El Milagro Peruano y la Desigualdad
Por Waldo Mendoza Bellido
En los últimos 10 años, la economía peruana ha mostrado un comportamiento espectacular. La tasa de crecimiento del PBI ha sido el doble del promedio de América Latina, el PBI de hoy es el triple de hace 10 años, y la pobreza ha descendido en más de 15 puntos. Y todo esto, en medio de una inflación baja. Es el “milagro peruano”.
Pero el milagro peruano convive con una alta desigualdad. Y la desigualad, a la larga, puede liquidar el milagro peruano. Por eso, hay que reducirla.
El milagro peruano
Nuestra primera década del siglo XXI ha sido espectacular. En el periodo 2001-2009, según la CEPAL, la tasa de crecimiento acumulada del PBI en el Perú ha sido el doble de la tasa de América Latina. En dólares corrientes, el PBI de 2010 es dos veces el PBI de 2005 y tres veces el de 2000. El PBI real per cápita de 2010 es un tercio más alto que el de 2005, 55 por ciento mayor que el de 2000 y es casi el doble del de 1990.
Además, en el Perú se ha confirmado que el crecimiento económico generalizado y sostenido es suficiente para reducir la pobreza. La tasa de pobreza ha bajado desde el 49.8 por ciento alcanzada en 2001 a 34.8 por ciento en 2009.
Todo esto, en medio de una inflación promedio de 2 por ciento anual. Puede hablarse entonces, con justicia, del “Milagro Peruano”.
II
La persistencia de la desigualdad
Pero el milagro peruano convive con una alta desigualdad. El crecimiento económico sostenido puede matar a la pobreza, pero puede mantener la desigualdad. Eso es lo que se observa en la economía peruana de hoy.
En el clásico estudio de Webb y Figueroa (1975), se encontró que a pesar del crecimiento generalizado que la economía peruana experimentó entre 1950 y 1966, la desigualdad se elevó, hasta alcanzar un coeficiente de Gini de 0.60 a finales de ese periodo[1].
Las cifras de Webb y Figueroa corrigen la cifra “original” del Gini que arrojan las encuestas de hogares. Son bien conocidos los problemas de la insuficiente y sesgada información que proporcionan las encuestas de hogares debido a que no captan los ingresos de los hogares más ricos. Por eso, el Gini original no es una buena medida de la desigualdad. Por ejemplo, Yamada y Castro (2006) encuentran una visible inconsistencia en la evolución del Gini entre 1997 y 2004. Mientras el PBI per cápita en este periodo se mantuvo constante y la desigualdad se redujo (el Gini cae de 0.41 a 0.38), la pobreza se elevó.
El problema fundamental es que el consumo capturado por las encuestas de hogares no guarda correspondencia con el consumo obtenido de las cuentas nacionales. Para el 2004, por ejemplo, el consumo obtenido desde la ENAHO es menos de dos tercios del consumo de las cuentas nacionales, básicamente porque los ricos no contestan a la ENAHO.
Yamada y Castro (2006) enfrentan este problema evaluando la diferencia entre el consumo agregado reportado en las encuestas de hogares y el correspondiente a las cuentas nacionales, corrigiendo hacia arriba el Gini, procurando reflejar el consumo de los hogares ricos. De esta manera, para el 2004, mientras el Gini original es de 0.37, el corregido está en torno a 0.6. El resultado de Figueroa (2010) para el año 2003 es similar.
Escobal y Ponce (2010) siguen el procedimiento usado por Yamada y Castro (2006), para años más recientes. El Gini corregido de 2004 es el mismo de Yamada y Castro (2006) y para el 2009 registran un Gini corregido de 0.5, versus un Gini original de 0.36
Por otro lado, según el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática los ingresos laborales de los trabajadores del sector público y el sector privado no han seguido el ritmo de crecimiento del PBI per cápita. En el periodo 2002-2010, mientras el PBI per cápita en términos reales se elevó en 50 por ciento, el salario real del sector privado subió en solo 9 por ciento y los sueldos en el sector público se redujeron en 3 por ciento, tal como se muestra en el gráfico siguiente. Estas cifras sugieren que la fracción de los beneficios en el ingreso nacional debe haberse elevado y que el Perú de hoy sigue siendo un país muy desigual.
En resumen, el crecimiento económico se ha hecho cargo de la pobreza, y si se sostiene, puede desaparecerla, pero la desigualdad puede mantenerse. Y, a la larga, esa desigualdad puede matar al milagro peruano.
III
Qué hacer
¿Qué se puede hacer para reducir el grado de desigualdad?
Una opción, a lo Chile, cuando retornó la democracia, es la política tributaria. A través de ella puede alterarse la distribución secundaria, o distribución del ingreso después de impuestos, a favor de los más pobres. Elevando la presión tributaria en dos o tres puntos porcentuales, y asignando los recursos obtenidos entre los más pobres, puede mejorarse la distribución del ingreso. El impuesto predial y el impuesto al sector de minería e hidrocarburos (SMH) son dos buenos ejemplos de política tributaria progresiva.
En el caso del SMH, Mendoza (2011) sustenta que el SMH debe tener un tratamiento tributario especial. El carácter no renovable de los recursos del SMH y la propiedad estatal de los mismos, justifican, por si solos, la aplicación de un impuesto (o una regalía), por encima de los impuestos que pagan todos los sectores, al margen de si existen o no ganancias extraordinarias en esta industria, para reponer el capital explotado y para pagar al estado por el derecho de explotar su propiedad. La existencia de renta, facilita la transferencia de ingresos desde el sector privado hacia el sector público, pero no es condición necesaria ni suficiente para la existencia de esos derechos del estado. El límite para estas medidas es la de no afectar significativamente nuestra competitividad internacional. Si ese fuera el caso, las medidas deben aplicarse gradualmente, hasta alcanzar el objetivo propuesto, en un plazo predefinido.
Con estas políticas, el SMH puede contribuir a disminuir las brechas de desigualdad y, al mismo tiempo, seguir siendo atractivo para la inversión privada, en el largo plazo, porque lo que se pierde por el cambio en el régimen impositivo, se gana por la mejora en el ambiente socio económico, tan importante para el desarrollo del SMH.
De esta manera, el milagro económico peruano, con una contribución mayor al Estado por parte del SMH, y con el apropiado uso de eso recursos, puede sobrevivir por muchas décadas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Figueroa, A.
2010 Crecimiento versus calidad de vida, en Alarco (coordinador), Rutas hacia un Perú mejor. Qué hacer y cómo lograrlo, Centrum, Centro de Negocios, Aguilar, Lima.
Mendoza, W.
2011 La política impositiva aplicable al sector de minería e hidrocarburos: teoría, experiencias y propuestas de política para el Perú, CIES, Lima
Webb, R. y A. Figueroa
1975 Distribución del ingreso en el Perú. Instituto de Estudios Peruanos, Perú problema no 14, Lima.
Yamada, G. y J.F. Castro
2006 Poverty, inequality, and social policies in Peru: As poor as it gets. Documento de Discusión no 7, Centro de Investigaciones Universidad del Pacífico.
Escobal, J. y C. Ponce
2010 “Desigualdad Espacial en el Perú en las tres últimas décadas” Presentación en PowerPoint. Disponible en http://www.grade.org.pe/download/Presentacion_Javier_Escobal.pdf
[1] El coeficiente de Gini es una medida estándar de la desigualdad. Su valor fluctúa entre cero (completa igualdad) y uno (completa desigualdad). Se calcula a partir de encuestas de hogares; en el caso peruano, a partir de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO).
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