Los fabricantes chinos: del frenesí a la dura realidad
Tony yu se volvió millonario ayudando a transformar a China en el centro manufacturero del mundo.
Durante una década, su pequeña firma fue el principal proveedor de equipos especializados, como bombas y tuberías de químicos, para más de mil líneas de ensamblaje de alta tecnología. El negocio era tan próspero que su mayor desafío era lograr atender la demanda de fabricantes ansiosos por inaugurar la siguiente fábrica. A medida que su empresa crecía, contrató ingenieros de su rivales y compró una mansión con vistas al campo de golf más lujoso de Shanghai.
Ahora, el número de pedidos se está reduciendo al mínimo. Las exportaciones de China cayeron en febrero casi 26% en comparación con el año anterior, el cuarto declive mensual consecutivo. El auge chino de la construcción de fábricas llegó a su fin y Yu está tratando de encontrar nuevas ideas de negocios. "Hemos disfrutado de una ola de desarrollo económico en los últimos años, pero ahora no sabemos qué hacer en el futuro inmediato", dice.
Su situación es un reflejo de un desafío más amplio para la misma China. El impresionante crecimiento del país ha dependido significativamente de un ritmo de inversión frenético en el sector manufacturero. Más del 40% del Producto Interno Bruto de China se desprende de la construcción de fábricas y otro tipo de inversiones en activos fijos.
A esto han contribuido miles de empresarios como Yu, quienes salieron de la nada y han ayudado desde 1980 a que la economía china se multiplicara por 14 (ajustado por la inflación). Sus incursiones audaces en los negocios (algo conocido como xia hai, o salto al agua) y sus métodos a menudo poco ortodoxos encantaron y pararon en frío a la comunidad empresarial en general. Empresas diminutas sorprendieron a los Goliats del sector con recorte de costos agresivos. La velocidad lo era todo. "No necesitaba ser bueno, simplemente necesitaba estar ahí", dice Yu.
A lo largo de una década, estos empresarios audaces crearon cinco millones de empresas con al menos ocho empleados, según la Administración Estatal para Industria y Comercio de China. De la misma forma, generaron 75 millones de empleos para universitarios, trabajadores descartados por empresas estatales y montones de campesinos chinos. La productividad de las empresas privadas de China y sus inversiones contribuyeron a la mitad del PIB del año pasado, que ascendió a US$4,42 billones (millones de millones).
Ahora que los clientes globales de las fábricas chinas están en recesión, miles de plantas han cerrado y los fabricantes han frenado planes de expansión. Beijing ha respondido con un programa de estímulo económico de US$585.000 millones y el consumo doméstico está compensando parte del declive de las exportaciones. Pero el estímulo es compuesto en buena parte por el gasto del gobierno en infraestructura, lo cual no beneficiará directamente a fabricantes como los clientes tradicionales de Yu.
"¿Pueden construir las suficientes carreteras para compensar el hecho de que ya están construyendo fábricas al mismo ritmo que antes?", pregunta Ben Simpfendorfer, economista en Hong Kong de Royal Bank of Scotland. El analista calcula que, por ejemplo, una caída de 15% en el gasto de equipo empresarial recortaría 1,6 puntos porcentuales de la tasa de crecimiento de China en 2009.
Aunque la economía de China creció a un poderoso ritmo de 9% el año pasado, se desaceleró significativamente a 6,8% en el cuarto trimestre. La producción industrial, que ha crecido a un promedio de 16% al año desde 2003, se desaceleró a 3,8% en los dos primeros meses del año.
Yu, de 49 años, creó una empresa atada al gasto incansable de sus colegas empresarios. Su compañía, Shanghai GenTech UHP Co. suministra contenedores, bombas y tuberías que pueden transportar de manera segura los gases tóxicos y otros químicos que los fabricantes usan en la fabricación de semiconductores y otros productos de alta tecnología. La empresa, que opera con la ayuda de su esposa Joan Cui Rong, generó US$20 millones en ingresos el año pasado y se posicionó para competir con compañías mucho más grandes como Air Products & Chemicals Inc. y Praxair Inc., de Estados Unidos.
Sim embargo, tras la debacle económica global, los tiempos de prosperidad son cosa del pasado. La preocupación de Yu es que no hay gasto de capital. "No hay negocio para nosotros", dice.
Yu proyecta que GenTech "tendrá un año difícil", pero logrará esquivar su primera pérdida anual, gracias a un pedido inesperado de fabricantes de fibra óptica que quieren ingresar en la telefonía celular de tercera generación en China.
Entre tanto, su esposa explora formas de sacar provecho a la lista de contactos que han acumulado por una década, tal vez creando una firma comercial. Yu está tomando una serie de cursos semanales en la Universidad Tsinghua de Beijing con el objetivo de "conocer nuevas personas y escuchar ideas nuevas".
Luego de aprender los peligros de depender de una industria manufacturera en crecimiento constante, Yu está empeñado en encontrar otra estrategia. "Cien por ciento de nuestro negocio depende de la inversión, la expansión", asegura. "Eso fue lo que nos asustó. No es un modelo de negocios sostenible".
