Los péndulos de la inversión extranjera




En las décadas del 50 y 60, la inversión extranjera directa (IED) se caracterizó por tener una participación mayoritaria de EEUU (Cerro de Pasco, Marcona Mining, International Petroleum Corporation, Southern Perú, ITT) y por su clara orientación a las industrias extractivas (minería y petróleo). Sin embargo, poco a poco se aprecia un aumento de la IED en el sector industrial, telecomunicaciones y algunos servicios.

La IED sufre un fuerte golpe con la llegada del gobierno de Velasco Alvarado, que nacionaliza la IPC (petróleo), la mayor parte de las empresas mineras (Marcona, Cerro de Pasco), el sector financiero (Banco Internacional, Chemical Bank y el Banco Continental, del Chase Manhattan), así como las telecomunicaciones (ITT de EEUU). Pero en la década del 90 el péndulo giró nuevamente del lado del capital extranjero. El principal instrumento fue el Decreto Legislativo 662 (agosto 1991), Ley de Fomento a las Inversiones Extranjeras, que establece, entre otros incentivos, que el capital nacional y extranjero tienen igualdad de trato (ratificado por el Art. 63 de la Constitución de 1993).

El mismo DL 662 establece los contratos de estabilidad jurídica, que garantizan la estabilidad del régimen tributario referido al Impuesto a la Renta vigente al momento de celebrarse el convenio; estabilidad de la libre disponibilidad de divisas; del derecho de libre remesa de utilidades, dividendos, capitales y otros ingresos que perciba. Según la UNCTAD (2000), esta legislación otorga mayores incentivos que en los países del sudeste asiático y que Chile.

Estos contratos de estabilidad jurídica tienen el rango de contratos-ley con el Art. 62 de la Constitución de 1993, que dice: “Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente”. Así, los contratos-ley están blindados pues solo pueden ser modificados a través de un acuerdo entre las partes. Esto no está en la Constitución de ningún país de la Región, ni de EEUU, ni de la Unión Europea.

La IED repunta hacia 1992-94, cuando comienza el proceso de privatización, que se extiende hasta 1998 (ver gráfico). De allí en adelante, la IED toma un nuevo impulso por la inversión en actividades extractivas. Según el Ministerio de Energía y Minas, las inversiones en el periodo 1992-2008 en el sector minero y petrolero ascendieron a US$ 14,900 y 7,300 millones, respectivamente. Las inversiones en estos sectores han sido la punta avanzada de la orientación primario exportadora de la economía peruana en los últimos 20 años.

También ha habido IED significativa en otros sectores, tales como el sector financiero (el 43% de los bancos son de propiedad del capital extranjero), telecomunicaciones (el 100% es del capital extranjero), servicios comerciales, manufactura (sobre todo a través de la compra de activos industriales) y energía eléctrica (en la oferta de energía, el 70% pertenece al capital extranjero). La IED también ha incursionado en nuevos rubros, como la infraestructura (puertos, aeropuertos, carreteras) y, también, en el sector agroindustrial.

Según las Memorias Anuales del BCR, de 1970 al 2008 el flujo total de IED fue US$ 40,158 millones, de los cuales US$ 5,928 millones corresponden a la privatización de los 90 y US$ 34,230 millones a la IED sin privatización (el grueso de esta inversión se realiza desde 1994-95 en adelante). Cuando se analiza la IED por origen, el primer lugar lo tiene la Unión Europea (sobre todo España), seguida de EEUU y Chile.

La investigación académica en el importante tema de las relaciones de propiedad en la estructura económica del país en los últimos 20 años tiene todavía mucho camino que recorrer. No cabe duda, sin embargo, de que ha aumentado la influencia del capital extranjero sobre el poder político, influencia que supera largamente a la del capital nacional.

AUTOR : Humberto Campodonico; Economista
FUENTE : CRISTAL DE MIRA

Comentarios

Entradas populares