¿Nuestro modelo es mejor al de ellos?



Por Humberto Campodonico


En las conclusiones de la CADE 2010, celebrada en Urubamba en noviembre pasado, se dice: “A pesar de las diferencias y matices entre candidatos presidenciales, todos ellos, así como Luis Carranza, Michael Porter y cada uno de los panelistas, estamos de acuerdo en que no hay país que se haya desarrollado exportando principalmente productos básicos y que el desarrollo solo es posible si nuestra producción de bienes y servicios logra incorporar un alto valor agregado”.
Este párrafo plantea el tema de fondo: que el mero crecimiento económico no puede resolver los temas del desarrollo y de la inclusión social. Pero eso es lo que nos acaba de volver a decir el ex ministro Luis Carranza –olvidando lo dicho en la CADE– al mencionar que el PBI peruano crece más que el brasileño y, por lo tanto, que “nuestro modelo es mejor al de ellos”.
Y agrega que eso también lo demuestra el Índice de “Doing Business” (Haciendo negocios) del Banco Mundial cuando coloca a Perú en el número 36 de 180 países, mientras que Brasil está en el # 127. Lo que el ex ministro no dice es que este ránking, de un lado, solo indica la facilidad que tienen los empresarios para emprender negocios y, de otro, que este ránking consulta principalmente a abogados de empresas y a inversionistas financieros. O sea, un solo lado de la ecuación.
Tampoco nos dice el ex ministro que los países emergentes más exitosos, como los del BRIC, también tienen “muy mala nota” en el ránking de “Doing Business”: China, 79; India 134; Brasil, 127 y Rusia, 123 (ver twitter.com/#!/rensilvio, 17/6/2011). Sin embargo, cuando se aprecian los índices de productividad y mejora en la educación y aprendizaje tecnológico, estos “emergentes” ocupan los primeros lugares. Algo que no sucede en el Perú, pues en esos indicadores estamos al final de la cola.
Esto no quiere decir que hay que desmerecer completamente a “Doing Business”, pero sí que sepamos cuál es su sitio.
Aquí tiene lugar otra conclusión de CADE 2010: “Aunque contamos con diversos sectores dinámicos, la minería es y será el principal impulsor de nuestras exportaciones. Pero sería un error esperar que la minería se haga cargo del país, que haga industria, que desarrollen las regiones y espacios rurales. Esta tentación, muy a la mano siempre, probablemente solo lograría estrangular el crecimiento de nuestra producción minera y lo único que lograríamos sería diluir nuestro auge exportador”.
Así planteada, entonces, la discusión gira alrededor de la necesaria diversificación del aparato productivo, a través de políticas de mejora de la competitividad, lo que no es posible si se “confía” tan solo en el crecimiento económico.
La experiencia de los países emergentes enseña que esto solo se obtiene con políticas activas que definan claramente aquellos sectores donde es necesaria una mayor innovación tecnológica y desarrollo de capacidades productivas, lo que pone en primer lugar la mejora en la educación en todos sus niveles. Aquí debe incluirse, claro está, una política de desarrollo agrario, hoy claramente ausente.
Así, la diversificación productiva solo es posible si se realiza un adecuado balance entre los roles del mercado y del Estado, hoy clara y fuertemente inclinados en beneficio del primero. Por ahí van los cambios que pedía más del 70% de la población durante las elecciones. No por el “camino” del ex ministro que vuelve a proponer que perseveremos en el error para que todo quede en su sitio y para que nada cambie. Esa altanería, digna de mejor causa, indica que aún no asimila que sus ideas y planteamientos perdieron las elecciones. En buena hora.

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