Se necesita una estrategia económica nacional
El domingo pasado el diario El Comercio instó –a través de una entrevista al profesor norteamericano Michael Porter– a que los peruanos nos pongamos de acuerdo para que el país avance haciendo cambios y correcciones en la política económica. ¿Cuál es la principal recomendación y prioridad? Según Porter, crear e implementar una estrategia económica nacional que construya sobre nuestras fortalezas locales y expanda nuestras capacidades, añadiendo valor y competitividad, no solo a nivel de la empresa sino de la economía en su conjunto –de forma de mejorar el nivel de vida de la población–. Sencillo como esto parezca, la tarea es gigantesca, ya que esto es justamente lo que ha estado ausente en el Perú durante los últimos 20 años. El Perú ha abdicado –desde hace un buen tiempo– de construir una estrategia nacional de desarrollo con metas y objetivos claros, prefiriendo dejar la economía en manos de las fuerzas del libre mercado y de los supuestos beneficios de la inversión extranjera.
Se sabe –de la experiencia de los países desarrollados– que si bien en los libros de texto predominan las confrontaciones entre “libre cambistas” y “proteccionistas”, en la realidad siempre han prevalecido los intereses nacionales y la estrategia de crecimiento nacional. En Inglaterra hace ya más de 500 años, cuando todavía era país en desarrollo, los hacedores de política económica se ponían por encima del debate académico e ideológico y discriminaban entre “comercio bueno” y “comercio malo”. Para ellos, comercio bueno era el que favorecía a que Inglaterra se desarrolle y comercio malo aquel que debilitaba la estructura productiva de la nación. De acuerdo con ello actuaban a favor de su nación. En los Estados Unidos, en el siglo XVIII y XIX, cuando todavía eran productores de materias primas y querían desarrollarse; los hacedores de política favorecieron por ejemplo la colocación de impuestos a las exportaciones de algodón y encarecieron las importaciones de textiles procedentes de Inglaterra. Por supuesto, una vez, que fueron los mejores en producir textiles, exigían la apertura de todos los mercados en el mundo. Un poco mas tarde, Lincoln encontró beneficioso para el interés de los Estados Unidos, proteger y dar derechos exclusivos de monopolio (patentes) a sus inventores, sin importarle la libre competencia. Ahora siguen buscando extender estos derechos para seguir beneficiándose.
Igual con otros países como Alemania, Japón, Corea; todos ellos definieron una estrategia económica nacional sui generis sin mistificar el mercado ni la acción del Estado. Alemania a través de la integración de los diversos estados de la antigua Alemania, Japón con la creación de su Ministerio de Industrias y Tecnologías, y Corea con una mezcla de instrumentos y planes específicos.
Lo que Porter está pidiendo es algo parecido pero original del Perú. En ese sentido, nos parece ingenuo que los gobernantes crean que los tratados de libre comercio y la inversión extranjera son suficientes por sí solos para que el Perú crezca en forma sostenida. Se requieren metas y objetivos claros y una agenda estratégica que añada valor y aumente la productividad y competitividad de toda la economía. Tres ingredientes son indispensables: 1) producir los productos que creen mayor valor no solamente a nivel empresa sino a nivel de la economía en su conjunto, 2) si bien las exportaciones son indispensables y el aumento de las importaciones una consecuencia, se requiere de transferencias de productividad e ingresos del sector exportador a la economía no exportadora, de forma de lograr un mejor balance, 3) políticas macroeconómicos sólidos y consistentes. Antes de todo ello, hay que identificar y ponernos de acuerdo en los principales intereses económicos nacionales y después evaluar periódicamente los impactos positivos o negativos de las diversas medidas de política.
AUTOR : SANTIAGO ROCA;PROFESOR PRINCIPAL DE ESAN
FUENTE : ACTUALIDAD ECONOMICA
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