Intocable



Un elemento central de los Tratados de Libre Comercio (TLC) que el Perú ha suscrito, son las garantías otorgadas a los inversionistas foráneos. Dichas garantías -que pueden ser de lo más diversas- apuntan a “mantener las reglas de juego” y “blindar” al inversionista foráneo contra posibles arbitrariedades del estado.

En principio, tendría sentido otorgar algunas garantías al extranjero para que invierta y opere con tranquilidad. El problema es que en el Perú dichas garantías se han manejado sin criterio, sin responsabilidad, y sin transparencia. Así, en los TLC se han hecho concesiones que rebasan los límites de lo justo y lo prudente, y al estado le ha tocado repetidamente lo angosto del embudo.

Ahora bien, el inversionista foráneo reclama garantías frente al estado. ¿Pero qué pasa con el estado? ¿No tiene también derecho a protección frente a inversionistas extranjeros que operan deslealmente, que incumplen compromisos, que no respetan nuestras leyes? En el afán de proteger al foráneo, se ha desarmado al estado, despojándolo de su capacidad para regular y fiscalizar.

Eso lo vemos hoy en el caso de Doe Run, empresa extranjera que controla la refinería de La Oroya, y que es el “Pepe el vivo” de la minería peruana, al punto que ha sido expulsada de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y energía, por repetidas transgresiones a la ética empresarial. Doe Run mete cabeza a sus proveedores, tiene una gigantesca deuda tributaria, incumple obligaciones ambientales, y ha exigido al estado, una y otra vez, trato preferencial, extensiones de plazos, levantamiento de requerimientos, etc. Sin embargo, la empresa sigue en La Oroya de lo más campante. La explicación: esta protegida por el TLC Perú-EE.UU., y sería virtualmente intocable, con vía libre para quebrar compromisos y acuerdos, y saltarse a la torera las reglas. Y, si acaso, el estado aplicase sanciones o anulase la concesión, el Perú se podría ver demandado por “perjudicar” a Doe Run.

Este caso evidencia los problemas de una política de promoción de la inversión foránea sin criterio, que no establece un equilibrio entre el interés público y el privado, y donde al Perú le ha tocado el sebo del chicharrón. La visión neoliberal de un Estado minimizado e inerme es un sueño hecho realidad para Doe Run, pero una pesadilla para La Oroya y el Perú.

AUTOR : Armando Mendoza ; Economista
FUENTE : GLOBALIZACION CON EQUIDAD- DIARIO LA PRIMERA

Comentarios

Entradas populares