LA PARADOJA DE LA ECONOMÍA Y DE LA POLÍTICA PERUANA
Por Efrain Gonzales de Olarte
La política parece estar divorciada de la economía pues los logros económicos no se reflejan en la popularidad y credibilidad del gobierno. Las elecciones se llevarán a cabo bajo esta percepción.
El año 2010 la economía peruana ha cerrado con un crecimiento económico superior al 8%, una tasa inflación de 2%, una alta inversión e incluso con un moderado incremento del empleo formal, sin embargo la popularidad del gobierno es de 32%. Toda una paradoja. Cómo explicar que pese a los consistentes esfuerzos del Presidente García por ser políticamente correcto en materia económica, es decir comportarse como un neoliberal aún siendo de raigambre populista, la apreciación de la población no le dé el apoyo y reconocimiento que esperaba.
En mi criterio las claves de la impopularidad pasan por la persistencia de la desigualdad y por la imagen de corrupción que ha proyectado el gobierno.
El crecimiento sin equidad es una fórmula impopular cuando transcurren varios años y los sectores modernos y ricos reciben más frutos del crecimiento que los sectores tradicionales y pobres. La sensación de desigualdad de oportunidades, no corregidas por las políticas redistributivas del estado, genera sentimientos de frustración y de exclusión. Ha faltado una estrategia para corregir el modelo de crecimiento para que éste genere de manera endógena más igualdad, por ejemplo a través de una mayor promoción del empleo, han faltado recursos estatales para corregir la desigualdad estructural existente y hasta cierto punto la calidad del gasto público sociales no ha contribuido a disminuir desigualdades.
La corrupción es un fenómeno que beneficia intereses privados con recursos públicos de manera ilegal y apañada. Si el gobierno de turno no genera un sistema de supervisión eficaz y un fuerte liderazgo ético para combatir cualquier intento de corrupción, el resultado será perverso. Lamentablemente, este ha sido el caso del actual gobierno que no ha logrado frenar los distintos focos de corrupción, y paradójicamente el crecimiento y la abundancia fiscal han contribuido a este propósito. De ahí su baja popularidad.
Hoy, los partidos y movimientos electorales han sintonizado este problema y prometen mayor equidad y menor corrupción. Ojala cumplan si llegan a gobernar.
La política parece estar divorciada de la economía pues los logros económicos no se reflejan en la popularidad y credibilidad del gobierno. Las elecciones se llevarán a cabo bajo esta percepción.
El año 2010 la economía peruana ha cerrado con un crecimiento económico superior al 8%, una tasa inflación de 2%, una alta inversión e incluso con un moderado incremento del empleo formal, sin embargo la popularidad del gobierno es de 32%. Toda una paradoja. Cómo explicar que pese a los consistentes esfuerzos del Presidente García por ser políticamente correcto en materia económica, es decir comportarse como un neoliberal aún siendo de raigambre populista, la apreciación de la población no le dé el apoyo y reconocimiento que esperaba.
En mi criterio las claves de la impopularidad pasan por la persistencia de la desigualdad y por la imagen de corrupción que ha proyectado el gobierno.
El crecimiento sin equidad es una fórmula impopular cuando transcurren varios años y los sectores modernos y ricos reciben más frutos del crecimiento que los sectores tradicionales y pobres. La sensación de desigualdad de oportunidades, no corregidas por las políticas redistributivas del estado, genera sentimientos de frustración y de exclusión. Ha faltado una estrategia para corregir el modelo de crecimiento para que éste genere de manera endógena más igualdad, por ejemplo a través de una mayor promoción del empleo, han faltado recursos estatales para corregir la desigualdad estructural existente y hasta cierto punto la calidad del gasto público sociales no ha contribuido a disminuir desigualdades.
La corrupción es un fenómeno que beneficia intereses privados con recursos públicos de manera ilegal y apañada. Si el gobierno de turno no genera un sistema de supervisión eficaz y un fuerte liderazgo ético para combatir cualquier intento de corrupción, el resultado será perverso. Lamentablemente, este ha sido el caso del actual gobierno que no ha logrado frenar los distintos focos de corrupción, y paradójicamente el crecimiento y la abundancia fiscal han contribuido a este propósito. De ahí su baja popularidad.
Hoy, los partidos y movimientos electorales han sintonizado este problema y prometen mayor equidad y menor corrupción. Ojala cumplan si llegan a gobernar.
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