AUTOR : James T. Areddy
FUENTE : WALL STREET JOURNAL
Durante una década, su pequeña firma fue el principal proveedor de equipos especializados, como bombas y tuberías de químicos, para más de mil líneas de ensamblaje de alta tecnología. El negocio era tan próspero que su mayor desafío era lograr atender la demanda de fabricantes ansiosos por inaugurar la siguiente fábrica. A medida que su empresa crecía, contrató ingenieros de su rivales y compró una mansión con vistas al campo de golf más lujoso de Shanghai.
Ahora, el número de pedidos se está reduciendo al mínimo. Las exportaciones de China cayeron en febrero casi 26% en comparación con el año anterior, el cuarto declive mensual consecutivo. El auge chino de la construcción de fábricas llegó a su fin y Yu está tratando de encontrar nuevas ideas de negocios. "Hemos disfrutado de una ola de desarrollo económico en los últimos años, pero ahora no sabemos qué hacer en el futuro inmediato", dice.
Su situación es un reflejo de un desafío más amplio para la misma China. El impresionante crecimiento del país ha dependido significativamente de un ritmo de inversión frenético en el sector manufacturero. Más del 40% del Producto Interno Bruto de China se desprende de la construcción de fábricas y otro tipo de inversiones en activos fijos.
A esto han contribuido miles de empresarios como Yu, quienes salieron de la nada y han ayudado desde 1980 a que la economía china se multiplicara por 14 (ajustado por la inflación). Sus incursiones audaces en los negocios (algo conocido como xia hai, o salto al agua) y sus métodos a menudo poco ortodoxos encantaron y pararon en frío a la comunidad empresarial en general. Empresas diminutas sorprendieron a los Goliats del sector con recorte de costos agresivos. La velocidad lo era todo. "No necesitaba ser bueno, simplemente necesitaba estar ahí", dice Yu.
A lo largo de una década, estos empresarios audaces crearon cinco millones de empresas con al menos ocho empleados, según la Administración Estatal para Industria y Comercio de China. De la misma forma, generaron 75 millones de empleos para universitarios, trabajadores descartados por empresas estatales y montones de campesinos chinos. La productividad de las empresas privadas de China y sus inversiones contribuyeron a la mitad del PIB del año pasado, que ascendió a US$4,42 billones (millones de millones).
Ahora que los clientes globales de las fábricas chinas están en recesión, miles de plantas han cerrado y los fabricantes han frenado planes de expansión. Beijing ha respondido con un programa de estímulo económico de US$585.000 millones y el consumo doméstico está compensando parte del declive de las exportaciones. Pero el estímulo es compuesto en buena parte por el gasto del gobierno en infraestructura, lo cual no beneficiará directamente a fabricantes como los clientes tradicionales de Yu.
"¿Pueden construir las suficientes carreteras para compensar el hecho de que ya están construyendo fábricas al mismo ritmo que antes?", pregunta Ben Simpfendorfer, economista en Hong Kong de Royal Bank of Scotland. El analista calcula que, por ejemplo, una caída de 15% en el gasto de equipo empresarial recortaría 1,6 puntos porcentuales de la tasa de crecimiento de China en 2009.
Aunque la economía de China creció a un poderoso ritmo de 9% el año pasado, se desaceleró significativamente a 6,8% en el cuarto trimestre. La producción industrial, que ha crecido a un promedio de 16% al año desde 2003, se desaceleró a 3,8% en los dos primeros meses del año.
Yu, de 49 años, creó una empresa atada al gasto incansable de sus colegas empresarios. Su compañía, Shanghai GenTech UHP Co. suministra contenedores, bombas y tuberías que pueden transportar de manera segura los gases tóxicos y otros químicos que los fabricantes usan en la fabricación de semiconductores y otros productos de alta tecnología. La empresa, que opera con la ayuda de su esposa Joan Cui Rong, generó US$20 millones en ingresos el año pasado y se posicionó para competir con compañías mucho más grandes como Air Products & Chemicals Inc. y Praxair Inc., de Estados Unidos.
Sim embargo, tras la debacle económica global, los tiempos de prosperidad son cosa del pasado. La preocupación de Yu es que no hay gasto de capital. "No hay negocio para nosotros", dice.
Yu proyecta que GenTech "tendrá un año difícil", pero logrará esquivar su primera pérdida anual, gracias a un pedido inesperado de fabricantes de fibra óptica que quieren ingresar en la telefonía celular de tercera generación en China.
Entre tanto, su esposa explora formas de sacar provecho a la lista de contactos que han acumulado por una década, tal vez creando una firma comercial. Yu está tomando una serie de cursos semanales en la Universidad Tsinghua de Beijing con el objetivo de "conocer nuevas personas y escuchar ideas nuevas".
Luego de aprender los peligros de depender de una industria manufacturera en crecimiento constante, Yu está empeñado en encontrar otra estrategia. "Cien por ciento de nuestro negocio depende de la inversión, la expansión", asegura. "Eso fue lo que nos asustó. No es un modelo de negocios sostenible".
AUTOR : James T. Areddy
FUENTE : WALL STREET JOURNAL
Comentarios