Receta escéptica para comparar modelos.
Abre su periódico y se encuentra usted con una frase críptica: si cambiamos de modelo en estas elecciones, nos fregamos. O esta otra: las cifras demuestran que el modelo de Pinochet es mejor que el de Velasco.
Si fueran distintos modelos de automóviles, para averiguar cual es el mejor respecto a velocidad, frenos y manejo en curvas, habría que escoger un mismo piloto y un mismo circuito para probar los autos. Si se define que el mejor auto es el que mas rápido da una vuelta al circuito, seria fácil saber cual es. Pero si cada auto se prueba en un circuito diferente y con un piloto distinto, la cosa se complica. Si el auto A dio la vuelta en el menor tiempo, ¿eso refleja que el circuito es menos trabado, que el piloto es un campeón de formula 1 o que el auto A es el mejor? El A podría ser el peor auto.
Lo mismo ocurre con las discusiones sobre cual es el mejor modelo para impulsar el crecimiento económico del país. Para comparar el desempeño histórico de estos modelos hay que tomar en cuenta que el circuito (o contexto externo) y el piloto (o política macroeconómica) son usualmente distintos. Si pudiéramos rebobinar la historia y hacer que el piloto y el circuito fueran iguales para todos los modelos, el veredicto sobre cual es el mejor seria fácil de alcanzar. Pero no hay laboratorios en economía.
Los tres factores
El desempeño macroeconómico (cuanto crece el empleo y la producción, cual es la inflación y cual es el nivel de pobreza) de economías poco industrializadas como las del Perú (o Ecuador, Bolivia, Venezuela, Chile, Colombia) depende de 3 factores independientes entre si: 1) el contexto externo (precios mundiales de materias primas altos o bajos, entrada o salida de capitales extranjeros, la economía mundial crece o no), 2) la política macroeconómica a cargo del banco central (precio del dólar y tasa de interés) y del fisco (gasto publico e impuestos) y, por ultimo, 3) el modelo de crecimiento, que se refiere a un conjunto de rasgos estructurales de la economía (cuanto estado y cuanto mercado, cuanta industria manufacturera y cuanto exportación primaria, cuanta protección arancelaria y cuanto libre comercio, cuanto sindicalismo y cuanta represión laboral, cuanta dolarización y cuanta desregulación financiera, libre movilidad de capitales o no, cuan extensa y eficaz la red de protección a los pobres y cuanta redistribución vía impuestos desde arriba hacia abajo, etc).
El error más común es atribuir el desempeño macroeconómico al modelo, olvidando el papel que juegan los otros dos factores. Es claro, sin embargo, que para comparar dos modelos distintos hay que descontar el efecto positivo o negativo que el contexto externo y la política macroeconómica tienen sobre el crecimiento del empleo y la producción, la inflación y la pobreza. Si esto no se hace, podemos elegir como el mejor al modelo que, en realidad, es el peor.
Veamos unos ejemplos que destacan el papel del circuito y del piloto. En 1982-83, las economías peruana y chilena sufrieron enormes recesiones (caídas de la producción y el empleo) acompañadas de fuertes alzas de la inflación y la pobreza. En Chile, regia intacto el modelo de Pinochet y, en el Perú, el modelo opuesto de Velasco había sido desmontado en parte; ninguno de los dos modelos pudo impedir estas catástrofes macroeconómicas generadas por un deterioro del contexto externo (caída de precios de los minerales y salida de capitales) y malas políticas macroeconómicas.
Comparemos las dos últimas recesiones peruanas: la de 1998-2000, que vino con su crisis bancaria bajo el brazo, y la de 2008-2009. Ambas recesiones fueron causadas por crisis externas que provocaron la caída de las exportaciones y una salida masiva de capitales. El modelo vigente fue el mismo: una versión radical del modelo neoliberal o de Pinochet. Sin embargo, el desempeño de la economía peruana en 2008-09 fue mucho mejor que en 1998-2000. ¿Cual es la razón? Las políticas macroeconómicas aplicadas fueron distintas: subió el precio del dólar y subió la tasa de interés en 1998 versus se mantuvo constante el precio de dólar y bajó la tasa de interés en 2009, se recortó el gasto publico en 1998 (salvo durante la campaña por la reelección) versus se aumentó el gasto publico en 2009 (salvo al principio de la crisis con Valdivieso). Punto esencial que explica estas diferencias de política macroeconómica: el banco central de 2008 había acumulado suficientes reservas de divisas y el de 1998 no.
Por ultimo, comparemos el desempeño macroeconómico del Perú y del Ecuador durante 2008-2009. Digamos que el contexto externo empeoro igualmente para ambas economías y que los modelos son opuestos entre si. Si el Ecuador sufre una recesión mucho mas profunda y prolongada que el Perú, ¿eso implica que el modelo neoliberal es el mejor? No necesariamente. Capaz la política macro aquí ha sido mucho mejor que allá y la diferencia entre ambos modelos explica poco o nada. Es sabido que Ecuador no tiene política monetaria debido a la dolarización total del sistema financiero y que tampoco tiene un mercado de bonos que permita financiar internamente el déficit fiscal. Por tanto, no hay manera de amortiguar el efecto recesivo causado por la caída de las exportaciones y la salida de capitales con un aumento del gasto público y una rebaja de la tasa de interés y un incremento del crédito en moneda local.
AUTOR : OSCAR DANCOURT
FUENTE : ACTUALIDAD ECONOMICA DEL PERU
Comentarios