpeó, el frenazo de crecimiento económico fue bastante grande, pues fueron como 9 puntos de reducción de velocidad entre el crecimiento del 2008 respecto del 2009. Y si no fuera porque los precios de las materias primas no tardaron en recuperarse, sin duda hubiéramos cerrado el 2009 en rojo. La razón es evidente. Nos demoramos en reaccionar. Pero lo que no sirvió para el 2009, fue bueno para el 2010, donde surtió efecto el estímulo.
Hoy, que las mismas condi-ciones que se presentaron aquel septiem-bre del 2008 parecen regresar: enfriamiento de la economía mundial, salida de capi-tales y posible baja de los términos de intercambio, debemos reac-cionar de inmediato, incluso promoviendo el mayor gasto posible en lo que queda del 2011. La subida del salario y la entrada en vigencia de Pensión 65 caen de perilla.
Para nadie es un secreto que lo que espera la derecha política es poder echarle la culpa a Humala del impacto de la crisis. Es por eso que a vísperas de la discusión presupuestal, estamos en el momento perfecto para aplicar un nuevo plan de estímulo fiscal, aunque Castilla diga que debamos ser conservadores en el gasto. No vaya a ser que termine siendo un Valdivieso II.
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